Se fue. Lo cierto es que sentí cierto
alivio cuando salió por la puerta y perdí sus ojos penetrantes de
mi vista. Con el crío ahí había bajado mi falda con cuidado sin
moverse lo más mínimo para que el niño no viera nada. Yo sólo
pude subirme el tirante con la mayor naturalidad del mundo. Pero mi
calentón era épico. Mis bragas parecían sacadas de la piscina.
Vale, igual exagero. Pero ese tío me estaba poniendo mucho y a pasos
gigantes se había colado en mi subsconciente y tocado una parte
íntima de mi ser y de mi cuerpo.
Me quedé un rato mirando al agua de la
piscina, sumergida en ella, vagando por mi mente hasta recrear
nuevamente ese recuerdo de hacía apenas unos minutos. Las preguntas
se agolpaban en mi cabeza ¿Y si ese niño no hubiera llegado? ¿Y si
hubieramos cerrado la puerta y ese niño no hubiera entrado? ¿Y si
hubiera pasado algo entre los dos? Bueno esto último no era posible,
era demasiado surrealista hasta para mi que tengo un record guinness
de cosas raras en mi historial. Pero liarme con mi vecino al que odio
no es precisamente algo que imaginase... Podría ser que esa fuera su
manera de castigarme, de callarme la boca, de intentar ganar una
batalla verbal que claramente él siempre perdía. Eso debía de ser,
sí.
Me abracé sobre mi misma y miré al
suelo donde estaba la pelota aún. Con todo el lío de antes ni se la
había llevado. Así que la cogí del suelo y la lancé todo lo alto
que pude embarcándola al otro lado de la pared. Era una pared corta,
no era muy alta y la mitad de ella estaba hecha de alambres. La
altura no era un problema, mas si su visibilidad porque desde ahí se
veía más de lo que querría alguien mostrar.
Aunque con esto último he de decir que
he experimentado sensaciones que no esperaba. Nunca imaginé que
sentirme observada y expuesta hacía un desconocido o alguien como mi
vecino me produjera la más mínima sensación, pero así era.
Adoraba salir y exhibirme delante de ese cabrón. Ponerme ligera de
ropa y hacer algo, lo que fuera, aúnque fuese regar los maceteros de
las esquinas, me atraía el simple hecho de sentir que él, no otro,
ÉL, me observase y me mirara. Me encantaba. Y siempre conseguía
crearme mariposas que se me escapaban por las bragas. Cada vez le
odiaba más.
Me metí en la cocina a hacerme algo de
merendar y poco después me fui arriba a ponerme el bikini para darme
un baño. Como era de esperar en cuanto escuchó el chapurreo del
agua lo vi asomarse, esta vez sin camiseta, lo cual me pudo facilitar
la visión de su pecho. Madre mía como estaba el papi. Siempre pensé
que tenía un fetichismo extraño, pues me atráin los hombres que
eran padres. Tenía cierto grado de cronofilia y teleiofilia, vale
que no era una adolescente, pero los cambios de edad me generaban un
interés importante. Quizás mi obsesión por los hombres fuese otra
consecuencia de esto y que mi androfilia creciera con el paso de los
años. María se divertiría cachondeándose de mi si supiera lo que
me está pasando con el vecino de los cojones. No pienso contarselo
jamás.
Cerré los ojos y me metí en el agua,
me eché el pelo hacía atrás y saqué la cabeza. Me fui nadando
hasta la escalera, me puse de espaldas a él y me quité la parte de
arriba. A estas alturas ya no me importaba que otros me pudieran ver,
además... estaba en mi propia casa, no es problema mío si miraban.
Me di la vuelta, me agaché y cogí agua con las manos y me la eché
por encima de los pechos. Miré directamente hasta su ventana y ahí
estaba él, esta vez no se había quitado. Es más clavó sus ojos en
los mios y mantuvimos un juego morboso de miradas mientras yo me
echaba agua y me rozaba los pechos. Mis pezones se irguieron y los
agarré con mis dedos para pellizcarlos, mordiendo mi labio inferior
sin dejar de mirarle.
