Mi
amigo, mi juguete
Tras tanto tiempo creo que soy el
juguete de los hombres y que, sólo cuando ellos quieren, hacen que me pueda
sonrojar y avergonzar incluso antes de hacer nada. Incitándome a ir con ellos
siempre, y aceptar un sí con tanto deseo en algún momento.
Pero no era esta ocasión, este
chico me evitaba y por alguna razón no quería ni mirarme. Lejos de gustarme eso
pensé en que podría haberle hecho yo a alguien a quien nunca me he acercado.
Intenté hablar con él en algunas ocasiones, pero sus escuetas respuestas no me
daban mucha información, pregunté a nuestros amigos, y nada, nadie decía nada.
Así que sintiendo como si la culpa fuese mía me fui a casa.
Subiendo las escaleras al baño me
fui quitando la ropa y dejándola por cualquier lugar, esta semana estaría sola
y nadie iba a interrumpirme. Cuando llegué al baño y abrí el grifo graduando la
temperatura cogí un libro y me metí en ella a relajarme mientras leía algo.
Poco después salí, medio enfriada
por el agua y el airecillo que empezaba a entrar por la ventana. Me sequé el
cuerpo con la toalla y sentada sobre mi cama me eché por todo el cuerpo el
aceite corporal aromático e hidratante. Me dejaba una piel digna de la de un
bebé.
Después, abrí mi armario buscando
un atuendo bonito, informal y cómodo. Elegí el vestido blanco con escote en V
que se anudaba en la cintura con una cuerda de tela. Llegaba hasta la rodilla y
estaba hecho de capas de gasa y fina tela. Resaltaba mi cuerpo, me gustaba
realmente como me quedaba y lo cómoda que estaba con él.
Me eché crema en la cara, y
huyendo del maquillaje como siempre, sólo accedí a aplicarme un poco de brillo
en los labios. El pelo me lo recogí en una coleta dejando algunos mechones por
mi frente.
Ahora el dilema del calzado era
si comodidad o tacón, así que opté por cuña que era cómodo a la vez que me
alzaba unos centímetros.
Por la tarde una vez reunida la
pandilla, en casa de una de mis amigas, me senté justo a su lado y mirándome
sólo de refilón como si mi presencia le incomodase le pedí que me acompañara
que quería hablar con él. Muy a regañadientes y al ver que otros nos miraban
accedió.
- - Me gustaría saber que te he hecho y por qué rehúyes de mí en todo momento como si fuese hacerte algo malo.
- - No rehúyo de ti. - Se dio la vuelta y me dio la espalda. - Es sólo que ...
- - ¿Qué? - Dije mientras puse mi mano en su hombro y noté como su cuerpo se tensaba.
- - No te acerques a mí, ya está.
- - ¿Ya está? No, no está. ¿Qué te he hecho?
- - Nada.
- - ¿Entonces? - Bueno yo había ido arreglar las cosas, así que si no quería tampoco iba a insistir más. - Está bien, que te den, paso de intentar algo con un ser que no da ni la cara cuando habla y que...
Mientras me iba le di la espalda
y en el momento en que intenté abrir la puerta y no podía se puso detrás de mí
para intentar ayudarme.
- - Por favor, tampoco te pongas así es que no puedo estar a tu lado.
Y ahora, sintiendo su cuerpo
sobre el mío intentando calmarme y poder abrir la puerta, creí entender el
porqué.
- - Te gusto. - Se apartó, miró hacia otro lado y guardó silencio. - Es eso, ¿verdad?
- - No puedo tenerte cerca, la sola idea me pone malo.
Sonreí a sabiendas que no me veía
y un halo de orgullo me rodeaba. Por primera vez iba a ser yo la que iba a
tentar a alguien, quizás fuera mi juguete. Le puse la mano en el hombro y a su
mismo lado, inclinándome un poco para marcar el escote le dije.
- - Tranquilo que no muerdo, no suelo hacerlo a menos que me lo pidan.
- - Vete - Se apartó y se dio la vuelta para salir de la habitación.
- - Espera, deja de huir de mí.
- - Ya te he dicho que no huyo, sólo que...¡¡¿Qué haces?!!
- - Comprobar que quieres quedarte aquí, conmigo. - Soné tranquila, mientras le tenía el paquete en la mano y lo manoseaba, notando como cada vez su erección iba a más.
Intentó apartarme, pero no me
dejé y durante un momento de dudas y aceptaciones conseguí echarlo en un sillón
de la habitación. Cayó en él mientras maldecía entre palabras todo tipo de cosas,
pero le ignoré, me centré en calentarlo, en que fuera mi juguete y sobre todo
quitarle ese estúpido miedo que tenía.
Me senté de lado sobre sus
rodillas para evitar que se levantara. Desde ahí, habiendo subido mi vestido un
poco a propósito, me inclinaba para besarle, siendo más que correspondido el
beso. Le acariciaba la mejilla mientras que pasaba mis labios por ella,
lamiendo su cara, descendiendo a su cuello y empezando a desabrochar los
botones de la camisa blanca que llevaba.
Con tres de ellos fuera de mi
terreno, metí mi mano para acariciar sexualmente su pecho, enredando su pelo en
mis yemas y mirándole directamente a los ojos.
