Vacaciones
2 Parte
Las palabras tenemos que hablar nunca
traen nada bueno, y menos aún si hay una tensión sexual no resuelta
entre dos personas, y añade el extra de que tiene pareja y tu eres
una chica que empatiza con la otra y piensas "No puedo permitir
que haga eso". Pero a ver, si él te dice que su novia es más
que consciente de esos detalles y que lo permite... ¿Quién eres tu
para oponerte?.
Pero ahí estaba yo, dando vueltas sin
descanso. Había venido para olvidarme de mierdas y me encontraba más
aún, por que soy tonta, por que total, un casquete y cada uno por su
lado, sino nos ibamos a ver más.
Le dejé una nota debajo de la puerta
esa noche, cuando vi que salieron todos menos él de las
habitaciones. Sí. Estaba ahí en plan acechadora que me faltaba de
fondo "yo soy aquél que por la noche te persigue..."Por
que el cuadro no era para menos. Pues cuando la nota estaba ya dentro
y yo me levantaba, la puerta se abrió.
Se quedó mirándome, relamiéndose los
labios y una parte de mi se estremeció mientras que la otra le apatecía jugar. Aunque fuera un poquito.
Me fui a mi habitación, a sabiendas de
que me seguiría en cuanto leyera mi nota. Cerró cuando entró y se
acercó a mi. Yo estaba de espalda en la pared. Sus manos agarraron
mi cintura y se acercó lo bastante como para sentir sus palabras
sobre mi boca "¿De qué tenemos que hablar?". Pegó
sus caderas a las mías y noté como una erección empezaba a crecer
bajo la tela, presionando por salir.
Quité
la cara, le empujé un poco poniendo mis manos sobre su pecho, y me
eché en la pared otra vez, con una mano en mi muslo y subiéndola
poco a poco, dejando ver la ropa interior. Inconscientemente me mordí
el labio, bajé con la otra mano la cremallera de la camiseta y me
quede con ella abierta, enseñando el sujetador.
Le
brillaban los ojos y pude ver como tragaba saliva, esperando la
respuesta que él ansiaba.
Se
acercó a mi pero lo frené, haciendo un gesto con el dedo y la boca
"No". Bajé mi tirante y dejé parte del sujetador bajado,
sin llegar a verse nada, me agarré el pecho con la mano y apretaba,
masajeando mientras le miraba. Su entrepierna hablaba por si sola, y
sus gestos también. Se la sujetaba por encima de la ropa apretando
e intentando bajarla.
Me
metí la mano en las bragas, abrí más las piernas y me toqué,
mientras no apartaba la vista de él, que se relamía los labios y se
ponía cada vez más nervioso. Saqué la mano, me acerqué hasta él
y puse los dedos en sus labios. Cuando fue abrir la boca los aparte,
me agarro del brazo y le quité, "Si quieres ver como
acaba no toques".
Me
tumbé en la cama y me abrí de piernas, subí mi falda y saqué mis
pechos del sujetador. Pude escuchar el suspiro y como se acercaba.
Pero le frené. No quería que me tocara, sólo iba a tocarme yo.
Una
mano en mis pechos pellizcando mis pezones, otra entre mis piernas,
donde cada vez se humedecía más, y el frente a mi, mirando sin
poder quitar la vista, babeando, con las ganas en su cara de ser
quien me diera placer.Vi intenciones de tocarse pero no le dejé.
Esto era un pequeño recuerdo de la piscina, recuerdo del que me valí
para recrear una escena que no pasó y que en mi mente me impulsaba a
tocarme, pasarme los dedos, mover en circulos despacio, arqueándome,
gimiendo despacio, sin hacer ruido excesivo. Cerré los ojos
sintiendo cada caricia, cada movimiento... introduciendo un dedo en
mi interior, sacándolo, acariciando con la humedad y volver a
dentro, con dos, con tres... un baile entre mis dedos y yo que me
estaba haciendo llegar al placer.
La
ventaja de tener el pecho grande es poder llegar a lamerme. Algo que
por lo que vi le volvió loco. Nuevamente quiso tocarme, pero me
negué amenazando con parar. Tenía sus manos entrelazadas, evitando
tocar nada que no fuera eso. Escuché su voz, casi susurrando, ronca,
"Correte ya, joder, no puedo más", y
como si fuera un orden me corrí, mordiendo mi mano mientras
intentaba ahogar el gemido para que no se oyera.