Su cara lo decía todo, estaba tan
cachondo como yo lo estaba. Me metí de lleno en el agua y empecé a
nadar con los ojos cerrados de un extremo a otro, perdiéndome en mis
pensamientos y fantasías, imaginando situaciones que jamás
sucedería.
Cuando salí del baño me di una ducha
rápida y me fui a mi habitación, me asomé a la ventana y vi que en
la suya ya no estaba, así que pensé que quizás desde la habitación
de mis padres podría ver algo más. Cogí el pijama, la ropa
interior y me fui hasta allí. Cerré la puerta y abrí las cortinas,
viendo como al fondo de otras de sus ventanas se podía apreciar una
luz encendida y la sombra de alguien que se estaba levantando.
Fue a echar las cortinas cuando me vio
asomada y se quedó ahí con la mirada retadora. Desaté la toalla
del pelo y lo dejé que cayera sobre mis hombros, sin apartar la
vista de él. Lo que hice acontinuación no me lo esperaba si me lo
hubieran dicho días antes. Agarré la toalla del extremo que me
sujetaba y la abrí, dejándola que cayera a mis pies y que sólo el
pelo me cubriera parte de los pechos, para que me viera a través de
la ventana desnuda, con luz, completamente sin nada.
Se mordió el labio, cerró los ojos
mientras levantaba la barbilla y se dio la vuelta dejándome así.
Cuando creí que no volvería a verle
apareció de nuevo, apagó la luz de su habitación y se quedó
observándome. Me di la vuelta, y caminé hacía la cama
contoneándome más de lo necesario, me senté en ella y abrí las
piernas de par en par y me agarré las rodillas para que viera mis
pechos y mi sexo completamente expuesto para él. Quería jugar y
estaba cachonda como una perra en celo, así que decidí darle un
espectáculo para ver su reacción.
Me metí los dedos en la boca, jugueteé
con ellos, chupando como si fuese lo más interesante del mundo y los
bajé en dirección a mis pechos, apretándo mis pezones,
descenciendo hasta mi ombligo, abriendo más las piernas y
poniéndolos en mi sexo. Acariciaba de arriba abajo, abriendo mis
labios vaginales, pasando un dedo y con la otra mano masajeando mis
pechos mientras abría la boca, cerraba los ojos y la echaba hacía
atrás.
Gemía, sin pensar en que él no lo
estaba escuchando pues me daba igual, estaba disfrutando el momento y
desesaba tocarme para él y que lo viera. Le miré, y pude apreciar a
través de la oscuridad el movimiento de sube y baja que estaba
ejerciendo con su mano. Me vine arriba. Sabía que se estaba
masturbando mientras me veía hacer lo mismo. La excitación subía y
mi ego se incrementaba hasta el punto de que su excitación por mi
era mi mecha para explotar. Moví los dedos trazando varios dibujos
en mi sexo mientras me tocaba, me acariciaba, me retorcía y arqueaba
para dar paso, poco después, a un estallido de convulsiones de mi
cuerpo con el orgasmo.
Me quedé dormida, no recuerdo cuando
pasó pero estaba en la cama de mis padres completamente desnuda y el
pelo enmarañado. Eran las 4 y pico de la mañana y no me podía
dormir. Me puse la ropa interior y el pijama que me había llevado a
la habitación y me bajé a la cocina a prepararme algo de comer.
Salí de la cocina con un sandwich de
pavo y un té frío y me puse en el salón a ver la tele, puse mi
adorada Netflix y me puse una película a la que no le presté mucha
atención y con la que, al poco tiempo, me iría a por un libro. Esta
vez en mi habitación, tumbada en la cama con el libro abierto y
leyendo palabras que no retenía en la cabeza. Me puse los
auriculares y cargué mi lista de spotify y me bajé a la planta de
abajo para limpiar un poco la casa. A Las 5:10 de la mañana,
señores, a esa hora esta yo pasando el mocho con Modern Talking
sonando en mi móvil a toda ostia y sin poder pegar más ojo.
Mi cabeza era una locomotora de
pensamientos y todos estaban por encima de los 40 grados. Le veía en
todas las putas partes comiéndome el coño o los morros y
empotrándome como una perra sin piedad. Le escuchaba a él y no a
los cantantes que sonaban "Need your kisses, baby, baby,
need, that stuff" decía
la letra de la canción telegram to yout heat.