Me puse en pie y me quité la
cinta de mi vestido, anudada en la cintura y le até las muñecas tras varias
pegas y movimientos por intentar quitarse, pero al final cedió.
De espalda a la pared él, me puse
a recorrer su cuello con mis labios, paseando la lengua y succionando ciertos
puntos que le arrancaban gemido. De puntillas intenté pegar mis pechos, que se
notaban tras la tela a su boca, para restregarlos por sus labios aún con la
ropa puesta. Agarré su cabeza para guiarlo y sentía como se tensaba y estiraba
de la atadura.
- - Quiero que me folles, que te corras en mi interior, pero antes de todo eso quiero comértela entera, mientras observas como lo hago, mirándote directamente a los ojos y vernos la cara de disfrute.
Bajo por su pecho lamiendo y
clavando las uñas en él, dando pequeños besos en cara marca hasta llegar a la
zona que más llama la atención. Su entrepierna. Su erección abultada amenaza
con reventar el pantalón. Sin embargo, antes de quitárselo, durante un momento,
paso mi boca por su miembro encerrado en la tela, restregando mi boca ahí y
presionando, viendo como la impotencia y el deseo se mezcla en su cara.
Poco a poco, adueñándome de la
cintura de su pantalón, fui dejando libre su erección y en el último momento
dio con ella contra mi boca, donde sentí como palpitaba y cada una de las venas
marcadas, como si fuese a reventar.
La agarré con la mano y despacio
deslicé mi lengua sobre ella, desde abajo a arriba, lamiendo despacio y poco a
poco. Lo sentía suspirar y escuchaba un leve "dios" de su boca mientras cerraba los ojos y echaba la
cabeza hacía atrás. Y ahí estaba mi cara para cuando los abría, veía en primer
plano que era yo la que le estaba haciendo una mamada, y que a través de mis
gafas negras podía verle a los ojos y sentirme más entusiasmada, aumentando el
juego y dejándome caer en su polla como si me estuviera violando la boca él.
Entrando y saliendo hasta la garganta, rápido, salvaje y casi sin respirar.
Me aparté, no quería que esto
acabara tan pronto. Destapé la parte de arriba de mi vestido dejando los pechos
libres y de un tirón lo llevé hasta la cama que había y lo tiré encima,
impulsándose con los pies para acomodarse mejor.
Frente a él me senté en la cama,
me puse un cojín detrás, subí el vestido hasta mi cintura y abriendo las
piernas me empecé a acariciar mi sexo empapado, llamando su atención y haciendo
que sus ojos casi se desencajaran. Mordiéndome el labio sin dejar de mirarle me
acariciaba en círculos y metía dos dedos en mi interior, los sacaba, los lamía
y los volvía a introducir para repetir la operación. Los ojos se me iban hacía
su miembro que pedía atención a gritos, y como yo lo ansiaba tanto como él,
casi de un salto me puse delante suya de rodillas, me subí el vestido hasta la
cintura otra vez y me empalé en él hasta el fondo yo sola, follándomelo
mientras le miraba y clavaba mis uñas en su pecho.
Le desaté las manos como pude y
ahora ya estaba conmigo en lo que hacíamos, agarrando mi culo me embestía una y
otra vez, penetrándome hasta el fondo y comiendo mis tetas con ansia al
tenerlas pegadas a su cara. Me azotaba para moverme más y más, y finalmente me
dio la vuelta. Me puse a 4 patas y me la metió hasta el fondo mientras clavaba
sus uñas en mi carne, aferrándose a mi cintura para impulsarse hasta lo más
profundo de mi interior. Yo me había acomodado para tocarme el clítoris en esta
postura, por lo que mientras él me embestía yo me masturbaba y estaba cada vez más
cerca del clímax.
Gemía, pedía más, suplicaba que
no parase que me follase entera, que quería sentir como se corría conmigo. Y
salió de mi cuerpo y se dejó ir, corriéndose en mi cintura y mis cachetes del
culo haciendo que al sentir esa sensación y lo que significaba, me contrajera y
me corriera gritando en un orgasmo su nombre.
No sé el tiempo que había pasado,
pero aún estábamos bocabajo en la cama, y yo aún mantenía mi vestido en la cintura.
Su semen caliente hacía rato se había secado sobre mi piel y ahora notaba la
tirantez cuando me movía.
- - ¿Por qué has salido? - Pregunté extrañada.
- - Porque no llevaba protección.
- - Yo sí. - Quería que lo hicieras ahí.
- - ¿Por qué conmigo?
- - Me gustas. Me gusta ver que eres distinto hasta el punto de callarte lo que ansiabas. Sé que querías follarme y lo he disfrutado mucho, has sido como mi juguete.
- - Esto no siempre será así, tengo mis límites.
Sonreí ante lo que aquello
prometía. Y vi como salía de la cama y se alejaba al baño, haciendo yo lo
mismo. Ambos nos aseamos en silencio y salimos de allí como si no hubiera
pasado nada, y al volver con los demás las risas y las burlas silenciosas
decían todo.
Jajajaja, ha ido muy justito el correrse ella, mucho "juguete suyo" pero al final se salió sin aguantar hasta conseguir el orgamos de su partner, de chiripa ha ido jajajajajaja.
ResponderEliminarMuy bueno.