Castigo
Te tengo a mi lado, mirándome y
provocándome escalofríos, nervios y que mi respiración se acelere.
Hay tanta gente delante que no puedo concentrarme mientras tengo tu
mano subiendo por mi muslo por debajo de la mesa. Te aparto y escucho
un quejido que alerta a todos los que están allí. "Ahora
vuelvo" dices, mientras me miras indicándome que te
acompañe.
Se lo que me espera... el castigo por
rechazarte.
Te sigo con la cabeza gacha y mis ojos
clavados en el suelo, nerviosa ando torpemente, hasta que no hay
nadie, me agarras de la mano y tiras de mi. Me coges en brazos y me
pones sobre tu hombro dejando mi culo cerca de tu cara que casi se ve
por el corto vestido. Mientras andamos hacía donde me quieras llevar
un par de azotes siento en mi piel, que noto como empieza a arder a
tu tacto, como tu mano se va marcando en mi blancura.
Llegamos a una pequeña abandonada
donde en mas de una ocasión nos hemos refugiado, aunque se que esta
vez será una sala de castigo. Al entrar me sorprendo al ver que todo
está ordenado, habitable, encantador... ves la incertidumbre en mi
cara "La he comprado para nosotros", me dices
orgulloso. "Siéntate" Hago caso y me pongo cerca de
la chimenea mientras le veo desaparecer en una de las puertas oscuras
que hay al fondo.
Nerviosa, agarrándome las manos y
moviendo los pies espero que vuelva, y ver que me tiene preparado.
Aparece con una cajita pequeña, una
fusta y un cinturón en la mano. Entre el miedo, por saber de lo que
es capaz, no puedo evitar mojarme y sentir como la fina tela de las
bragas blancas se empapa.
"Apóyate en el sofá".
Me quedo en una posición en la que mi culo está en primer plano, me
levanta el vestido y muerde mis cachetes por encima de la tela, pasa
su mano por mi sexo y sonríe en mi oído "Ansiosa, ¿eh?,
pronto lo sabrás" me aprieta y suelto un quejido. Sé que
me va a torturar y me va a volver loca de ganas por sentirle.
"Sabes lo que me excita y
cabrea que cuando te toque te opongas, a pesar de saber que
quieres..., dame las manos" Me las ata con el cinturón y me
las coloca en el respaldo del sofá. "Te has portado como no
debías, yo sólo quería acariciarte un poco, pequeña..."
Siento como sus manos me bajan las bragas despacio y las deja en mis
tobillos. "Abre un poco las piernas". Me agarra el
culo, lo levanta y pasa su lengua mi intimidad, a estas alturas
chorreando por él. "Ahh" sólo logro decir.
Movimientos de abajo arriba, dándome lametones y pequeños bocados
mientras mis piernas tiemblan, mi cuerpo se estremece y busco ansiosa
el correrme.
Sus dedos se clavan en mi piel, y me
atrevo a asegurar que no serán las únicas marcas que me dejará
hoy. Se aparta, dejándome con la miel en los labios. Se pone de pie
y va por la fusta, se lo que viene, lo sé desde el momento que lo vi
aparecer con ella.
"Tienes prohibido quejarte o
hablar". Y cuando menos lo espero me azota, me agarro al
sofá como puedo con las manos atadas, mientras muevo la cabeza y
hago una mueca de dolor. Otra vez, mas intensa, ahora pasa la fusta
por mi sexo, la humedece con el y vuelve azotarme. Noto como mi culo
empieza a arder, cada vez mas y el dolor se hace notar cuando tras
mas de diez, quince y veinte azotes con la fusta, lo hace con las
manos y me pellizca el culo.
El sabor amargo de la sangre me alerta
de que me he mordido tanto el labio que me he herido a mi misma por
el dolor. Escucho de fondo como se desabrocha el cinturón y baja la
cremallera. Pone sus manos en mis cachetes, me abre y me levanta un
poco para embestirme profundamente de una vez. "Ahh"
grito, saltándome la prohibición. "Muy mal" Me
agarra del pelo, estira tanto de mi que en esta postura creo que voy
a partirme por la mitad. Mientras me penetra de forma salvaje,
desesperada y dolorosa sigue con algún que otro azote. "Te
has quedado sin orgasmo esta vez, sabes que hay reglas que cumplir".
Y con sus sucias palabras cargadas de posesión, dominio y prohibidas
tentaciones me sigue follando y acercando al orgasmo.
Me conoce tan bien que sabe cuando
estoy apunto de correrme y para. Va hacía la cajita que trajo al
principio y la abre, saca de dentro una cuerda con bolas plateadas,
que me dice que chupe. Hago caso y ensalivo las bolas chinas que ha
puesto en mis labios. Vuelve a colocarse tras de mi y pone su miembro
entre mis cachetes, se masturba con ellos para quitarme la
posibilidad de conseguir lo que quiero. Mientras me aferro al sofá y
a lo que tengo en la boca suplicando para mis adentros que me la meta
hasta al fondo y me de el placer que necesito.
Torturándome, haciéndome pensar en lo
que me estoy perdiendo siento como me embiste salvajemente para
correrse en mi interior y se queda quieto, mientras noto su semen
caliente dentro de mi, como su miembro palpita y yo no puedo
correrme, por que no me lo permite.
Sale de mi y me quita las bragas de los
tobillos y las guarda en su chaqueta, que no se había quitado.
Me quita las bolas de la boca y las va
introduciendo en mi interior una a una, y se que con sólo un roce en
mi clítoris puedo romperme. Me da un azote "vamos, bájate
el vestido que volvemos a la reunión con los demás" "¿Qué?
¿enserio me vas hacer esto?" "No haberme desobedecido,
pequeña".
Me agarra de la cintura y me saca de
allí, andando con dificultad por el dolor, escozor y ardoz que
siento en el culo, y como el semen se mezcla con mis fluidos, las
bolas y las ganas de correrme que tengo. Todo esto sin bragas, con un
vestido de fácil vuelo y rodeados de gente. Sin duda, sabía como
castigarme el muy cabrón.
"Llegamos a una pequeña abandonada"
ResponderEliminar¿A una pequeña... "qué" abandonada? ¿Casa? ¿Cabaña?
Me da que te has comido una palabra.
Buen relato, del tipo aquí te pillo aquí te mato. Cortita y al pie como suele decirse... aunque poco higiénico si se corre en su interior y luego va sin bragas y con falda, que eso no se absorve dentro, suele salirse, iba a dejar fino el asiento dónde se sentase xDDDDDDD
si, pequeña cabaña xD me comi la palabra.
EliminarEsa era la idea, que fuese sucio y tiviera que terminar con la corrrida entre las piernas XD