La
niñera Parte 1
El trabajo últimamente es algo
que no me sobra, es más, casi debo suplicar y colgar carteles por toda la
ciudad para poder tener algo de empleo, y es así como comienza mi historia.
Como cada mañana salgo a colocar
distintos carteles de se "Ofrece
niñera para cuidar niños de cualquier edad. Educada, responsable y con dotes
infantiles. Seriedad." con mi número de teléfono. Espero con vaga
esperanza que un día suene mi móvil para que me llamen de algún sitio, pero
parece que últimamente los niños se cuidan solos, y eso que es época de verano
y con las vacaciones los niños requieren estar más en casa.
A mi edad debo complementar mis
estudios con algún empleo, de otro modo pagarme los gastos de mi carrera me va
a ser muy pero que muy, complicado.
Como cada mañana me levanto, es
sábado y el calor que empieza a hacer a las 8 de la mañana previene un día de
verano tormentoso, así que me propongo irme a la playa y pasar el día allí. A
pesar de ser temprano me gusta tener todo organizado antes de tiempo. Sin embargo,
cuando estoy preparando mi bolsa con la toalla, el bronceador y algunos
suministros para comer allí suena mi teléfono. Sorprendida por la hora que es
miro la pantalla y veo un número desconocido, pero al 3º tono lo cojo para
salir de dudas.
- - ¿Sí? ... Claro. Sí. Podría sí. Me parece perfecto, puedo ir y entrevistarme y si le interesa estoy libre. Claro en un rato estoy allí, gracias. Buenos días.
Parte de mi estómago se encoge de
emoción ante el nuevo trabajo. El cual consiste en cuidar de un niño de unos 7
años que está de vacaciones. Al parecer sus padres se han mudado por trabajo de
imprevisto y la niñera que tenía pensada no ha podido venir con ellos.
Justamente puse cerca del aeropuerto, en la pequeña galería de locales que hay,
varios carteles con la misma intención. Así si venían extranjeros podrían ver
mi demanda de empleo.
Y funcionó.
Me visto con un peto vaquero
cómodo de pantalón corto, camiseta de tirantes deportiva, me pongo las
zapatillas de deporte y cojo mi bolso. Donde además llevo una carpeta pequeña
con algunas referencias de otras casas donde he trabajado cuidando niños.
Tras darle la dirección al
taxista en cuestión de unos 10 minutos llegamos. Frente a mí una casa elegante
y grande me espera. Rodeada de un amplio jardín me hace sospechar que esta
familia no escatima en dinero o detalle alguno.
Llamo al timbre que hay junto a
la puerta de madera de cerezo y me abre una mujer de poco más 40 años. Rubia,
muy guapa y elegante que me sonríe de oreja a oreja mostrando mucha simpatía.
-
Hola, soy Lucía, la chica del cartel. La niñera.
-
Hola. Muchas gracias por venir tan rápido, por
favor, pasa.
Después de agradecerle tan amable
bienvenida y sentarme en un sillón enorme y muy cómodo frente a ella, me tiende
una taza de té, después de explicarle que no me gusta el café.
Le doy la carpeta que llevo
conmigo en la que están mis referencias y parece convencida, aún así, me hace
varias preguntas y mientras estoy contestando un niño baja a toda prisa por la
escalera y casi se cae de boca. Pero mis reflejos y mi experiencia cuidando
niños desde mi adolescencia me hace ser rápida y poder llegar para cogerlo
antes de caer.
- - ¡Que te caes! Debes tener más cuidado.
- - Que reflejos... pero si casi has volado. - Me dice su madre mientras se ríe y coge al niño de la mano. - Contratada sin duda. Entre esta actuación en directo y tus referencias, más tus respuestas creo que puedo confiar en ti.
- - Desde luego señora.
- - Veamos... déjame explicarte todo sobre el pequeño, los horarios de comida, alimentación y tus horarios aquí. Serían todos los días salvo un día a la semana, preferiblemente nos gustaría que fueras interna durante todo el mes de Julio que es lo que durará nuestro tiempo aquí.
- - ¿Todos los días?
- - Sí. Sé que es un poco extremista pero mi marido y yo trabajamos toda la semana salvo el Domingo que yo libro. Llegamos tarde, y sólo tenemos un par de horas libres. Nos han trasladado aquí por la empresa de mi marido en la que yo trabajo en otro departamento, él está casado con su trabajo más que conmigo.
- - Entiendo.
- - Necesito saber la respuesta hoy, ahora de hecho. Hemos venido de imprevisto como te comenté. Déjame decirte que, si aceptas, tienes toda libertad para comida y uso de la piscina. Soy consciente de que cuidarás bien de mi hijo y estarás atenta a él.
La idea del trabajo me gustaba,
sería un mes con un sueldo más que generoso por los requisitos que pedía, pero
el hecho de estar toda la semana clausurada en una casa con un niño no es que
me hiciera mucha gracia, por mucho que quisiera a los críos. Por otro lado,
podría disfrutar de paz, tranquilidad, y piscina, al menos mientras el pequeño
me dejara. Y podría llevarme mis estudios ahí y repasarlos cuando tuviera
tiempo libre en casa. Prácticamente estaría sola todo el día con el niño así
que acepté.
