Las maravillas
del campo parte 3
Sabía que se me
había escapado más ruido de la cuenta, y mis sospechas se vieron
resueltas cuando escuché a Lola al otro lado de la puerta.
- Echaros lo que tengáis ahí mismo porque voy a entrar pero ya. - Y por su tono de voz sabía que no era un farol.
Me iba a llevar un
rapapolvo de mucho cuidado por parte de mi amiga, pero sin duda había
experimentado una maravillosa experiencia en el campo que para mi
quedaba.
Me levanté de la
cama rápidamente, cogí la camiseta de tirantes del suelo y me la
puse en los pechos, apoyándome sobre la puerta de espaldas a ella.
- Lola, cálmate mujer, que son imaginaciones tuyas. - Dije haciendo presión con el culo mientras me metía la camiseta por la cabeza y haciendo un gesto con la mano a Jorge , para que se metiera bajo la cama, que se movía por la habitación nervioso intentando coger su ropa.
- ¿Imaginaciones mías? Vi a Jorge entrar – Bajó la voz – y su teléfono no para de sonar.
- Pues que le llamen mas tarde, ya somos mayorcitos Lola.
- Pone cariño, Cris.
Esto último me
hizo mirarlo con odio infinito en los ojos. Se encogió de hombros y
en ese momento de baja defensa Lola empujó con su hombro la puerta
abriendo el pomo.
-¡Ja! Lo sabía.
- Se agarró los pelos. - ¿Estáis locos o que os pasa? Hay 6
adolescentes ahí y una anciana a la que habéis mancillado su cama.
Enfermos.
Jorge tenía ropa
en la mano y con ella se tapaba sus partes nobles mientras se
despegaba ya del lado de la cama.
-Por el amor de
dios tápate. - Gritó Lola a Jorge. - Y tu...ponte las bragas.
Lola se movía de
un lado a otro de la habitación, nerviosa, con cara de amargura.
Cogí mis bragas del suelo y me las puse, mi peto y el sujetador, que
metí debajo de la camiseta y me lo puse sin quitarme esta.
Jorge se dio la
vuelta y se empezó a vestir mientras Lola miraba de reojo su culo y
yo la pillaba de pleno. Cuando volvió la vista hacía a mi me quedé
mirándola con los brazos cruzados por el pecho.
Creó una enorme
"oh" con su boca y abrió mucho los ojos, cerrando los
puños y haciendo un gesto de triunfo. No había quien la entendiera.
Le pedí a Jorge
que nos dejase a solas. Y cuando estuve segura que se había ido la
cogí del brazo y la llevé a la otra parte de la habitación, al
lado de la ventana.
-Deja de actuar
como si fueses mi madre.
- Es que me van a despedir.
- Me he acostado yo con él, no tu, deja de ser tan paranoica.
- Ponía cariño en su móvil.
- Y a mi qué más me da. Yo estoy soltera.
- Eres una puta mala.
- Y tu una siesa. - Sabía que esa palabra la ponía enferma y que la hacía cambiar de personalidad siempre.
- ¿qué yo qué?
- Siesa. - Deletreé después. - S i e s a. Disfruta un poco que parece que estás amargada.
- No estoy amargada, soy responsable.
- Y siesa. - déjame disfrutar un poco.
- No os volváis a tocar en lo que recta de tiempo, por favor te lo pido.
- Que sí. - Moví con la cabeza. - Ahora ve y preguntalé quién es ese cariño.
- Si decías que te daba igual. - Sonrió. - ¿Te has enamorado? -Y puso cara de horror.
- ¿Tu estás loca? Por un polvo la que me lías...anda ve.
Salimos de la
habitación y cogí la ropa y la llevé hasta el pequeño lavadero
que tenía Clara en casa. Abrí el grifo, puse la ropa en el cubo y
eché el detergente líquido para lavarla a mano. La tendí en el
tendedero del patio y volví al salón donde estaban todos
esperándome con el desayuno en la mesa.
Desayuné como si
no hubiera mañana, estaba muerta de hambre por el desgaste
energético que tuve momentos antes. Jorge no paraba de mirarme
durante la comida. Lola también. A ambos. De hecho intentó que en
medio de nosotros hubiera toda la gente posible. Pero por suerte lo
tenía a la distancia suficiente en la mesa larga de madera donde
estábamos. Era una mesa rectangular de las que posiblemente todas
las abuelas han tenido alguna vez en casa.
