Un
trabajo prometedor
El tic tac del reloj me está poniendo
de los nervios. Nuevamente miro hacía abajo y aliso la falsa
mientras espero, con impaciencia, a que me hagan pasar. La
recepcionista no deja de mirarme de arriba a bajo esperando encontrar
algo oculto. Ignoro su vista clavada en mi para mirar a la puerta, de
la puerta a mi móvil y de este a la puerta.
20 minutos han pasado desde que me dijo
un "espere aquí". Desde que recibí la llamada de teléfono
hace una semana avisándome de un empleo como secretaria, no he
parado de buscarle los tres pies al gato. ¿Qué clase de trabajo de
este tipo no te hace una entrevista antes? Ninguno. A menos que seas
una enchufada, y no es mi caso.
Al principio me resistí a venir, pero
necesitaba el empleo y todas las bocas conocidas que lo sabían no
paraban de decirme que no dejase escapar esta oportunidad. Y aquí
estoy. Vestida como una señorita formal con un traje al más puro
estilo secretaria regia y recta. Incluso llevaba el moño. Aunque el
mío era menos clásico. Las gafas me venían que ni pintadas, y no
eran por estética. Me negaba a ponerme lentillas y sin ellas
acabaría espatarrada en el suelo.
Falda negra por la rodilla con una raja
en la parte de atrás y una blusa blanca con un cuello de encaje que
deja al descubierto algo de escote sencillo y elegante. La peor parte
se la lleva mis pies, por que con estos tacones negros de 10
centímetros terminarán por amputarmelos esta noche.
Al fin se abre la puerta, y una chica
joven sale mientras alguien le sostiene la puerta. Escucho un "Ya
te llamaremos" que me hace echarme a temblar. Así que si habrá
entrevista ¿no? Genial por que no había preparado nada. Ya decía
yo que esto era demasiado espontáneo.
Sólo alcanzo a ver una mano trajeada
cerrando la puerta. "Me pongo de pie... me vuelvo a sentar...,
como la canción". Pensé gastando bromas ante la espera. La
poca seriedad me estaba poniendo de los nervios.
Al cabo de otros 10 minutos eternos la
recepcionista me pide que pase, que me están esperando.
Abro la puerta y fijo mi vista al
frente para encontrarme de lleno con la persona que menos esperaba
encontrar.
"Esto debe ser una broma". Es
lo único que se me pasa por la cabeza ante los nervios que me estan
deborando por dentro. Dudo unos instantes si pasar o darme la vuelta
y echar a correr, por que desde ya se que no hay nada bueno en esto y
menos aún en esta "oferta" de trabajo.
"Cierra". Escuché.
Inmediatamente cerré la puerta y me quede de espaldas a ella
esperando aún que me dijera que me sentara.
Clavó sus ojos en mi y decidí
sentarme antes de ponerme a temblar.
- ¿Qué estás haciendo? - Puse las manos en la mesa alterada. - ¿Te estás quedando conmigo?
- Para eso pedí que te llamaran, sí. - La satisfaccción por mi desconcierto destacaba en su cara. - Necesitabas trabajo, pues aquí lo tienes.
- No voy a trabajar contigo. - Lo último que necesito es trabajar con alguien que conocí en internet y con el que quedé un par de veces para algo que no quiero pensar ahora.
- Necesitas el trabajo, ¿recuerdas? Estabas desesperada y yo ya he despedido a mi secretaria.
- No te pedí trabajo.
- No. - Se agarró el nudo de la corbata y lo aflojó mirándome. - ¿Hacemos memoria de lo que me pedías la última vez que nos vimos.
- Me voy.
Me levanté muy tensa, muy cabreada y
muy de todo y me fui para la puerta. Justo antes de abrirla su mano
la aseguró.
- Aquí tienes tu contrato y aquí tienes la información de la primera reunión que tienes. Te quiero a mi lado en todo momento, necesitas enterarte de como se trabaja aquí. - Daba por hecho que iba a aceptar pese haberle dicho que no.
Miré el contrato y entendí por que
estaba tan seguro. Necesitaba ese dinero. Pero que hijo de puta
aprovechado.
- Quiero unas normas. - dije mientras me daba la vuelta y le veía más pegado a mi de lo normal. - nada de sexo.
- ¿Quieres que lo anotemos en las clausulas del contrato también? ¿Junto a las pagas extra te parece bien?
- No tiene gracia. - Intenté sonar lo mas seria que pude. - Absolutamente nada de sexo.
- Vale. No te follaré.
- Que fino eres.
Se volvió a su mesa y los ojos se me
iban a caer al suelo mientras andaba. Lo estaba haciendo aposta,
estaba segura. Sabía que esto me iba a salir mal y que no era buena
idea. ¿Desde cuando conocer a alguien por internet me había salido
bien?
