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miércoles, 10 de julio de 2019

Perdiendo el miedo parte 1


Había quedado con Jessica y Pilar para ir a la piscina aquella mañana y aún no sabía si finalmente iría o no. Así que cuando estaban cerca las 11 tuve que correr más que una poseída para depilarme, ducharme y ponerme el bikini. A las 11:30, supuestamente, vendrían a mi puerta y todo sabemos que la impuntualidad conmigo se paga cara, así que mas les valía llegar a su hora.

Había preparado una neverita con todas las bebidas que habíamos comprado el día anterior, un bolso con varios aperitivos y mi bolso con la toalla, la crema y algunas cosas que me llevo a la piscina para pasear porque al final nunca utilizo y ah, un libro. Estaba muy enganchada a esa novela de Elisabet Benavent de la que ahora harán una serie, Valeria.

A las 11 y 20 estaba sonando el telefonillo y bajé a toda prisa cargada como una mula. Pilar y Jessica me esperaban con el coche en marcha y cuando abrí el maletero para meter todo dentro resoplé.

"El verano que viene vamos a necesitar una caravana para las tres". Grité tan alto que hasta mi vecina loca del sexto se asomó gritando un "seguro que la queréis para meter hombres ahí", "Señora metase en su casa que se va a pillar una insolación" le dije justo antes de meterme en la parte de atrás del coche.

  • - ¿Porqué llevamos tanto equipaje? Parece que nos vamos de turismo rural una semana.
  • - Tu no, pero yo si . - Jessica tenía ya sus planes hechos con antelación. - ¿Te acuerdas de Dani, el chico que conocí hace unos días? Pues quiere invitarme unos días a su casa de la playa.
  • - ¡Qué bonito! - Exclamó Pilar. - Si apenas le conoces...
  • - Lo bastante como para no rechazar unos días en la playa.
  • - ¿Y eso qué tiene que ver con el equipaje?
  • - Pues que me voy esta tarde a eso de las 5...
  • - Pero ¿Y como volveremos a casa?
  • - Lo tengo todo pensado... - Y clavó la vista en el espejo de delante. - He hablado con mi hermano, que está trabajando justo al lado de la piscina. Él sale a las 8 de trabajar y la piscina cierra sobre esa hora y podrá recogeros y llevaros a casa.
  • - Jess, yo paso de ir con tu hermano que sabes que últimamente nos tiramos muchas piedras, me iré dando un paseo, que además tengo que llegarme a recoger unas cosas del chino de camino. - Se apresuró a decir Pilar.
  • - Pero ¿y yo qué? ¿Me vais a dejar sola con este equipaje que parece que nos vamos de vacaciones a Roma?
  • - A ti te lleva mi hermano, Cati, que además me preguntó por ti el otro día y le hará ilusión verte.


El resto del camino a la piscina, que no era muy largo que digamos, fuimos discutiendo por ver que música poníamos en el coche. Mientras que Jessica queria escuchar a Pablo Capo y Pilar quería David Jimenez, yo aproveché el Bluetooth y puse Metallica con su Nothing Else Matters. Hecho que desencadenó miles de quejas pero que al final terminaron aceptando como la mejor elección.

Tardamos unos 10 minutos en llegar y con Still loving you de scorpions terminamos aparcando en el quinto coño y tuvimos que acarrear con todo el equipaje a cuestas durante un trecho.

Cuando llegamos buscamos el sitio que mas cerca de la parte baja estaba, ¿Por qué? Pues porque tengo pánico a la parte mas honda del agua, hecho por el que vamos a la piscina y no a la playa, porque tengo fobia al mar.

Colocamos los petates como si fueramos unas reinas de la estrtegia y mientras Pilar se perdía en la ducha, yo colocaba la toalla fuera de la sombra para tostarme al sol, y Jessica hacía lo mismo.

Me quité la camiseta, las chanclas y el pantalón, me quedé en bikini y terminé de sacar algunas cosas que supuestamente iba a usar, pero que nunca uso (las gafas de sol, el mp3 (¿quién iba a usar un mp3 teniendo el móvil ya? Además creo que llevaba sin actualizar la lista desde el 2009 por lo menos), la crema para no quemarme pero que nunca me echaba y tenía que estar ya como un resto arqueológico y mi libro, esto si que lo iba a usar.

Cuando quise darme cuenta ya estaban las dos putas metidas en la piscina y me habían dejado sola.

Me recogí el pelo en una coleta lo que pude, ya que al tenerlo corto siempre me costaba, y me fui a la ducha.
El agua fría me sentó como un tiro y rápidamente corrí hasta la piscina, a riesgo debo decir, de escurrirme y quedarme tontita con el bordillo, pero resistí y no me caí.

