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martes, 19 de julio de 2016

Un ciberamigo, un ciberorgasmo y una posible realidad. PARTE 1

Un ciber amigo, un ciberorgasmo y una posible realidad.


Parte 1

Tiendo a pasar parte de mi día a día en internet por cuestiones de trabajo, pero no nos vamos a engañar. Parte de ese tiempo es dedicado al placer, y nunca mejor dicho.
Hace años que conocí a alguien, un amigo íntimo, muy íntimo de hecho, con el cual puedo pasarme horas hablando de todo, inclusive de sexo. Traspasando las palabras a través de la pantalla y llegando ciertos placeres hasta mi cuerpo.
¿Suena a locura? Posiblemente lo sea.

Tenemos planeado quedar dentro de unas semanas, cuando libre de mi trabajo y tenga mis vacaciones, mientras tanto seguimos hablando como siempre, y ejerciendo cierto juego sexual que nos lleva a perder la cabeza.
Pronto, muy pronto nos veremos como dos amigos que hace tiempo no se ven, ignorando los placeres que nos proporcionamos mutuamente a través de la red.



Es miércoles y hoy libro de mi trabajo, así que con ánimo de descansar me paso el día en casa, tumbada en la cama viendo series desde el PC. Sin embargo escucho constantemente el sonido del Skype sonando, y aunque voy con intención de cerrarlo y pasar de internet hoy que puedo, al ver quien es no puedo evitar sentarme y ponerme a escribir. Era él, Israel.

Nuestra charla empezó sobre temas de ocio, hablando de lo que tenía pensado ver, lo que iba hacer hoy y como pasaría el día... pero poco a poco el tema se nos fue de las manos, no sé como, pero entre broma y broma acabamos hablando de sexo. Nuevamente carece de importancia donde estamos, que sea algo cibernético y que pueda leerlo alguien si dejamos la ventanilla abierta... nos da igual.

Nos insinuábamos, nos provocábamos, y las fotos empezaron a volar. Cada día con menos ropa, más insinuantes, más lascivas, provocativas, más sugerentes.
Hasta que las fotos perdieron toda tela y empezaron a ser fotos sin nada, desnudos, tocándonos, con mensajes escritos en nuestros cuerpos usando nuestro nick.

Me pidió algo en lo que pensé que no cedería, pero como ya nos habíamos visto terminé cayendo. Y apretando el botón y colocando la Webcam accedí a que nos vieramos en movimiento.

  • Quiero ver como te tocas. Abre las piernas y bajate las bragas, quiero ver como lo haces para mi.
  • No. - Respondí por el miedo a lo desconocido.

Y con los nervios en mi estómago ante la propuesta cerré conversación y me fui, dejándole sin una sola palabra.

Pero la obsesión me recorría, y al día siguiente no pude evitar entrar y leerle pedirme explicaciones.

  • ¿Por qué?
  • ¿Qué más te da? No somos nada, sólo es un pasatiempo.
  • Por aquí sí. Por aquí eres mía, por la red me perteneces, desde aquí puedo hacer que te corras y me pidas que siga, y puedo colarme en tu mente, para que sientas que soy yo quien te folla.

Mi silencio lo decía todo, y se aprovechaba de ello. De modo que siguió hablando.

  • Puede que no hoy ni mañana, pero terminarás cediendo, terminarás abriendo las piernas frente la cámara y tocándote para mi, podré ver en primer plano como te corres.
  • ¡Ja! - Me reí, intentando ocultar lo que de verdad me estaba provocando esas palabras. - Eso ya lo veremos.
  • Quizás caigas hoy mismo... Siempre has sido una muñeca en mis manos, me gustaría saber como sería en la vida real.

Y por un momento yo también lo pensé. De hecho una parte de mi lo ansiaba. Agité la cabeza negando mis propios pensamientos y le mandé un icono de un corazón, a modo de burla.

  • Si te tuviera delante ahora mismo te arrancaría las bragas, te las metería en la boca y te ataría los tobillos a la cama. Sin dejar de mirarte te comería lentamente el coño, de abajo arriba, saboreándote, sintiendo como mueves tus caderas hasta mi boca, como intentas frotarte con mis labios... Pero no dejaría que te corrieras, por insolente conmigo, quizás te daría ese placer cuando yo me saciara de ti.

Tragué saliva y leí, releí y volví a leer una y dos veces más, poniéndome más cachonda y excitada con cada una de las palabras que sin darme cuenta, creaban en mi mente la escena al completo.
Y mis bragas empezaban a humedecerse, apreté los muslos sin darme cuenta intentando buscar un consuelo en ello, pero lo único que me incitaba era a frotarme más, hasta que sin darme cuenta sentí como mi mano me acariciaba leyendo todo lo que decía.