Firmé el contrato y se lo tendí.
- ¿Y ahora qué?
- Ahora ve a tu sitio y leete esa carpeta que te he dado con los datos de la reunión que hay dentro de una hora.
- ¿¿¿¿Dentro de una hora????
- Sí. Ya puedes estudiar. - Me pasó el pulgar por la boca, haciendo que me estremeciera con el contacto, recordando como la última vez que me lo hizo le tenía entrando y saliendo de mi.
Aparté esos recuerdos y me fui a pocos
metros de él, me senté en la mesa y abrí la carpeta. No me
enteraba de nada. Publicidad, anuncios... todo me sonaba a chino. Yo
había estudiado administración no marketing.
Esto no iba a ir bien, me estaba dando
sueño incluso. Debió darse cuenta para dejarme un vaso de plásico
en la mesa con chocolate. ¿Cuándo se había movido?. Que detalle,
se acordaba de lo que me gustaba.
Cogió la silla y se puso a mi lado.
"ay, dios mio" pensé mientras bebía del vaso.
- ¿Qué es lo que pasa? - Me preguntó intrigado.
- No me entero de nada, quizás si me hubieras entrevistado verías que no tengo ni puta idea para este trabajo.
- No creo que haya nada que entender, simplemente es para que sepas de que va todo, y si te preguntan, que no lo deberían hacer, sepas que debes contestar.
- -No sé que contestar.
- Está todo ahí. - Señaló con el dedo una de las hojas. - Piensa en que es lo mejor para la empresa, que repercute también en ti, y sabrás que debes responder. Para lo demás basta con que hagas todo lo que yo te ordene.
Juraría que había cierta mofa en esa
última frase, pero lo dejé pasar para no terminar engarzados en una
conversación con dobles sentidos sexuales que terminarían muy mal.
Poco después de una hora íbamos a una
habitación enorme con una mesa larguísima y con sillas por todos
lados. Empecé a hiperventilar pensando en cuanta gente se pondría
ahí, y notando mi miedo me puso la mano en el hombro y me susurró
"tranquila, no se van a llenar todas" sonriendo.
Puedo afirmar que estaba disfrutando
con mi inexperiencia en este campo casi como en otras ocasiones en
otros.
Sacó una silla que había pegada a la
mesa y me senté, viendo como lo que temía se hacía realidad. Se
sentaba a mi lado. Quizás parezca una tontería, pero tener a tu
lado a un tío que te pone cardíaca y que está tan trajeado como la
última vez que te utilizó para follar con la misma corbata pues me
ponía tensa. Intentaba no mirarlo, juro que lo intenté, pero hacía
lo imposible por que mis ojos se desviaran y acabaran mirándolo.
Alguien llamó a la puerta. Un hombre
de mediana edad pasó, nos pusimos de pie y le tendió la mano. Hizo
lo mismo conmigo y me presentó. Sonreí. Más al oír "le
presento a mi secretaria..." que por el hecho de ser educada y
amable. Nos sentamos uno al lado del otro y en frente el cliente.
Estaban hablando sin enterarme yo de nada cuando noté su mano
posarse en mi pierna.
Me sobresalté, tragué saliva y miré
al frente esperando que no se le ocurriera hacer ninguna tontería.
Ilusa de mi. Se le "cayó" un boli y cuando se agacho
debajo de la mesa a cogerlo me rozó con la boca la pierna, subiendo
un pelín por mi muslo, rozándome con su cara. Un escalofrío me
recorrió la espalda entera, e hice grandes esfuerzos por no soltar
ni una burrada ni un suspiro allí mismo. Mi autocontrol fue digno de
admiración.
El cliente por suerte estaba metido de
lleno en lo que le interesaba, y no era yo ni me excitación.¿He
dicho excitación? Se dedicó toda la reunión a calentarme y
provocarme, disfrutando de ello. No sabría decir que parte fue la
que peor me puso, aunque yo diría que cuando estaba hablando con él
de mi y decidió meter su mano entre mis piernas como si estuviera
dándome una palmada inocente, se llevó el premio.
Sacó un papel de su carpeta y me lo
tendió sonriendo. Quise desmayarme cuando leí "Ve al baño y
quitate las bragas, quiero tener acceso a ti, aquí...". Lo
miré, negando con la cabeza, pero lo único que podía mirar era
como se relamía los labios. Iba a plantearme renunciar al trabajo.
Logicamente no hice caso de su petición, pero estuvo acariciando mi
pierna toda la reunión o recogiendo cosas que caían
"accidentalmente" al suelo.
