Observa y prueba
Termino de colocar las cajas que me quedan y
reviso el instagram para ver si me ha contestado un tatuador que conocí por esa
red social. Cómo me acabo de mudar no tenía idea de cuales eran los más
recomendados de la zona, pero una amiga, tatuadora también, me ayudo a buscar
por internet el mas cercano y fiable. Vivímos a mas de 300 km de distancia, lo
cual hace un poco imposible que sacie mi sed de tatuarme cada vez que se me
antoja.
Soy una obsesionada de estos, disfruto cuando
la aguja clava mi piel y deja en ella la marca de lo que me ha marcado la vida.
A su vez, el placer que siento entre el dolor es indescriptible. La sensación
de que te marcas mientras notas la piel romperse bajo algo tan pequeño, fino y
frío es sublime. Y la tinta crea una adicción que me recuerda a un dicho muy
popular entre los tatuados "si te
tatuas por primera vez una de dos, o no puedes parar de hacerlo o es el
último".
En mi caso fue el principio de una larga lista.
Pero me costó mucho decidirme porque soy muy
maniática en cuanto a tatuajes, y no permito que me los haga cualquiera. Es
algo muy importante y quedará en la piel de por vida... no puedo dejar que unas
manos cualquiera me lo hagan.
Así que cuando mi amiga le dio el visto bueno
le mandé un MD para que me diera cita.
Pensé que no contestaría tan pronto, sin
embargo cuando miré el móvil ahí vi el aviso de un nuevo mensaje.
Además tenía una solicitud de seguimiento de
él, cosa que me puso a la defensiva porque tengo candado y no me gusta aceptar
a gente que no conozco, ya que suelo subir fotos... íntimas. Pero como quería
mi tatuaje, acepté.
Me dio cita para las semanas siguientes. Aun
tenía dos semanas por delante. Creyendo que no tendría más noticias de él
recibí otro mensaje. Era una interacción a mi storie donde se veía uno de mis
tatuajes a medio terminar y sonaba una de mis canciones favoritas, Nothing Else Matters. Me dio su
visto bueno y me puso varios iconitos, además me dijo que le había encantado y
que estaba muy bien hecho pese a no estar acabado. También le sorprendió el
sitio escogido, ya que normalmente esa zona no se la habían pedido muchas
mujeres. Pero sobretodo le atrajo el diseño del tatuaje, algo que nunca antes
había visto y que sabía, casi con certeza, que guardaba algún significado
especial.
Durante esos días de espera extrema hablamos
cada vez más, comentaba sus publicaciones, interactuaba con mis stories y hacía
comentarios entre subidos de tono y bromistas sobre el estado de mis
fotografías. Hecho a lo que yo respondía de la misma manera. Y así fuimos
jugando a un juego peligroso durante varios días, haciendo que se me olvidara
que en pocos días le iba a ver y que iba a estar expuesta para que me tatuara.
Llegó el día y cuando fui se me iba a caer la
cara de vergüenza al suelo, no sabía como hablar, porque de repente tuve una
regresión mental que me impedía hacerlo, y por inercia se me iban los ojos a su
boca y a su ... paquete.
Cuando me preguntó donde seria el tatuaje me
puse como un tomate y él sonrió, aguantó la risa y se dio la vuelta. Porque así
soy yo, pregunto precios, apalabro tatuajes y hasta el último momento no decido
el sitio. Y dado mi tatuaje íntimo supuse que se acordaría y a saber que
pensaría de mí. Debí de ponerme roja, eso explicaría su comentario "bueno... no será nada que no haya
visto ya". Me indicó que me quitara la blusa y el sujetador y que me
tumbara en la camilla.
Yo estaba todo el rato con las manos tapandome
los pechos, pero temía que en algún momento se me saliera carne y dejara al
descubierto algo que no debía enseñar. No ahí. No con él. Las bromas eran cosa
de internet y ya está.
Durante la sesión, que se me hizo eterna y no
por el dolor que encontraba a ratos placentero, estuvimos casi en silencio.
