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martes, 23 de febrero de 2016

Recuerdos +18

Recuerdos


Me pierdo en tu aroma que envuelve mis sábanas desde que te marchaste, exactamente hace 1 hora y 45 minutos que te levantaste, creyéndome dormida, te vestiste sin hacer ruido y te fuiste, dejándome sólo una rosa blanca sobre la mesita de noche.

Bonita manera de actuar, cuando te apetece me buscas, me seduces, me encaminas a lo que ansías hacer con mi cuerpo y te aprovechas de ser mi debilidad. Pienso en la idea y me encoge la parte más profunda de mis entrañas, mojándome poco a poco sólo con pensarte nuevamente ahí, entre mis piernas.
Tu olor aún perdura en la almohada, esa mezcla entre tu perfume y sudor, tu esencia... que me envuelve. Miro mis muñecas, marcadas por tus manos, mi piel rojiza, por cada uno de tus dedos que se han clavado en ella.
El otro lado de la cama deshecho, frío, solitario... y empiezo a echarte de menos en más de un sentido de la palabra.

Porque recuerdo... todo vuelve a mi mente, a mi cuerpo, haciéndome reaccionar excitándome, alterándome la respiración poco a poco, apretando mis muslos intentando calmar la sensación de que me arde mi sexo dolorido.

Y recuerdo...

Estoy viendo la tele, aburrida sin saber qué hacer y mirando el móvil. Entonces suena y veo un mensaje tuyo pidiéndome quedar. Sé lo que buscas, pero una parte, irracional seguramente, no me permite negarme a ti. Intento hacerme la dura, la interesante, tardar un mínimo en responder o simplemente no hacerlo, pero no puedo, y al final te mando un mensaje aceptando tu propuesta.

Cuando vuelve a sonar el móvil veo que en tu respuesta me pides quedarnos en casa, y acepto. En cuestión de minutos arreglo un poco mi apartamento, me visto yo y me preparo para lo que seguramente quieres de mí.
Poco después suena el timbre y al abrir te veo ahí, irresistible, sin decir nada y a la vez todo. Con esa cara de niño travieso y esa barba que me vuelve loca. Corbata, cinturón, traje... muy formal para venir a mi propia casa y no salir ni a tomar nada. Conoces mis debilidades y quieres explorarlas, otra vez.

Me miras, apenas hablas y te sientas sin ni siquiera decirte nada, "Cabrón engreído" pienso mientras voy a la cocina, busco dos copas y saco vino. Pero me quitas la botella, la pones en la mesita y tiras de mí hacia a ti "odio que bebas”. Crees que por que me folles cuando te apetezca tienes derecho sobre mí. En realidad, no me gusta el vino, pero sé que te enferma que te lleve la contraria.

Me pones sobre tus piernas bocabajo, de espaldas a ti, y me subes el vestido que me he puesto aposta. Ves que no llevo bragas y tu mano impacta en mi culo de manera que resuena en toda la habitación.
"Te gusta provocarme, ¿verdad?" me dices mientras me das un azote, y otro, otro, y otro más. "Te gusta hacer cosas que sabes que no me gustan, porque sabes que me proporciona placer castigarte y ejercer mi control sobre ti". Tenía razón. Cada azote me humedecía más, endurecía mis pezones y me mordía los labios intentando evitar de alguna manera lo que sentía en mi interior.

Me acaricia mi sexo en esa postura, desde atrás, mientras busco la manera de rozarle el paquete con la boca y restregar mi cara en él. Se da cuenta de mi intención y me da otro azote que me duele más de lo esperado. "¡Ay!”.
"Las manos a la espalda" ordena mientras me acomoda cerca de su miembro, endurecido bajo el pantalón. "No voy atarte... aún. Pero no se te ocurra moverlas de ahí". Desabrocha su cinturón, el botón del pantalón y baja la cremallera cerca de mi boca, casi pudiendo rozar la tela con mis labios. "Demuéstrame que sabes". Me reta con una mano agarrándome el culo y con la otra acariciando mi pelo. Intento liberar, con frustración, su erección de los calzoncillos ayudándome con los labios, pero bajo una risita de diversión de él al final acabo sacándola y dándome con ella en la boca.

Clavo mis ojos en los suyos y saco la lengua mientras rozo la punta de su miembro con mis labios. Pequeños lametones lentos, suaves, que le están sacando de su control absoluto sobre mí. Poco a poco va perdiendo terreno, me agarra más el pelo intentando mantener la compostura. Cojo su polla con la boca y la introduzco hasta mi garganta sin dejar de mirarle, hasta el fondo, una, y otra, y otra vez. Atragantándome con ella y retirándome en el momento, cogiendo aire. Cada vez más fuerte, de abajo arriba, chupo, lamo, paso los labios por la punta y mi lengua juguetea con ella, hasta que su mano ejerce el control de nuevo en mí y me hunde la cabeza manteniendo unos segundos su polla en mi garganta.

"Levanta de ahí" me agarra del pelo quitándome de encima de él y me tira en la cama como si fuese una muñeca en sus manos. Arrebatando mi ropa casi de manera salvaje me deja desnuda frente a él. Busca en sus bolsillos y saca varias cuerdas de grosor mediano, todas rojas, y sin ni siquiera desvestirse me ata las manos al cabecero, mientras mis piernas aún están libres.
Se quita la corbata y, con ella en las manos, se desabrocha la camisa poco a poco. "Abre las piernas", obedezco sin pensarlo, y con la corbata me da pequeños azotes en mi sexo. Me arqueo, respiro con dificultad, gimo y me quejo mientras mis dientes muerden mi labio inferior y le miro. Veo en su cara la satisfacción y eso me eleva.