Cuando terminamos y ese señor se fue
fuimos al despacho, me fui hasta mi mesa, dejé las carpetas que me
había encasquetado y cogí mi bolso. Me iba de ahí antes de que
fueran las cosas de mal en peor.
Pero oír el pestillo de la puerta, las
persianas de las grandes cristaleras cerrarse y me eché,
literalmente a temblar.Tragué saliva antes de darme la vuelta
despacio, sabiendo lo que me iba a encontrar.
Mi mente y mi cuerpo estaban divididos.
Una me pedía que me largara de allí, la otra que me quedara.
Se acercó lo bastante como para
extender el brazo y quitarme el bolso, tirándolo a un lado de la
mesa. Se aflojó el nudo de la corbata, otra vez, mientras me miraba
de arriba a bajo relamiéndose. Yo seguía sin poder decir nada
hipnotizada con su boca. Sus dedos me rozaron el cuello, y por
inercia me eché atrás. Me agarró del brazo hasta pegarme a él por
completo.
- Muy desobediente.
- Estoy aquí para trabajar, no para cumplir guarrerías.
- ¿Segura?
Pues no. Por que tener sus manos
masajeando mi culo, pegándome a él y empezar a notar su erección a
través de la ropa no ayudaba a pensar. Intenté soltarme, pero
aprovechó que me moví para darme la vuelta y ponerme contra la
pared. Las gafas se me iban a caer pero lo único que yo pensaba era
que no se me cayeran las bragas, y eso iba a ser tarea difícil.
Sus manos subían mi falda despacio
mientras buscaba mi cuello y sentía su respiración en el. No se
cuantas veces pedí que me soltara, aunque la firmeza no es que
estuviera presente en mis palabras, quizás por eso me ignoraba por
completo.
- Te dije que tendrías que aprender a trabajar conmigo. - metió las manos bajo la falda y subió hasta la cintura, tiró de ellas hasta dejarlas por las rodillas.
- No, me dijiste que tendría que ver como trabajais aquí. - Intenté apartar sus manos, que subían por mis muslos, dejando atrás las bragas y yendo hacía el centro del interés.
Sacó la blusa que estaba metida por
dentro de mi falda y metió la mano libre debajo, llegando hasta uno
de mis pechos y acariciando por encima del sujetador, tirando del
filo hasta sacar el pezón que empezaba a endurecerse con su tacto.
Un pellizco que me hizo arquearme le arrancó un suspiro, por que
acabé rozando el culo con algo que cada vez se endurecía mas.
Podía sentir el pelo escapándose del
moño y cayendo con los suaves movimientos que me estaba dando. Su
mano entre mi pierna se impregnaba de mi humedad, restregándo sus
dedos en la zona más sensible y alterada que tenía, buscando una
entrada por la que perderse.
Dos de sus dedos me invadían, entraban
y salían, mientras la palma de su mano se frotaba contra mi y con la
otra apretaba mi pecho, escapando entre sus dedos.
Me dejé llevar pese al cabreo que
tenía, más tarde le daría el buen tortazo que se merecía, pero
ahora sólo podía disfrutar de lo que me estaba dando.
Dejé la cabeza caer sobre su hombro,
mi boca entreabierta dejaba salir los suspiros de placer, que eran
silenciados por mis dientes, mordiéndome el labio.
Me estaba llevando al límite, sabía
como hacerlo y se le daba bien. La sensación de estar contra él y
la pared era cuanto menos excitante, para mi y para él, que en
cualquier momento el pantalón amenazaba con reventarle.
Estaba apunto de correrme, si seguía
así no iba a durar mucho y como si lo notara, soltó mi pecho y me
tapó la boca mientras aceleraba el ritmo con su otra mano. Intenté
tocarle para agarrarlo, necesitaba apretar algo y clavé las uñas en
su brazo cubierto por la camisa.
Las piernas me temblaban, si no me
sujetaba me iba a caer. Me di la vuelta, me apoye en la pared y
agarre la cintura de su pantalón atrayéndolo hacía mi.
- Por esta vez pase. - Le dije mientras pasaba mis manos por su pecho y me mordía el labio mirándolo a los ojos a través de las gafas. - Todavía me planteo si quedarme o no.
- Tu haz lo que ibas a hacer y ya hablaremos. Todo es nogociable. - Y cogió mi mano con la suya y la puso en su paquete.
Mis caricias aumentaban el bulto de su
pantalón, así que me aparté. Me desabroché cada botón de la
blusa despacio, sin apartar los ojos de él, hasta quedarme en
sujetador. Acerqué mi pecho hasta su erección encerrada y me pegué
mientras subía, restregando mis pechos por su cuerpo, hasta ponerme
a su altura y acercar mi boca a la suya.