Iba a meterme por la escalerilla cuando veo a un crio de unos 4 o 5 años ahí acoplado, aferrado a la escalera, jugando con otro niño. Pero vamos a ver criaturita del señor, ¿no tienes tu puta piscina de críos? Pues metete en ella y deja ésta para los mayores.

Pero nada, el puto niño no se iba, así que di la vuelta para meterme por el otro lado y había una señora mayor con una chica que intentaba bañarla. Esto si me dio pena y ternura pobrecita, así que me resigné y me fui al borde y me senté a mojarme los pies cual vieja esperando que algunas de las dos escaleras se quedaran libres, porque por supuesto eso de tirarse al agua de golpe no iba conmigo, ya sabes, mi fobia a morir desnucada o ahogada estaba ahí presente.

Fue entonces, cuando el sol empezaba a picar y a sentir la necesidad de mojarme porque me iba a dar un golpe de calor, cuando sentí el pitido del socorrista y pasó por mi lado un dios que había venido de otro universo paralelo donde la perfección existía. Se fue hasta los putos niños y les pidió amablemente salir de la piscina porque estaban molestando a varias personas y los mandó para la piscina de niños.

Sonreí maliciosa por dentro.

Me levanté y con los pies arrugados ya me fui hasta la escalerilla y me metí despacio, sintiendo como el agua ascendia por mi cuerpo hasta que me quedé de pie y con ella a la altura del pecho. Justo lo bastante para dejar mis tetas suspendidas en el agua y que se movieran más de la cuenta por el movimiento de ésta.

Como era habitual en mi el miedo no me dejaba nadar con soltura así que lo hacía siempre muy cerca de Jessica y Pilar. Cuando podía. Se dedicaban a hacer el gilipollas la una a la otra y a correr por toda la piscina conmigo detrás como si fuese un pato persiguiendo a su madre.

Me cansé de seguirlas, así que nadé hasta el borde donde antes me había sentado y apoyé los brazos, apoyé la cara y me quedé mirando sin darme cuenta al socorrista.

Con unas gafas de sol y una barba perfecta. Con un bañador rojo que le llegaba hasta más arriba de la mitad del muslo y un pecho descubierto que llevaba algún tipo de crema o aceite porque lo hacía brillar bajo esa cantidad de pelo perfecta que le cubría la piel... vale, sí, me quedé atontada mirando y lo peor no fue eso, sino que se percató de ello y me pilló mirando. Seguro. Porque me dedicó una sonrisa que me dieron ganas de bucear.

Me aparté del borde y nadé hasta la escalera, subí despacio y me tiré en la toalla bocabajo. Cerré los ojos y a lo lejos oí llegar a las dos petardas riéndose. Se sentaron en la toalla, sacaron varias bebidas de la nevera y me ofrecieron una. Me senté, la cogí y les hice gestos con los ojos indicando al guaperas que teníamos cerca.

  • - Joder como está. - Jessica no es que fuera muy disimulada. Así que alzó la bebida y le sonrió.
  • - ¿Pero qué haces, gilipollas? Que va a saber que estamos hablando de él.
  • - Venga Cati, no seas tan simple, alegrarse la vista no es nada malo.
  • - Pero llamar la atención si... aunque la verdad, no me importaría ahogarme. - Bebí un trago del Té frío.
  • - ¿Lo ves? - Le dijo Pilar. - No es tan tontita como tu te crees.

Pues no, de tonta tenía lo justo.

Me tumbé bocaarriba y cerré los ojos, giré la cabeza hacía la derecha desde donde podía ver al socorrista y cerraba y abría los ojos. Le pillé en mas de una ocasión mirándome pero retiró la mirada rapidamente.

Me dí la vuelta al cabo de un rato y me desanudé la cuerda de la parte de atrás del bikini. Cuando el sol picaba me di la vuelta, agarrando los pechos con el bikini desatado y me puse boca arriba, tapando mis pechos con la tela colocada estratégicamente para que no se viera nada.

Los niños, que les encanta dar por culo en la piscina, no paraban de tirarse al agua, salpicando y haciendo que varias gotas me cayeran encima, provocando que se me escapara algún que otro sobresalto.

Me agarré la tela y me incorporé, rezando todo lo que sabía por lo bajini y atando mi bikini para levantarme, dispuesta a meterme en la piscina otra vez.

Todos sabemos lo que son los niños y también los padres, así que cuando quise volver a meterme los niños estaban como antes, en la puta escalerilla.