"Maldito hijo de perra" grité quizás más alto de
lo normal sin darme cuenta de que no lo decía para mis adentros.
Menos mal que estaba sola. En unos días llegarían mis padres y se
acabaría este tormento lascivo, esto era culpa de la adolescencia
repentina de quedarme sola con 28 años y un vecino salido que está
tan bueno como para no pensar con la cabeza.
Si ese puto crío me tira la pelota, yo se la devuelvo y a callarme
como una puta no vaya ser que vuelva a venir y esta vez no habrá
puertas abiertas. Me sorprendí a mi misma pensando en la posibilidad
de que volviera con alguna excusa y dejarme hacer y ceder ante mis
fantasías.
Pero ahora me rondaba en la cabeza la puta idea de que me había
tocado mirándole y totalmente expuesta...¿Pero en que pensabas,
Mayka? ¿Estás loca, mujer?... era muy tarde como para arrepentirse,
¿Y si se lo decía a mis padres? Claro, y mis padres se lo iban a
creer... y por qué lo iba hacer... él estaba casado y quedaría
como un mirón. Y ahí estaba yo, montándome un diálogo yo sola
conmigo misma que me preguntaba y respondía todo mientras echaba
cristasol en las ventanas y empezaba a dar los primeros rayos de luz
en mi lado de la calle.
Durante el día no salí de la casa bajo ningún concepto. No quería
encontrármelo en la piscina y volver a ponerme más boba de lo
normal, así que me encerré con una tarrina de litro de helado de
vainilla con nueces y caramelo y me puse como Homer Simpson en mi
lado del sofá con las piernas estiradas sobre la mesita auxiliar, y
como no podía ser de otra forma con Netflix. Me estaba descojonando
de la escena en la que Chandler abre la puerta de su habitación y
Joey la había rajado por la mitad cuando mi timbre sonó. Sí. Sonó
y un escalofrío me recorrió entera de arriba abajo pensando en él.
Estaba aterrada en mi propia casa por un vecino al que le había
abierto las piernas. A distancia eso sí.
Pero no era él, era su hijo, el pequeño Lucifer llamado Dani, que
venía amablemente a decirme "Señora puede darme mi pelota",
que majo el niño, "señora", luego me dirán que
porque le odio con todo mi ser.
Fui a por la puta pelota cagándome en toda la corte celestial y los
antepasados del niño y la cogí del agua. Esta vez no me dejó la
piscina sucia. Y se la llevé hasta la puerta. Encontrándome con,
sorpresa, su padre.
- Toma. - Le tendí de mala gana la puñetera pelota. En ese momento me apetecía darle un balonazo en la cara.
- ¿Qué se dice? - Le agarró su padre del hombro cuando el crío se iba.
- Gracias, no volverá a pasar.
- A ver si es verdad, bonito. - y en ese bonito iba toda mi ira acumulada en los últimos 28 años.
- Ve a casa, que tengo que hablar con la vecina.
Terror, pavor, excitación, miedo... verguenza extrema me recorrieron
entera cuando el niño se fue. Por una milésima de segundo quise
cogerlo y abrazarlo como si fuese mi mejor amigo y dejarlo allí,
conmigo, los dos frente a su padre.
- Deberías cerrar las cortinas, se ve todo. - Me dijo socarrón.
- Y tu. - Es todo lo que pude decir.
- ¿Puedo pasar?
- No.
- Tengo que hablar contigo.
- Podemos hablar en la puerta.
- Preferiría que no se enterasen los vecinos.
- Pasa. - Dije de mala gana por quedarme a solas con él pero con una excitación terrible por la misma razón.
Silencio. De pronto todo estaba en silencio y no había una sola
palabra de su boca "Tu dirás" dije sin mirarle a la
cara.