Lamí sus labios, pegué algún
mordisco, sin dejar de prestar atención a la ropa que me impedía
tocarle como deseaba. Terminé de quitarle la corbata, con la que
otras veces me había atado, y desabroché su camisa de un tirón,
saliendo algún botón desperdigado.
Pasé despacio las manos por su pecho,
rozando con las uñas su piel y acercando mi boca hasta él. Descendí
poco a poco, lamiendo un recorrido que parecía gustarle, hasta
llegar a su cinturón.
Me puse de rodillas y sin dejar de
mirarlo a los ojos, y ver la cara de excitación que tenía, lo
desabroché y le bajé los pantalones, liberando su miembro duro
cerca de mi boca, rozándome.
Le agarré del culo y le pegué a mi
pecho, colocando su erección entre ellos, acogiéndolo, empecé a
masajear despacio, lentamente, y mientras subia y bajaba agarrándolos
con ayuda de mis manos, le pasé la lengua por la punta. Me cogió la
cabeza y me obligó a mirarlo mientras lo hacía.
Me apartó bruscamente, me llevó hasta
su mesa y de un manotazo apartó todo, cayendo todos los papeles por
el suelo y dejándola vacía. Me puso contra ella, me levantó la
falda y dejando caer mis bragas hasta mis tacones me abrió las
piernas. Se colocó entre ellas y agarrándome por los cachetes
comenzó a rosarse con mi culo. Desesperada, ansiosa, impaciente,
mojada, excitada... cualquier palabra anteriormente escrita podría
definir mi estado de embriaguez por él.
No aguanté más y pillándolo por
sorpresa me di la vuelta, lo puse a el pegado a la mesa y lo tumbé.
Me subí a horcajadas sobre él, rozando mi sexo empapado en su
erección y poniendo mis pechos en su cara. Me movía como una
serpiente intentando camuflarme con su cuerpo. Estaba tan excitado
como yo, apenas podía apartar los ojos de mi y sus manos me
agarraban el culo clavándome con él, hasta que agarré su miembro
con la mano y me lo introducí lentamente en mi interior, poco a
poco, abriéndome para él, recibiéndolo entero hasta el fondo.
Apoyé mis manos en su pecho, subía y
bajaba despacio, echando la cabeza hacía atrás y mordiéndome el
labio. Noté como intentaba quitarme el sujetador, así que me apegué
más a él y me eché hacía adelante, y dejó mis pechos al aire que
no paraban de moverse cerca de su cara. Él movía la cabeza en cada
movimiento intentando llegar hasta ellos, pegando pequeños mordiscos
cuanto podía.
En su boca susurré algo que pareció
hacerle gracia y acelerarlo un poco más. "Eres un cabrón
miserable y aprovechado" a lo que respondió "Eres tu la
que está sobre mi". Aún así, mandaba él. En cada movimiento,
cada embestida y cada caricia, era el jefe. Como lo iba a ser a
partir de ahora. La situación empezaba a ponerse cada vez más y más
morbosa y las promesas de lo que podría pasar en aquel despacho me
hizo perder el control y acelerar el ritmo de la penetración,
buscando fricción con él y corriendome mientras clavaba mis uñas
en su pecho. Los gemidos se escapaban de mi boca y sus ojos se
clavaban en ella. Le empujé al abismo del placer y se perdió entre
embestidas corriéndose en mi interior.
Podía sentir cada gota caliente que
derramaba, como me llenaba y palpitaba moviéndose cada vez más
despacio hasta que paró. Nos quedamos así un unos segundos hasta
que me quité dispuesta a ponerme la ropa en su sitio, pero él me
frenó.
"Antes de vestirte, recoge lo que
hay por el suelo". Y nuevamente estaba de rodillas medio desnuda
con el a escasos centímetros de mi. Este trabajo prometía.
Ten cuidado con saltarte el releído de lo que escribes, que hay algunas palabras como "nogociable" o "rosarse" que se te han escapado jajajajaja.
ResponderEliminarMe ha sorprendido en el momento, cuando ya me esperaba que él la empotrase contra la mesa, que ella le diese la vuelta a la tortilla para cabalgarle a él jajaja, buen puntazo ese por inesperado xD
Sobre la historia en sí me habría gustado más al final que acabasen cada cual por separado, porque ese "trabajo" no tiene pies ni cabeza el aceptarlo: desconocimiento completo del trabajo en cuestión, jefe obsesionado por el sexo con ella y no por el trabajo en sí... en serio, ¿qué pensaría al ir a trabajar todos los días? Por no hablar del resto de la plantilla, lleva lo de "enchufada" a un nuevo nivel xDDD