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domingo, 21 de febrero de 2016

¡Sorpresa!


¡Sorpresa!


"Ahora vuelvo" le digo a mi marido en el oído en la entrada del cine, mientras estamos esperando ambos y nuestros amigos para entrar. Aún falta un cuarto de hora y necesito un baño urgentemente.
Pregunto al trabajador que está tras el cordón si puedo pasar al servicio de señoras "Claro, pase" me dice entre una sonrisa.

Paso por varias salas hasta llegar al final del pasillo y encontrar el cartel de aseos. Cuando entro veo varias chicas, más jóvenes que yo, mirándose en el espejo y empifollandose como colegialas rebeldes que quieren parecer más adultas.
Miro puerta tras puerta buscando un baño lo más limpio posible, pero dado lo que veo al final entro en el que menos sucio está.

Tras hacer un sinfín de equilibrios intentando que el bolso no caiga al suelo, que el abrigo no se me moje con nada, que los tacones no se me partan y que el pestillo se cierre de una jodida vez en condiciones, logro poder hacer pis. Tras un rato volviendo a ponerme la ropa en su sitio, cogiendo el bolso y arreglándome un poco salgo del baño y me miro al espejo para retocarme el maquillaje.

Por el rabillo del ojo me parece ver una puerta moverse y escucho un ligero ruido. Pienso en la posibilidad de que alguna de las chicas de antes esté ahí, haciendo alguna clase de tontería propia de esa edad.
Dejo el abrigo encima del seca manos. Busco en mi bolso el gloss, pero entre las miles de cosas que llevo ahí, encuentro todo menos lo que busco. Al final consigo dar con el maldito tuvo y lo saco para darme un poco en los labios.
En el cristal veo a alguien que me resulta familiar pero no consigo acertar... "Perdone, es el baño de mujeres... no creo que deba estar aquí". Sonríe, mirándome de arriba abajo y empezando a ponerme nerviosa.

Sigue en su sitio, sin dejar de observar cada uno de mis movimientos a través del cristal y empiezo a sentir un cosquilleo entre miedo y angustia por este extraño tío que no habla ni se va de un lugar en el que estoy sola. Supuse que había salido de la puerta que escuché y vi moverse. Cansada y un poco mosqueada me di la vuelta, me crucé de brazos y con toda mi valentía le miré "¿Espera algo?, ¿Le manda mi marido? ¿Qué quiere?" "A ti" fue su respuesta. Lo que provocó un estremecimiento en lo mas profundo de mi además de un temor que no había experimentado nunca.

Por inercia retrocedí, topándome de lleno con el lavabo en mi culo. Cuando vi su intención de rodearme con los brazos eché a correr pero antes de poder abrir la puerta su mano apoyada en esta me lo impedía. "¿Qué coño quiere? Si no me deja irme gritaré" "¿Por qué no pruebas a hacerlo?" me retó mientras acercaba su cuerpo mucho mas al mío. "¿Y si tu marido no está fuera? ¿Y si se ha ido con esos amigos vuestros a la calle a fumar por que, por casualidad, la película ha sufrido un retraso y tu me has mandado a decirle que estabas fuera?" "Me habría visto salir, no es estúpido" Contesté alterada, pensando en la horrible idea de que eso fuera verdad. "Hay varias salidas, quizás el trabajador del cine, un gran amigo, le haya dicho que te vio salir por la parte de atrás"