  • - Bonito, ¿te importa quitarte de ahí? Es que no se puede pasar. - Pedí tan amablemente pude.
  • - Claro señora. - Señora...- ¿No sabe nadar?
  • - Sí que sé, bonito, pero es que no me gusta tirarme.
  • - ¿No sabe?
  • - ¿Y tus padres, dónde están? - Tenía una piscina de 1,20 a mi alcance y un crío tocapelotas que no hacía ni pie... podía ahogarlo y fingir un accidente. Pero no. No soy una psicópata.
  • - Allí. - Señaló a la otra punta, donde estaba la zona mas honda y había un burullo de gente gritando, jugando y haciendo ruido.

Genial, la zona de la piscina que mas miedo me da y este crio porculero aquí, dando la nota. Ser padre para desentenderse así debería estar perseguido por la ley.

Conseguí librarme del crío cuando Jess y Pilar se vinieron hasta mi lado y empezamos a hablar. El niño se fue alejando otra vez a la escalerilla y subía, con el flotador incluido, para tirarse al agua.

A la tercera vez el guapo del silbato vino y le llamó la atención, diciendo que como siguiera haciendo eso podría caer mal y quedarse cabeza abajo en el agua. Además recordó a sus padres que estaba prohibido tirarse al agua y que estaba pasando por alto el hecho de que los niños están mas seguros en su propia piscina.

Cuando se iba para su escalera se me escapó un "gracias a dios" y sonrió, mirándome.

Poco después necesitaba ir al baño y en esta piscina tenían una estricta norma sobre orinarse en el agua, así que tenían los servicios con llave, para que la gente tuviera un mayor control de cuando entraban o salía o si había algo sospechoso. Fui hasta él.

  • - Perdona, los baños están cerrados... Necesito entrar.
  • - Sí, toma. - Y me tendió la llave. - Es que así vemos quien puede estar haciendo sus cosas en el agua y quien no.
  • - Hay mucho guarro en el mundo.
  • - Te sorprendería...- Y sonrió. - Tu eres la señora de los niños, ¿no?
  • - ¿Cómo? - ¿Me acaba de llamar señora?
  • - Lo digo por Ismael... tiende a llamar señora a toda chica mas grande que él.
  • - Vaya, me dejas mas tranquila. - Me relajé. - Disculpa, debo ir al baño.

Me fui al baño, me miré en el espejo y vi que el sol se me estaba pegando por algunas zonas más de la cuenta. Además las malditas cuerdas estaban dejando marcas.

Salí, fui a llevarle la llave y me detuvo otra vez.

  • antes quería preguntarte una cosa...
  • - Claro dime.
  • -¿Te gustan los niños?
  • - ¿Cómo?
  • - Veo que no te hacen mucha gracia. - Soltó una carcajada.
  • - Bueno, me gusta más hacerlos. - Inmediatamente descubrí que mi falta de filtro me hacía decir cosas que no debía. - disculpa, es que no tengo filtro.
  • - Pues eso está muy bien. - Hizo un mohín con la boca. - Ambas cosas lo están.

No me dio tiempo a reaccionar cuando me lanzó otra pregunta.

  • Perdona que te lo pregunte, pero es curiosidad de socorrista... ¿Tienes algún problema con el agua?
  • - ¿Qué?
  • - Te he visto tener mucho respeto a la hora de nadar o meterte desde los bordes y eso me hace pensar que o no sabes nadar o tienes miedo de algo.
  • - Me da miedo el agua, pero se nadar.
  • - ¿Por algún motivo? - Se puso de pie y se llevó el silbato a la boca para llamar la atención a alguien que estaba dando jaleo en la piscina. - Perdona, responde si quieres.
  • - Bueno siempre he tenido un pánico a ahogarme bastante grande la verdad, y el mar ya es impensable, la piscina aún la tolero.

Miró hacía la piscina, se lamió los labios como si sopesara alguna respuesta y me miró.

  • Bueno, he visto gente con tu mismo problema, llevo varios años de socorrista y entiendo lo que puede pasar...¿Hay algo que pueda hacer por ti?
  • - No creo, el miedo es muy difícil de controlar.
  • - Podrías quedarte conmigo después del cierre... tengo un rato para bañarme y siempre estarás más segura y tranquila con un socorrista... de hecho con nadie estarás más a salvo.
  • - No sé... - Titubeé. - Además he venido con mis amigas y eso.
  • - Bueno... piensaló.

Me fui de allí con esa idea en la cabeza. Las chicas me preguntaron que había hablado tanto rato con él y cuando le contesté ambas se rieron.

  • - Sí, claro... quitarte el miedo. - Repuso Jessica mientras metía la mano en la nevera. - Mas bien te quiere meter de todo menos miedo.
  • - Cállate, por dios.
  • - Pero ¿tu has visto como te miraba? - Si casi se le cae el bañador.
  • - Tu siempre con lo mismo, ves sexo donde no hay nada. Salida.