Le
hice un gesto con la mano para que se acercara, cuando se agachó
hasta amí sonriende le susurré, aún saboreando el orgásmo, "esto
es por lo de la piscina".
Lo empujé suavemente y me levanté, poniendo la ropa en su sitio e
invitándolo a salir.
Esa noche no me
senté con él, las aguas estaban aún muy revoltosas y no quería
tentar mas a la suerte. Tampoco sabía donde meterme por que mi
verguenza abarcaba todo el hotel. ¿En qué cojones pensaba yo en ese
arrebato de lujuria?, no pensaba, claro, las hormonas actuaban por
mi.
Cené pronto y me
fui al bar a tomarme algo, con mi inseparable libro en la mano. Ese
libro que pensé devoraría y que no acabaré en la vida por que mi
cabeza está pensando en sexo y más sexo y no me centraba para leer.
Pedí un puerto de indias, cargadito, necesitaba despejarme un poco.
Y ahí estaba, con el libro abierto aprovechando la luz que había
encima de mi cabeza para leer un poco, mientras mareaba con la pajita
las fritas que flotaban en el vaso.
Poco dura la
alegría en la casa del pobre, suelen decir. No pasé muchas páginas,
realmente no pasé ninguna y no me había ni sentado, cuando una
presencia en mi espalda me hizo sobresaltarme y girar la cabeza al
instante.
Su sonrisa, casi de
lado, un tanto cínica, como si escondiera algo, llamó mi atención.
Se colocó detrás
de mi, presionando con su cadera sobre mi culo, sintiendo su
respiración agitada en mi nuca y por un instante un escalofrío me
recorrió entera. Quise ir un poco más allá y apreté mis nalgas
contra él, escuchando como salía de su boca una carcajada sincera.
¿así que con esas vamos , no? Me dijo antes de quitarse de
detrás y pagar su café, darse media vuelta e irse a su mesa
nuevamente.
Me giré y vi como
se sentaba al lado de su novia, la cual no dejaba de mirarme y me
sonreía. ¿Pero que clase de gente es esta? Espero que no supiera
nada o no sabría donde meterme ya. Me senté en una mesa con el
libro y la copa, me puse a leer, bueno a intentarlo, y poco después
volvió a sentarse a mi lado.
Posó su mano
encima de mi pierna, ascendía sobre mi muslo hasta el interior,
donde paró, mirándome fijamente la boca mientras yo me mordía el
labio intentando no mirarle a los ojos. Apreté los muslos, pero eso
sólo hizo que sus dedos cosquillearan sobre mis bragas, haciéndome
sentir unas sensaciones y un calentón que me iba a volver loca.
Acercó su boca a
mi oído "quitatelas". Creí oír mal, hasta que
asintío con la cabeza y tiró de la tela, coló la mano entre ellas
y presionó sobre mi sexo. Casi derramo el vaso. Me puse tan nerviosa
que creí que iba a gritar o desmayarme.
"Estás loco, si crees que voy
hacer eso, y menos con ellos ahí", susurré
agarrando su mano por debajo de la mesa e intentando apartarla.
"Me da igual que estén ahí,
eso sólo aumenta las ganas de follarte, comerte y hacer que te
corras hasta que grites de placer. Deberías verte la cara cuando te
abandonas y te entregas al placer... esa misma cara que me hiciste
ver esta tarde y me prohibiste hacer nada.Te deseo. Desde que te vi
sólo pienso en como debe ser metertela y hacerte gemir, cómo sería
tocarte, lamerte, chuparte, comerte...".
Agarré su mano con
firmeza y me levanté de la silla temblorosa. Cogí mi libro y me
fui. No sabía si mi mareo era por el alcohol que no estaba
acostumbrada o por las palabras de él que eran más embriagadoras,
pero tuve que salir pitando de alli y subir agarrada a la baranda de
dentro del ascensor, con el pánico que me dan, por que sentía que
me iba a dar un síncope ahí mismo.