Agarrada al pomo de la puerta y dando manotazos en ella intentaba abrirla, cuando fui a gritar sentí como su mano me impedía soltar palabra alguna. "Shh, te he dicho que te calles". Su cuerpo ejercía presión contra el mío y podía notar en mi cintura como su erección crecía en los pantalones. La mezcla de miedo e impotencia estaba dando paso a otra nueva sensación prohibida. Deseo, excitación. "Suéltame".  "¿Seguro que es eso lo que quieres?" su mano inmovilizaba la mano que tenia sobre el pomo y la otra acariciaba mi vientre lentamente, bajando despacio y para mi desgracia excitándome poco a poco.
No, no debía, no podía y esto era una violación en toda regla. Estaba casada, no conocía a este tío y me estaba forzando a estar ahí . ¿Lo hacía? Realmente me lo pregunté cuando fui consciente de que estaba quieta, mientras manoseaba mi cuerpo y no hacía el mínimo esfuerzo por resistirme. Pero una parte de mi me obligaba a reaccionar. Empujé con el culo para quitármelo de encima, lo cual me dio tiempo a salir debajo de él y alejarme de la puerta, pero seguía encerrada en un espacio que no tenía salida, con un tío que tenía todas las de ganar conmigo. Cogí mi bolso esperando dar con algo con lo que pudiera defenderme. "Vamos, ¿enserio lo quieres así?" "Déjame salir, por favor" pedí en un intento de que esto fuese una broma de mi pareja y estuviera descojonándose de mi. Por que no sabía muy bien a santo de que venía esto.

Se acercó a mi, que estaba arrinconada en la pared y me arrancó el bolso de las manos. Se quedó con la correa, estirándo de ella y cargándose el broche, y tiró mis cosas al suelo. "Dame las manos" negué, intentando buscar una manera de huir de ahí. Grité, pero me tapó la boca y nadie acudió. Forcejeando conmigo consiguió agarrar mis muñecas y atármelas con la correa de mi bolso.
La idea tan perturbadora como excitante empezó a parecerme curiosa y, aunque intentaba librarme del agarre y salir de ahí, una parte de mi quería disfrutar del momento.

No estaba mal, atractivo, alto, fuerte... empezaba a experimentar un síndrome de estocolmo con este maldito cabrón, eso o que estaba poniéndome cachonda con su manera salvaje de obligarme a lo que sea dios que quiere. Pero la idea de que estaba casada me carcomía por dentro y no podía dejar de pensar en ello. "Por favor, estoy casada, déjame..." "Shh, he dicho que te calles"

Me mordía el labio de impotencia, deseo y mi lucha intentar de querer que parara y que continuara. Su mano se coló entre mis piernas, intentando subir a mi intimidad pero apreté los muslos, negándome a ello. Aún así no tuvo reparos en apretar mis muslos para abrirlos y meter la mano en mis bragas. Con cara de sorpresa me miró, sonriendo orgulloso y altanero a lo que había descubierto. "Estás...muy mojada. Te gusta sentirte así, ¿eh?" tragué saliva, excitada, asustada, humillada y enfadada tanto con él como conmigo misma.

"¿Qué pasa si meto los dedos... aquí?" "Ahh" gemí mientras sentía como sus dedos entraba en mi interior sin reparo alguno. "Por favor... " Su otra mano acariciaba mis pechos por encima del vestido, "¿De verdad quieres que pare? Tu sexo no parece recharazme precisamente, estás tan mojada que no me va a costar nada entrar en ti". Poco a poco la excitación y la situación empezaban a apoderarse de mi, mí cuerpo dejaba de tensarse, dejaba de luchar contra mi conciencia y el momento, empezaba a entregarme a él sin darme apenas cuenta.

Subió mi vestido hasta la cintura, agarró mis bragas y las bajó mientras observaba mi cara en todo momento. La intensidad al mantener mis piernas cerradas poco a poco se iba soltando. Aunque una parte de mi me indicaba que hiciera un mínimo de teatro y fingiera que estaba ofendida o no quería. Acercó su cara a mi entrepierna, pasando la lengua brevemente y haciendo que perdiera mi equilibrio cogió mi pierna. Se puso de pie en medio, mientras mi pierna rodeaba su cintura y sentía el peso de su cuerpo sobre mi. Ponía notar como con su otra mano desabrochaba el cinturón y oía el chasquido de la cremallera al bajar.