Clara nos estaba
contando no sé qué historias de sus nietos, que si no iban apenas a
verla, que si eran unos desagradecidos, que si los niños de cada año
eran mejores nietos que los suyos propios...
Saqué el pie de la
zapatilla de cordones y levanté la pierna lentamente intentando no
alertar a Lola, que escuchaba mientras nos echaba el ojo a ambos. La
estiré y pasé el pie por el paquete de Jorge bajo la mesa, haciendo
que casi escupiera el café y yo me aguantara la risa. Lola se asomó
y me pilló con el pie al aire. Me regañó más tarde "¿Te
crees que estamos en una película porno? Que hay chicos delante y
una anciana".
Más tarde, cuando
todos salían y Jorge ayudaba a montar a uno de los chicos en el
caballo, Lola me paró y me dijo en el óido "Es su sobrina,
dice. Ya me extrañaba a mi que tuviera novia y no me hubiera
enterado yo" a ella se la iban a dar que no se le escapaba
una a la maldita.
Después del paseo
a caballo con uno de los chicos, Jorge volvió al lago donde quedó
con Lola y los demás. Sonrió cuando llegó y me vio apoyada en uno
de los árboles que quedaba cerca de la orilla, mientras yo me mojaba
los pies.
Miró el árbol
donde se apoyó la noche anterior mientras yo le tocaba y se pasó la
lengua por los labios. Yo me estremecí, mordiéndome el labio
inferior, mirando sus ojos, mientras me pasaba disimuladamente un
dedo por la barriga y bajaba hasta en medio de las piernas.
El calentón cada
vez era mayor, no sólo por lo que me ponía, sino por el hecho de
estar vigilados y que hubiera tanto espectador de los que no podían
mirar.
Me volví al
campamento sin decir nada aprovechando que Lola estaba en el agua con
3 de los chicos jugando con la pelota. No pasó desapercibida la
mirada que me echó Jorge, que poco después me siguió.
Me metí en la
tienda de campaña y me quité el peto y la camiseta, así como las
zapatillas, me metí en el saco de dormir sólo con la ropa interior.
Poco después apareció él, y yo fingí una falsa sorpresa.
Se puso de rodillas
a mi lado, quitó la cobertura del saco, deleitándose con mi cuerpo.
Llevó un dedo a mi boca, lo chupé y me lo pasó por el cuello,
bajando hasta el pecho donde agarró parte del sujetador, metió el
dedo debajo y estiró. Soltando y haciendo que mis tetas se movieran.
Siguió bajando,
hasta mi ombligo, que pellizcó y continúo su camino hasta el filo
de mis bragas. Pasó un dedo por mi sexo, se lo llevó a su boca y me
señaló con un gesto que me callase.
Se oía el gorgojeo
de los chavales acercarse, Lola llamándome. Un cosquilleo surgió de
entre mis piernas y creyendo que me iba a quedar con el calentón,
Jorge me agarró de las bragas y las bajó.
Mordisqueó mis
muslos, los lamió, se acercaba hasta el borde de mi sexo con la
lengua para después apartarse y acariciarme con los dedos. Cada vez
estaba más humeda, mas ansiosa, y cuando tuve su cabeza cerca lo
agarré de ella y lo llevé hasta mi coño, apretando su cara contra
la parte de mi cuerpo que requería atención.
Sacó la lengua y
lamío despacio, de abajo arriba, de un lametón con el que siguó
subiendo por mi vientre, mis pechos (que sacó del sujetador), mis
pezones y llegó hasta mi cuello donde me clavó los dientes. Se me
escapó un sonidito que calló poniendo su mano en mi boca. Bajó su
otra mano hasta mi sexo, se mojó dos dedos con su humedad y me los
metió mientras yo me estremecía alrededor de ellos y ponía los
ojos en blanco.
Apartó su mano de
ambos lados, se llevó un dedo a la boca para que me callara y volvió
a bajar con su lengua por mi cuerpo hasta volver a meter la cabeza
entre mis piernas. Yo escuchaba cada vez más cerca la gente y más
nerviosa y excitada me ponía.