Me metí en mi
habitación me fui a la ducha y me di una fría. Pero fría de
tiritar. El calentón que tenía no era ni medio normal. Me enjaboné
despacio, sintiendo la espuma por todo mi cuerpo, sin embargo cuando
metí la mano entre mis piernas no pude evitar pensar en él, en u
mano acariciándome ahí. Así que solte la esponja y me acaricié
con los dedos, cerrando los ojos, apoyándo la cabeza en la pared,
abriéndo un poco las piernas y dejando escapar un suspiro. Con la
otra mano repartia la espuma entre caricias en mis pechos, dando
pequeños pellizcos mientras que ahí abajo hacía pequeños círculos
que me hacían estremecer. Recordé sus manos, sus palabras, imaginé
esa boca entre mis piernas y con esa imagen y fantasía me corrí,
otra vez. Por su culpa.
Salí de la ducha y
me metí en la cama, desnuda, dispuesta a dormir. Pero no podía, y
no dejaba de dar vueltas, así que con la esperanza de que se hubiera
ido ya del bar volví, esta vez sin libro que sólo me estorbaba. Me
puse un vestido corto con escote palabra de honor, blanco. Me senté
en la barra, sola, que pena daba... parecía una alcoholica aferrada
a la ginebra. Y ahí estuve un rato, empinando el codo mirando las
musarañas.
Se sentó a mi lado
(¿Pero este hombre me espiaba?). Pidió un Jack Daniels (anda hijo,
algo flojo) y me miró. Hizo una señal de que me pusiera otro de lo
que estaba tomando. La velocidad a la que bebo cuando estoy nerviosa
es digna de estudio.
Estaba solo,
callado, demasiado cerca de mi diría yo... Hasta ue la tensión se
podía cortar con un cuchillo y me fui al baño a echarme agua en la
cara. Daba gracias en estos momentos de calentura de no ser de las
que se maquillan, sino parecería "El grito" de Munch.
Escuché la puerta.
Pero no, no podía si quiera pensar en cosas mas bochornosas que las
que hice el día de hoy, aunque adivina, si que pasó. Cuando se
escuchó el click del pestillo miré por el espejo. Ahí estaba él,
cerrando bien la puerta ante mi cara de pánico. Porque en ese
momento no pensaba yo, pensaba la inocente criatura que temblaba
porque un señor se había metido en su baño. Y recordemos, ese
señor estaba muy bueno y era muy cabrón. Dos detalles que a mi
personalmente me bajaba las bragas del tirón.
Mi cabeza y yo
somos contradictorias, y donde la razón me dice que no, mis manos
estiran de la ropa. Me di la vuelta, dispuesta a ser mas dura que
antes y a poner pies en polvorosa antes que fuera tarde, pero no
pude. Porque me rodeó con su cuerpo y se apoyó sobre mi, con sus
manos en el lavabo y sus piernas alrededor de las mias. No tenía
escapatoria.
"Ya no te
escapas" me dijo mientras metía sus manos bajo mi vestido,
agarraba mis nalgas y me abría las piernas para subirme sobre el
lavabo. Me dejé. Se apretó contra mi, bajó mi vestido de la parte
de arriba con sólo tirar de la goma y dejó mis pechos sólo con el
sujetador, los sacó y los cogió con sus manos, pasó su boca por mi
cuello, lamiendo, mordiendo, cumpliendo todas las palabras que me
prometió horas atrás.
Apretaba, manoseaba
mis tetas como si estuvieran hechas para él. Llenaba sus grandes
manos con ellas y pellizcaba mis pezones mientras yo no sabía que
hacer, crizando las piernas tras él, rodeándole con ellas, buscando
cortar el poco espacio entre los dos.
Metí las manos
bajo su camiseta, acariciando el vello de su pecho sonreí contra su
boca, que ahora me devoraba, como me gustaban los tíos que no se
depilaban, deseaba tocarlo desde la primera vez que lo vi en la
piscina sin camiseta. Descendí hasta el botón de su pantalón,
toqué su erección por encima de la ropa, apretando, sintiendo sus
suspiros en mi boca.
Me apartó la mano,
me bajó del lavabo y me dio la vuelta, poniendome de cara al espejo.
La imagen era tan sucia como erótica. Él vestido, yo delante de el
encurvada con el vestido subido y las bragas a la vista y los pechos
fuera del sujetador. Estaba expuesta a él. Agarro la cintura de mis
braguitas y tiró de ellas despacio, lamiendo mi cuello y
mordisqueando.