Se quita la ropa, se queda completamente desnudo y se pone de rodillas en la cama, me agarra los muslos y los abre, mientras me pellizca y me da con la palma de la mano de forma seca. Pasa su lengua mientras me arqueo, ansiosa, excitada, empapada... deseando que me coma y me sacie. Pero me tortura, su lengua llega hasta el punto de mis ingles, me muerde, me lame, pasa su nariz por mi sexo y me huele "me encanta verte así, tan expuesta, indefensa y necesitada de mí... por y cuando yo quiera". Le intento rodear con las piernas, pero se quita, me enseña un dedo y me dice que no con él "no querrás que te ate los pies y te torture un poco, ¿verdad?" "Eres un maldito cabrón" "Esa boca sucia..." me pone la corbata en la boca y me amordaza con ella.

Teniendo en cuenta su amenaza intento mantener las piernas quietas, mientras su lengua pasea por mi sexo, me abre con los dedos y me da con la punta de la lengua provocando espasmos que me están volviendo loca. Introduce un dedo en mí, y en cuestión de segundos mete dos más. Tres dedos y su lengua están torturándome de la manera más placentera posible. Me arqueo, muevo las caderas, muerdo la corbata en mi boca y echo la cabeza hacía atrás cerrando los ojos desesperada. Me devora, y puedo escuchar el sonido de su boca y su lengua mezclándose con mis fluidos. Sé que estoy a punto de correrme. "Córrete para mí, nena".

Esas palabras resuenan en mi cabeza cuando vuelve a prestarme atención, y su lengua entra y sale con un dedo de mi interior, hasta que no puedo más y me corro en su boca moviéndome sin control sobre ella mientras intenta sujetarme los muslos y me da manotazos.
Se levanta y veo cómo, con la boca entre abierta, gotea sobre mí y se relame. Me coge y me da la vuelta, me pone boca bajo y lo veo levantarse. Va directo a mis pies, me los ata en la cama y me deja a cuatro patas, completamente inmovilizada. Se posiciona en medio de mí, abriéndose paso con sus rodillas y empieza a azotarme, me acaricia, me manosea, me azota, y vuelta a empezar, mientras su otra mano se enreda en mi pelo y cuando me escucha quejarme estira de él.

Miro por debajo de mi cuerpo, veo como coge su miembro y lo lleva a mi entrada, lo siento en ella. Restriega la punta en mi sexo empapado y la introduce despacio en mi interior, mete, saca, vuelve a meter y a sacar la punta de su erección de mí. Cuando menos lo espero entra de una embestida fuerte, salvaje, y siento como se clava en lo más profundo de mi ser y empieza a moverse, agarrando mis caderas me embiste como si me fuera a romper, con desesperación, ansiedad, ganas de controlar cada parte de mi interior. Me pellizca el culo, siento la palma de su mano impactar en él y como estira de mi pelo buscando su propio placer. Sale de mí y vuelve a entrar con fuerza, haciendo lo mismo dos veces más hasta que vuelve a embestirme sin parar y siento cómo se va tensando, cómo su cuerpo se aferra al mío, cómo me aprieta con las manos la cintura clavándome los dedos en la piel y haciéndome daño.

Siento cómo se corre en mi interior, cómo su miembro palpita, cómo se echa su cuerpo sobre el mío y se desploma sobre mi casi asfixiándome. Con la respiración entre cortada aún se acerca a mi oído, y mientras me quita la corbata de la boca me susurra "Esto me gusta de ti, saber que puedo usarte y que es lo que te complace...mi pequeña diversión".

Empieza recobrar la compostura y a desatarme las cuerdas, dejando en mi piel las marcas de ellas y sin darme cuenta me duermo...



Me doy cuenta de que mientras recuerdo todo lo de anoche mi mano se ha ido a mi entrepierna, y mis dedos empiezan a jugar con mi sexo, abriendo mis labios y pasando el dedo despacio, desde mi entrada al clítoris, moviéndolo despacio en círculos. Mi otra mano acaricia un pecho, lo manosea, pellizca el pezón y me abro más de piernas para introducirme dos dedos en mi interior. Excitada, entregada y recordando cada uno de los momentos que pasé con él anoche siento como mi orgasmo se aproxima y cuando no puedo más me corro entre espasmos y oliendo su perfume en mi almohada.
Estoy sin fuerzas y me quedo quieta, pensando, observando la ventana desde mi cama y decido coger mi móvil y mandarle un mensaje. "Gracias por el orgasmo que acabo de tener gracias a los recuerdos de esta noche, acabo de correrme pensando en ti". Su respuesta llega casi de inmediato "Me satisface saber que eres una buena chica y que no dejas de pensarme. Pero ahora tengo un problema en los pantalones que deberíamos resolver".

Sonrío mientras me vuelvo a excitar sabiendo a lo que se refiere.

2 comentarios:

  1. Me encanta tu blog y todas las historias! Sigue así!

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  2. Joder, más que "hetero general" esto es directamente dominación jajaja. Bien narrado, muy morboso con el juego de las ataduras y tal, y muy buen toque el añadido de la autosatisfacción ^^

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