Sin ser consciente mi mano libre, que no estaba en el ratón ni el teclado, empezó a acariciar mi zona íntima por encima de las bragas, mojándome los dedos hasta con la tela, sin dejar de leerle.

  • Me gustaría tanto vendarte los ojos y atarte... te follaría la boca, y haría lo que quisiera con tu cuerpo, pintándote con mi polla, viendo tu cara, mirando tu expresión y sintiendo como disfrutas.

Con una mano y tragando saliva quise picarle un poco, intentando hacerle ver que sus palabras no me afectaban y que no iba a ganar esta vez.

  • ¿Y si no te dejo, qué?
  • Pues entonces tendría que obligarte a que vieras lo que quieres y necesitas. Atada, te agarraría del pelo y te obligaria a abrir la boca, apretando tu mandíbula para hacerte tragar lo que tanto te gusta.

Mi mano había echado las bragas a un lado, y no sabía bien que estaba haciendo, pero la excitación me tenía al límite y mis dedos recorrían mi sexo de arriba a abajo, impregnándose de mi humedad, provocada por él.

Ya no quería tener las manos en ningún otro sitio mas que mi cuerpo, así que solté todo y mientras introducía dos dedos en mi interior, con mi otra mano me saqué los pechos del sujetador, pellizcando un pezón y mordiéndome el labio sin poder dejar de clavar los ojos en el monitor.

Entraba y salía de mi, suspiraba, gemía y suplicaba que estuviera ahí, conmigo, dándome el placer que ansiaba por su maldita culpa. Pero no estaba, y tenía que fingir y creer que los dedos que me estaban recorriendo ahora el clítoris eran suyos. Mis pezones erectos me llegaban a doler, echaba en falta unos labios que los suavizaran. Me llevé uno a la boca simulando lo que quería, pero nada era suficiente, me faltaba él.

Seguía sus palabras, sus órdenes, como si él supiera a ciencia cierta que mi ausencia de palabras era la consecuencia del placer que estaba sintiendo.
Por el éxtasis del momento solté mi pecho y pulsé el botón de la videollamada. Ya no había marcha atrás, lo había hecho y había aceptado, y en parte no me arrepentía, quería que viera el disfrute que me estaba haciendo experimentar incluso a través de una pantalla.

Lo suponía, y eso me excitaba más, que le encontraría con una erección en la mano, pero lo que no sabía era lo que me iba a poner ver como se acariciaba despacio, mientras miraba fijamente la pantalla, viéndome a mi tocarme y desearle.

Nos veíamos el uno al otro, nos tocabamos nosotros mismos como si nuestras manos estuvieran al otro lado de la pantalla, nos oíamos, porque aquellas palabras escritas surgieron ahora con su voz. Dominante me pedía que debía hacer, como debía tocarme, y así seguí, hasta que me negó que continuara.

  • Te correrás cuando yo te lo pida, por que ahora si que puedo verte.
  • ¿Qué? - Temblaba, por que sabía que con un simple roce más, me desmayaría.
  • Quiero que me lo pidas. - El seguía tocándose, me daba un espectáculo que me estaba haciendo volverme loca de deseo. - Dime lo qué quieres. Lo qué ansías y lo qué te gustaría que hiciera. Sólo así te dejaré disfrutar.

Quise creer que era una broma pero le conocía y sabía que no. Que sus dotes para hacerme perder los nervios eran ciertos... a la vista estaba que el mismo día que le dije que no cedería a la Webcam, accedí. Perdía el control sobre mi misma en sus manos, incluso a través de un PC.

  • Israel, quiero correrme imaginando que me follas tu, que son tus manos las que me tocan, que se clavan en mi mientras entras en mi interior una y otra vez, y que cuando estés apunto de correrte lo hagas sobre mi, sobre mi cuerpo, utilizándome hasta saciarte.
  • ¿Ves? No era tan difíci decirlo. Ahora correte, hazlo para mi. Quiero ver como tus dedos te invaden y como con la otra mano, te tocas el centro del placer.

Y así lo hice, sin dejar de mirarlo, mordiéndome el labio e intentando evitar que la cabeza se me fuera hacía atrás para no apartar la mirada. Sentí mi cuerpo tensarse, como mis dedos eran presionados por mis espasmos vaginales y me corrí, gimiendo, aguantando el aire y soltándolo sólo para decir su nombre junto a una petición "Israel, quiero que me folles tú".

Quizás eso fue lo que mas terminó gustándole, ya que segundos después vi como se corría y sonreí mientras me miraba.


Seguro que nuestro encuentro no iba a ser ahora tan normal como pensabamos en un principio.


2 comentarios:

  1. Ay el cibersexo.... Mola aunque engancha :P Buen relato, como siempre ^^

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  2. Jajaja, qué poca fuerza de voluntad, pardiez jajajaja.

    Buen relato, bien narrado ^^

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