Me cogió del brazo bruscamente y me llevó hasta la parte de la
piscina donde me soltó. Se quedó mirándome de arriba abajo
lamiéndose los labios "Ya lo he visto, ahora quiero
saborearlo" quise hacerme la tonta, hacer como que no sabía
a que se refería así que hice un mohín con la boca y me encogí de
hombros. Dio un paso al frente, luego otro, mientras yo retrocedía y
me dejó con mi culo pegado a la altura del filo de la mesa. Me cogió
del cuello y me tumbó "Estás loco, la mesa no que es de
cristal", me volvió a poner a su altura y me arrastró
practicamente hasta la barbacoa, poniéndome de cara a ella y pegando
su cuerpo al mio, agarrándome de las caderas y pegándome a él.
Susurrando en mi oído y apartando el pelo de mi cuello con su nariz
mientras aspiraba mi olor y me rozaba con los labios, con los dientes
y me lamía. Metía una mano por mi camiseta y subía lentamente
hasta uno de mis pechos que tocaba por encima del sujetador. La otra
mano la usó para desatar el pequeño cordón que ataba mi pijama y
desatándolo con maestría, metió la mno dentro y palpó por encima
de la tela notando mi humedad.
"¿Siempre
estás tan humeda y receptiva?"
preguntó en mi oreja mordiéndome el lóbulo. Apretó mi coño bajo
sus dedos y suspiré, dejando escapar un gemido de deseo que intenté
callar mordiendo mi labio sin mucho éxito. "Quiero
follarte hasta reventarte, puta niña cojonera". Las
ganas, la ira, el odio en sus palabras y esas palabras tan bien
escogidas me terminaron de estremecer y apreté mis muslos con su
mano en mi sexo, la que movió para clavarme los dedos. "Aquí
no, nos pueden ver" logré
decir cerrando los ojos, echando la cabeza en su hombro y agarrando
su mano para sacarla de mis pantalones.
Casi
pegados fuimos andando los escasos metros hasta la puerta de la
cocina, la que abrí con fuerza y más ganas que nunca, lo agarré de
la camiseta y le empujé hasta meterlo dentro. Me estampó contra la
pared, agarró mi cara entre sus manos y me besó. Dios como besaba,
maldita lengua lavadora de cerebros... se me olvidó por qué le
odiaba y sólo deseaba tenerle entre mis piernas, empujando y
jodiendo como un puto loco.
Se apartó, dedicando un minuto para mirarme, para pasar su pulgar
por mis labios y meterlo en la boca para que le chupara, lo hice
cerrando los ojos y abriéndolos despacio pillandolo con sus ojos
estáticos en mis labios. Me agarró la camiseta por el filo y la
subió lentamente, agachándose para lamerme de abajo arriba el
vientre. Levanté los brazos por encima de mi cabeza para ayudarle a
quitarla y me dejó en sujetador. Un pequeño sujetador de encaje
negro que encerraba dos generosos pechos con los pezones erectos y
sensibles. Las sacó de ahí sin miramientos. Las juntó con sus
manos y las pasó por su cara, sacando la lengua y pasando los
pezones por ella mientras estrujaba mis tetas. Puse mis manos sobre
las suyas para incitarle a apretar más.
Se acercó hasta mi boca y me mordió los labios. Pegó su cadera a
mi y noté una tremenda erección desde mi sexo hasta mi cintura.
Ronroneé pensando en lo que podría hacerme con ella. Me agarró el
pantalón del pijama y tiró de el dejándomelo por los tobillos y
sacando yo los pies. Se puso de rodillas, me agarró de las caderas y
hundió su cara entre mis piernas, ronzando con la nariz, aspirando
mi olor, sacando la lengua y pasándola por la tela, mordiéndome por
el pubis y los muslos, por la cara interna pasaba su lengua y su
barba me hacía cosquillas a la vez que me mojaba más. Si era
posible morir de calentón yo estaba camino del cielo.
Agarró con sus dientes la cintura de las bragas, del mismo color que
el sujetador y las deslizó por mis piernas hasta dejarlas en el
suelo. Abrí las piernas más y pasó la palma de su mano por mi
sexo, mojándosela entera y haciéndome temblar. Agarré su cabeza,
le miré con mi labio entre los dientes, y gemí cuando lo vi acercar
su boca hasta mi coño. Dios que placer, que lengua... me abría con
sus dedos y deslizaba la lengua con travesura, jugueteando con mis
pliegues y mi clitoris, pegando pequeños mordiscos y toques con sus
dientes y lengua, comiéndome entera.