Posó su boca en mi
coño, la hundió en el y me acarició con sus labios derritiéndome
entre fuertes descargas que me recorrían la espalda. Haciendo
imposible que me estuviera quieta, moviéndome una y otra vez bajo su
boca haciendo círculos con mis caderas. Pasaba su lengua una y otra
vez, una vez más, lamiendo de arriba abajo, cogiendo con sus labios
partes de mi y succionando. Me estaba haciendo perder la compostura y
me notaba el labio amargo por la sangre que yo misma me había
provocado de tanto morderme intentando callar.
Sus manos se
clavaban en mis muslos, dejando unas marcas blancas y rojizas que se
desvanecieron poco después cuando quitó su mano y uso dos dedos
para penetrarme mientras seguía comiéndome el coño. Metía y
sacaba sus dedos de mi mientras me daba con su lengua en el centro de
mi debilidad. Poco pude aguantar y corriéndome en su boca me tapó
la mia mientras se oía de fondo a Lola llamándole a él.
"No la he
visto", respondió a su pregunta sin dejar de mirarme
mientras yo convulsionaba sobre sus dedos, cerraba los ojos y echaba
la cabeza hacía atrás.
Se quitó la
camiseta, se quitó los pantalones y se colocó entre mis piernas.
Sin saber que ahí fuera Lola se acercaba a mi tienda de campaña
preparada para abrir la ventana y entrar.
Me penetró sin más
preámbulos, enterró su cara entre mis tetas y me embistió despacio
aumentando las sensaciones de las penetraciones. Un lento mete saca
que me rozaba hasta la salida y me la metía hasta el fondo, una y
otra y otra vez. Cada vez mas fuerte mientras le rodeaba con mis
piernas la cintura y le clavaba las uñas en la espalda, golpeando
con mi talón su culo para que fuera más fuerte, más profundo.
Apoyó sus manos al
lado de mis hombros y se apartó para ver como entraba y salía de mi
cuerpo. Incliné la cabeza y podía verlo yo también, poniéndome
como una moto verlo follarme una y otra vez. En cada embestida sus
testículos chocaban con mi piel, dando más profundidad a las
penetraciones.
Me besó, fuerte,
salvaje, animal, casi chocando los dientes por el movimiento de
arriba y abajo, mete y saca. Mordió mi barbilla, pasó su lengua por
mi cuello, deleitándose con mis pechos, cogiendo el pezón con sus
dientes y succionando, poniéndolos más duros de lo que ya estaban.
Salió de mi, me
dio la vuelta y me colocó a cuatro patas. La pasó por mi sexo y
entró de un vez para agarrarme de las caderas y profundizar rápido
y fuerte. "sshhh, cállate. Que está cerca, nos va a oír",
intenté contener los gemidos de placer que estaba experimentando. En
esta postura la notaba hasta el fondo, como si me rompiese por el
interior. Me mordia los labios intentando callar pero era imposible,
así que cogió y me tapó la boca con su mano mientras hacía
embestidas mas bruscas, duras, secas, buscando correrse cuanto antes.
"Quiero
reventarte el coño" susurró en mi oído, haciendo que me
corriera en pocos segundos por segunda vez, con su polla dentro de
mi. Mi interior le apretaba, palpitaba y me estremecía sobre él.
Salío de mi, me pidió que me diera la vuelta y de rodillas ante él
se masturbó hasta correrse en mi boca, cayendo por mis pechos
pequeñas gotas de su semen.
Una sombra alertó
en la tela de que iban abrir y no dio tiempo a nada, más que a ver
la cara de perplejidad de Lola.
Jajajajajaja, pobre Lola, tiene más trabajo con ellos dos que con los niños jajajajajajajaja.
ResponderEliminarY en éste sí que les abroncaría yo... una cosa es la oportunidad con lo de las duchas en la casa de la Clara y otra pasar de sus deberes como cuidadores abandonándoles a Lola y a los chavales a su suerte y riesgo en el lago, eso sí que no, ahí sí que se pasaron jajajaja.
Gran relato y gran serie.
Pd: ¿Al final caería Lola en un trío para "demostrar que no es una siesa" si continuases con la historia? Jajajajaja.