Las dejó por mis
rodillas, se pegó a mi y se desabrochó los pantalones sin separarse
un centimetro de mi, lo justo para poder sacarsela y rozarme con
ella. "Quiero hacerte tantas cosas que no se ni en que orden
las quiero ni como empezar". Me dio la vuelta y abriendo mis
piernas agarró mis muslos y acercó su boca hasta ellos. Acarició
con la nariz la cara interna, subiendo, empezando a sacar la lengua,
intentando controlar mis intentos de cerrar las piernas. Eche la
cabeza hacía atrás. Me mordió, le miré "quiero que me
mires", confesó, y eso no hizo otra cosa que humedecerme
más. Me pille el labio con los dientes, apoyada en el lavabo y
mirando, intentando no apartar la vista.
Pasó la punta de
su lengua despacio, demasiado, desde el interior de los muslos hasta
las ingles, después sin aviso cogió mi sexo con su boca. Se me
escapó un gemido, apretó sus manos en mis muslos a modo de
reprimenda. Se lamió los labios mientras se acercaba a mi
entrepierna y empezó a lamer, despacio, cerrando los ojos,
deleitándose como si fuera algo que ansiaba comer, disfrutando casi
tanto como yo que me iba a deshacer ahí mismo. Cada vez que se
apartaba veía parte de su saliva y de mi en su barba, la misma que
me hacía cosquillas cada vez que pegaba su boca contra mi. Jugó con
sus dedos, uno, despacio, muy lento, junto a su lengua. Dos, más
rápido, haciendo que me temblaran las piernas, y cuando estaba
apunto de correrme paró. "Aún no, quiero que te corras
conmigo dentro de ti". Tuve que contenerme ante eso.
Me puso de espaldas
a él, me hablaba mirándome por el espejo, viendo como sus manos
manoseaban mis tetas "Me quiero correr en ellas, pero ahora
quiero esto..." . Separó mis nalgas y se colocó detrás de
mi, metiéndomela desde atrás. Me agarró la cabeza con la mano y me
hizo mirarme en el espejo "Miráte, quiero que te veas cuando
no puedas mas y te corras. " Escuchaba las embestidas y las
sentía con tanta intensidad que creía que iba a caerme si no me
sostenía él. Una de sus manos me pellizcaba el culo, me apretaba,
me azotaba, y con la otra fue hasta mi mandibula y me agarró. Podía
ver desde el espejo como miraba mis labios, mordidos y entreabiertos
a ratos entre gemidos. Era una escena terriblemente erótica,
caliente, morbosa, placentera... verme siendo embestida desde atrás
y como mis pechos se movían sin contról con cara de placer y
sumisión.
La sacó, la rozó
por mi sexo y volvió a meterla fuerte, sin miramientos haciendo que
me apretara contra el mármol. Unas cuantas embestidas más y salió
de mi, me dio la vuelta y me pidió que me arrodillara.
Obediente hice
caso, me agaché y me la metí en la boca. Lamí mientras le miraba,
salía y entraba de mi boca, pasaba mi lengua por la punta de su
polla y volvía a metermela en la boca, Agarraba mi cabeza marcando
el ritmo, le acariciaba con mis manos, me la metía entera, hasta la
garganta, sintiendo como presionaba unos segundos contra mi. Cuando
sentí que iba a correrse me miró, esperando que me quitase, pero
seguí, hasta que se corrió en mi boca y la abrí para que su semen
goteara sobre mis pechos. No podía dejar de mirar mi boca goteando,
pasando su pulgar por mis labios y metiéndolo en la boca para que
chupase.
Mas tarde pensaría
en que cojones acababa de hacer.
Uy, has cometido un "error", ¿ella no se corre al final? Fíjate que no lo has puesto. Cuando la está haciendo el trabajillo la dice que no la dejará correrse si no es con él dentro... pero al final lee y verás que no pones que lo haga hasta que él sale y termina en la boca. Lo he releído para ver si me había equivocado pero no, te comiste esa parte, pobrecilla xDDD
ResponderEliminarEste capítulo es raro por las situaciones. Primero ella se masturba en la habitación de ellos... mucha consideración a la novia pero luego se masturba en su cama obviando que podría reaparecer jajajajajajaja.
Y luego, teniendo dos habitaciones en el hotel... ¡¡¡acaban follando en el baño del bar del hotel!!! Jajajajaja. Y no me vale que sea el morbo del momento que llevaban días jugando al gato y el ratón xDDDD
Quitando eso el morbo que le has dado a la historia en las dos partes ha estado muy bien narrado ^^