Se apartó cuando le apeteció, se quitó la camiseta, me dio la
vuelta y contra la pared se pegó a mi mientras se quitaba el
cinturón y se desabrochaba los botones. El sólo sonido de la
hebilla ya me estaba poniendo a mil sólo de imaginar lo que vendría
después. Se sacó la polla y me la pegó al culo, la pasó despacio
y pude notar su calor, su dureza y la humedad que empezaba a
desprender. La acercó a mi entrada y la rozó, con la punta,
haciendo amagos de querer entrar "La quieres ¿eh, niña?"
me dijo en mi oído antes de darme un toque con ella. "Voy a
follarte tan fuerte y va a gustarte tanto que suplicarás por más".
Me apartó de la pared y me puso contra la encimera, me inclinó,
agarró mis nalgas y abrió para pasarme la mano antes de penetrarme
desde atrás con un dedo. Me azotó, no una, ni dos, ni tres, sino
varias veces y podía notar el calor que emanaba mi cachete, casi
podía imaginar la rojez que había dejado en el. Metió uno, dos, y
hasta tres dedos en mi, entraba y salía despacio y luego acelerando
el ritmo, mientras que con la otra mano me agarraba del cuello y
llevaba sus dedos hasta mi boca para sujetarme desde ahí. Le mordí,
apartó la mano y me dio otro azote. Llevó su polla hasta mi entrada
y me la metió de una embestida haciéndome soltar un pequeño grito
de sorpresa y placer. Cogió mi pelo con su mano y me embistió
mientras mi cabeza era echada hacía atrás por los tirones y me
tenía completamente arqueada, sometida, poseída.
Mis pechos bailaban al compás de las embestidas y pronto llevó una
de sus manos hasta a ellos, para masajearlos y pellizcarlos. "Más...
mas fuerte, fóllame más fuerte" , era lo único que
alcanzaba a decir yo. Se salía de mi con demasiada facilidad, estaba
muy mojada y entraba y salía de mi cada vez más y más deprisa.
Tendría una visión perfecta de su polla entrando y saliendo de mi
cuerpo, una imagen tan excitante como explicita a partes iguales que
me hubiera gustado observar. A ratos se pegaba tanto a mi cuerpo que
sentía el cosquilleo de su pecho en mi espalda, del roce de su
cuerpo y el mio, jodiendo como posesos.
Cada empujón era más fuerte que el anterior. No sabía como dar con
la manera de tocarme, como abarcar el máximo de mi cuerpo con sus
manos. Bajó con sus dedos por mi vientre, llegando hasta mi sexo
inflamado y empapado, trazó unos cuantos círculos que bastaron para
catapultarme al orgasmo más profundo, hacer que me corriera con su
polla dentro de mi, contrayendo mis músculos alrededor de su
erección y gimiendo sin control mientras respiraba con dificultad y
el corazón se me disparaba.
Salió de mi, me dio la vuelta y me puso de rodillas, empezó a
masturbarse mientras me acariciaba los labios y bajaba sus dedos a mi
pecho, sin dejar de mirarme se corrió en ellos y la restregó, como
quien pinta un lienzo con mimo. Los dos respirábamos agitadamente y
entre tanto alboroto no alcancé a oir la puerta.
- Mayka, ya estamos en casa. - La escuché decir. - al final hemos venido antes.
- Mierda, mi madre... vístete. - me pasé la mano por el pecho rápidamente y me puse de pie recogiendo la ropa del suelo. - Será mejor que te vayas, ¡ya!.
Al final salió por la puerta de atrás cuando mi madre entró a la
cocina y me pilló de espaldas como ella me trajo al mundo.
Jaaaajajaja, gran relato, excotante... morboso.... ¡y qué final jajaja!
ResponderEliminarPones que estaba de espaldas desnuda... pero cómo la vean por delante a ver qué excusa pone para el "lienzo" jajajaja.
De lo mejor que has escrito ^^