La madre, muy agradecida, me dio
varias hojas y puso otras tantas en la nevera pegadas con un imán con distintos
números de teléfono para emergencias o dudas, recalcándome en varias ocasiones
que no tuviera reparos en llamarla si ocurría o necesitaba algo yo o el niño.
De su marido no me volvió a mencionar nada más, y el crío cuando se quedaba a
solas conmigo apenas mencionaba a su padre, así que saqué mis propias
conclusiones adentrándome en que sería un gañán imbécil que prefería a su
trabajo antes que a su propia familia. Me dio rabia y me cayó mal en el
momento. Pensé en ese pobre niño creciendo sin su padre cerca y de mano en mano
con las niñeras y su madre. Digamos que mi forma de empatizar con los infantes
era cosa de mi infancia, quizás por eso siempre he querido ser profesora de
guardería y mi tiempo libre era en un trabajo así, cuidando niños, que era lo
que más me llenaba.
Pasaban los primeros días en los
que Tomy y yo jugábamos, pasábamos el rato y se iba acostumbrando cada vez más
a mí. Supongo que de tanto variar el chico al final se acostumbraba a tener que
estar con distintas personas. Nuestros días de juegos en la piscina o viendo
las agotables pelis de dibujos estaban haciendo que me ganara al niño cada día más
y su madre, al verlo, estaba más que contenta conmigo. Del padre seguía sin
saber nada, cuando llegaba por la noche yo estaba en la habitación y sólo
escuchaba sus pasos y su voz. No le había visto aún tras una semana allí
viviendo. Es más, no sabía ni como era ya que en la casa no había foto alguna,
lo cual me parecía de por si algo raro, pero como se habían mudado tan poco
tiempo quizás se la habían prestado o algo. A saber.
Todas las mañanas antes de la
hora de comer me iba un rato con el niño al jardín trasero, a disfrutar de la
piscina. Aquella mañana mientras puse al niño allí a pintar y mientras veía una
película, yo lo observaba por la ventana de la cocina preparando la comida.
Sólo llevaba una camiseta abierta por los laterales de los muslos y pegada al
cuerpo por culpa del bikini mojado, pero como estaba sola en casa mi aspecto no
importaba mucho.
Cuando fui a la despensa por los
ingredientes del plato para el niño y para mí, casi me da un infarto al ver a
un hombre de pie, con semblante muy serio y trajeado, de negro, mirándome
fijamente sin decir nada, justo al lado de la puerta.
Me quedé un momento muda, al no
saber quién era y cómo reaccionar... al poco caí en que sería el padre de Tomy.
Pero mi sorpresa fue muy grande, no me lo esperaba para nada así. Mediría a ojo
más de 1,80, cuerpo fuerte y marcado incluso bajo el traje, moreno con alguna
ligera cana y atractivo, muy atractivo y que pasaría levemente los 40 años, al
igual que su mujer.
- - Hola. Soy Lucía la niñera de Tomy, usted es su padre, ¿no?
- - ¿Quién si no iba a entrar con llave aquí? - En lo de que era gilipollas comprobé que no me equivoqué.
- - Claro. Pensaba que sólo venía por la noche, ¿Quiere que le prepare algo?
No sé si me helé por el frío
airecillo que me daba en la ropa mojada o por la mirada que me echó de arriba
abajo analizando mis pintas y sin responder.
- - Perdone las pintas es que no sabía que vendría alguien y estaba con Tomy en la piscina.
- - ¿Ha dejado a mi hijo solo?
- - Sí, pero le observo desde la ventana y he hecho control de daños.
Le indiqué que se asomara por la
ventana y viera al niño en la mesa del jardín pintando mientras en la tele
estaba la película que a ratos lo embobaba.
- - No le pasará nada, con esos dibujos no quiere ni moverse de la silla y además está entretenido pintando. Lo que menos le interesa ahora es el agua.
El tío seguía sin emitir palabra,
no me extrañaba que el chaval apenas mencionase a su padre, ¿Cómo? Si no
hablaba...
Seguí con lo mío haciendo la
comida para Tomy y para mí, preguntando nuevamente a su padre si quería comer
algo, a lo que me respondió con un dudoso NO. Se sentó en la silla de la mesa
de la cocina y a ratos miraba hacía la ventana, buscando la mirada de su hijo y
en parte pensé que quizás he sido demasiado dura con él.
Entre tanto, en otros momentos lo
pillaba observándome y la expresión de su cara mostraba nerviosismo, enfado,
como si solamente mi presencia lo estuviese molestando. ¡Bendito gilipollas!
Me di cuenta que tenía un maletín
cuando lo vi sacar papeles, y me pregunté en que trabajaba. Por supuesto no
intercambiamos referencias del uno al otro y eso que yo era la que estaba a
cargo de la vida de su hijo.
Cuando acabé la pasta con la
salsa de tomate me apoyé en la encimera y asomándome a la ventana de encima del
fregadero llamé al niño.
- - Tomy, ve terminando cielo, que se enfrían los muñequitos del plato. - Hice su pasta favorita, según me dejó su madre escrito, la cual era en formas de muñequitos para entrar más por el ojo al niño.
Continuara
en la parte 2.
Sí, claro, quier comer... ¿pero qué exactamente? MUAJAJAJA. Consigues con éste relato que la historia te atrape y quieras lanzarte a la 2ª sin demora, ¡bien hecho!
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