Me volví a desatar el bañador y me tumbé otro rato a tomar el sol.

Noté un pegote frío en la espalda. "¡Ay!" exclamé. Me di la vuelta y pillé a Jessica echándome crema "¿Qué haces, si nunca...?" Me indicó que me callara y me mandó a mirar con gestos de su cara al socorrista, que miraba muy atento la escena.

Siguió bajando con la crema por mi cintura hasta llegar a mi culo, donde destapó un poco de la braga y me echó crema en los cachetes, masajeandome y relajándome. "Si sigues así me vas a poner cachonda, querida, que llevo mucho a dos velas" , se rió.

  • - Date la vuelta.
  • -¿Qué? Nooo
  • - ¡Venga!
  • - Pero que no.
  • - O te das la vuelta o te quito el bikini... y sabes que lo haré.

Resoplé, me di la vuelta y accedí, porque conocemos a Jessica y sabemos que lo que dice, lo cumple.

Se dedicó a echarme crema por la parte de arriba del pecho, por debajo, por el vientre, por mis muslos y la parte interna de ellos y cuando ya me estaba durmiendo paró... "jo..." me lamenté.

  • - Enserio, Jess, somos mayorcitas para andar dando numeritos con la crema.
  • - Tu calla y observa.
  • - ¿Observar el qué?
  • - Como te mira, que te estará comiendo con los ojos.
  • - Deja de montarte películas.
  • - Dile que si, que te quedas.
  • - No, que tengo que llevar todo el equipaje después a mano, además ya había quedado con tu hermano aquí cuando salga, ¿no?
  • - Pero eso puede solucionarse, ¿Verdad, Pilar? - Le hizo mohines con la cara. - Lleva tu las cosas y ella que se quede aquí.
  • - No, no y no.

Pero la charla no quedó ahí, y tuve todo la tarde a Jessica dando la vara hasta que a las 5:45 se puso a recoger, convenció a Pilar, y se despidió de nosotras cogiendo sus cosas.

Antes de irse no dudó en acercarse al socorrista y soltarle un "cuidámela" antes de salir por la puerta. Él sonrió y se quitó las gafas de sol, me dedicó una mirada y me sonrio. "Ay que ojos...".

Cuando la gente empezó a irse y eran en torno a las 19:30 la piscina estaba cada vez más vacía, así que intentando olvidar que me había dicho el socorrista, recogí mis cosas. Cuando estaba metiendo las toallas en la bolsa y Pilar se estaba dando una ducha, se acercó a mi.

  • - ¿No te quedas, entonces?
  • - Es que... vienen a recogernos cerca de las 8 y bueno, no quiero irme luego a pie.
  • - Puedo llevarte yo.
  • - Eh... no gracias. - He visto lo bastante películas de terror como para saber que pasa si alguien se va con un desconocido en el coche.
  • - No voy a matarte.
  • - Pero podrías secuestrarme o traficar con mis órganos... quién me dice a mi que no quieres vender mi cuerpo.
  • - Nunca vendo lo que me gusta. - Sentí un cosquilleo por dentro recorrerme entera. - Perdona, no quería incomodarte.
  • - No me incomodas, me sorprende más bien.
  • - ¿Poco acostumbrada?
  • - Sí, poco acostumbrada a las personas directas.
  • - ¿Quieres que sea más directo?
  • - ¿Es que puedes serlo más?
  • - Te sorprendería.
  • - No me gustan las sorpresas.
  • - Quizás las mías sí...

Pero gracias a Pilar me libré de responder a eso que no sabía como hacerlo. Él se apartó y volvió cerca de su puesto, al lado de una mesa.

  • - Quédate, nena
  • - Que no
  • - Venga no seas siesa que igual te ayuda con tu miedo al agua mujer.
  • - ¿Pero como quieres que me concentre en nadar con el tio que tendré al lado? Que no soy de piedra.
  • - Ni él.

Ella siempre tenía que llevar la última palabra.

Cuando teníamos todo preparado y la piscina estaba a punto de cerrar la gente ya se había ido, sólo quedábamos allí nosotros tres y una pareja que poco después se fue. Eran las 20:05 cuando apareció el hermano de Jessica y recogió a Pilar, y en un arrebato de poca cordura decidí quedarme allí.

La sonrisa de ambos cuando dije que me quedaba para que me diera unas clases era una premonición de lo que iba a pasar.








1 comentario:

  1. Gran inicio de historia, muy bien ambientada, el juego de la cremita y las amigas le han dado salsa a la situación ^^

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