Su aliento en mi cuello, alterado, excitado, ansioso por penetrarme y apoderarse de mi voluntad.
Sentía su miembro duro y mojada acariciar mi entrada, introduciendo y sacando sólo la punta, provocándome una tortura que me estaba desesperando. "Por favor..."Suplicaba. "Dime lo que quiero oír y que tanto deseas". Negué con la cabeza, intentando no sucumbir, pero no podía y al final cedí a lo que mi cuerpo ansiaba. "Por favor... quiero que me folles".
Agarró aún mas mi pierna, me levantó y me penetró mientras sentía como se clavaba hasta lo mas profundo de mi ser y dejaba escapar un gruñido en mi boca.
Me embestía, cada vez mas fuerte mas duro, mas salvaje, sintiendo como con cada movimiento brusco mi cintura parecía resentirse y podía notar su miembro duro hasta en mis riñones. Iba a romperme, me estaba reventando mientras el placer me inundaba y ansiaba correrme con este extraño.

Levanté las muñecas atadas y las pasé por su cabeza, agarrándome por completo a él y rozando mi boca con la suya. "No, sólo quiero follarte, no quiero besos, quiero satisfacerme contigo." y puso sus labios en mi cuello, clavando los dientes en el a cada movimiento.
Era consciente de que ya no iba a quitarme, así que me aflojó el agarre de las piernas y yo misma lo rodeé mientras me agarraba la cintura y se adentraba mas en mi "Ahhh" gritaba presa del placer y la necesidad de correrme con su contacto. Entre el mete saca y el roce de mi clítoris con él estaba a punto de estallar. "Estás muy desesperada por correrte para haberte hecho tanto la estrecha. ¿Querías sentir mi polla hasta el fondo desde que me viste? ¿o ha sido el miedo lo que te ha llevado a entregarte a mi?" "¿Quién eres?" Logré responder entre gemidos entrecortados. "Cuando te corras para mi te lo diré".

La fricción, la penetración salvaje, el entorno prohibido... no pude aguantarlo mas y mientras me mordía los labios para callarme me corrí sobre él y me tensaba. Podía estar segura que mis espasmos apretaban su miembro en mi interior y que lo estaban acercando al clímax. No estaba equivocada, poco después sentía como salía de mi y se corría en la parte baja de mi vientre.

Me temblaba el cuerpo, me costaba respirar y me dejé caer al suelo mientras le miraba "¿Quién eres?". "El que ha cumplido una fantasía", dijo mientras me daba una mano para levantarme y me daba un beso en la mejilla. Me acarició el pelo y me desataba las manos ayudándome a vestirme. Su suavidad y cuidado no parecía digna de alguien que me había tratado así. "Puedes pasar" y vi como la puerta del servicio se habría y aparecía mi marido. "¿Qué...?" se acercó a mi y me abrazó besándome. "Espero que tu regalo de cumpleaños anticipado te haya gustado... y le des las gracias a tu amiga por la sugerencia".

Todavía incrédula entendí que todo esto había sido montado por mi marido y una de mis amigas, a la cual le había contado que fantaseaba con una situación similar. Supongo que este fue el mejor momento para llevarlo a cabo.

1 comentario:

  1. No es "empifollandose" pero casi, es "emperifollándose" jajajaja.

    No sé, este relato no me ha parecido muy real... aunque su fantasía fuera ser violada o el juego de la violación no creo que dijese "quiero que me folles" así porque pierdes justo el juego de "ser forzada" por la situación.

    Al igual que el marido, porque para cumplir su fantasía bastaba con a ver sido él mismo disfrazado con capucha y todo eso y tal, porque así parece que lo único a lo que ha accedido es a ser cornudo justo por esa frase de acceder a ser follada porque convierte la violación forzada en aceptación.

    No sé si me he explicado.

    Creo que a éste deberías haberle dado otra vuelta de tiesto. Siento mucho mi comentario.

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