Sólo se oía de fondo la musica que sonaba y que me encantaba.
Debo confesar que llegué a pensar que la había
puesto aposta, porque en alguna ocasión le confesé que me encantaba follar con
música y que una de mis canciones favoritas era esa.
Sonaba Still
loving you de Scorpions, cuando su mano tocó uno de mis pechos para estirar
un poco más la piel de entre medias de mis tetas, noté como el frío látex de su
guante se movía por mi carne. Un escalofrío me recorrió cuando carraspeó y mi
respiración se aceleraba, notando más que nunca como la aguja me peforaba la
piel y me iba rajando. El nerviosismo hizo que mis sentidos se pusieran en
alerta y todo cuanto pasaba en esa habitación lo notaba mil veces más.
Miré hacía sus manos y vi mi propio pecho subir
y bajar por mi respiración. Instintivamente le miré a los ojos. Ambos chocamos.
Paró en seco y sonriendo me preguntó "¿Paro?
¿Te duele?" a lo que yo respondí "No...
es sólo que... la canción... me encanta". Se pasó la lengua por los
labios para decir "Lo sé, por eso la
he puesto para ti".
Vale, empezaba a estar un poco desconcertada y
la idea de que me estuviera tirando los trastos era muy posible, sin embargo
tambien pensaba fuertemente en que me estuviera vacilando para luego echarlo en
cara durante nuestras charlas de instagram.
Acabó el tatuaje, me dejó sola un momento para
ponerme la ropa y me vestí con dificultad, iba a estar difícil no manchar de
tinta el sujetador. Menos mal que era negro.
v Podría terminarlo yo... si tu quieres.
v ¿Qué? – Pregunté desconcertada.
v El tatuaje sin acabar que tienes bajo el vientre, en tu... zona íntima.
v No creo que sea buena idea...- Intenté buscar una excusa convincente. –
Es que me lo empezó mi amiga y bueno me gustaría que lo acabase ella.
v Puedo hacer muy buen trabajo ahí. – Y sonrió. Cosa que me puso
nerviosa.
v Es que es un sitio que creo que no es apropiado para que me lo hagas
tu. – Y me reí nerviosa como una desequilibrada.
v ¿Me dirás al menos que pone tras esas runas nórdicas?
v Tengo una norma con desvelar el significado de mi tatuaje íntimo.
v ¿Ah sí?
v Sí... creo que no te conozco lo bastante como para contartelo.
Asintió con la cabeza y me fui, dejando una
puerta abierta a esa posibilidad.
Volví a pedirle cita esa misma tarde. Cuando me
hacía un tatuaje tenía la costumbre de hacerme otro seguido.
Y me dijo qué “Como era yo...“ me daría cita para pasado mañana.
Durante esos dos días previos a la cita me
estuve haciendo fotos al tatuaje en todas las posturas que puedas imaginar, y
por supuesto le etiquetaba, llevándome algún icono y hasta algún comentario en
alguna ocasión.
Mi último tatuaje en el esternón seguía por
buen camino, y los cuidados que con tanto mimo dedicaba varias veces al día
dejaban claro cuanto me importaban. Además, tenía un significado muy personal
para mi aquella ninfa envuelta en mariposas y no iba a permititir que aquello
saliese mal.
Subí una foto desnuda, tapándome sólo con las
manos y se apreciaba parte de mi tatuaje sobresalir, cómo la figura de Hugin y
Munin contemplaba la cámara bajo la frase que tenía escrita. Faltaba relleno y
algo de color, pero hasta que no volviera con mi amiga no estaría acabado.
“Recuerda
que puedo hacer muy buen trabajo por esa zona“ volvió
a repetirme por un mensaje, “si
acabasemos el dibujo y metiésemos color a la frase, bajo la blancura de tu piel
puede quedar algo realmente increible. Y
de paso podrías decirme que ponen en esas runas también, que tienes varias por
tu cuerpo.“ Volví a repetir que no, me negaba a que trasteara con su aguja
cerca de mi sexo, no podría controlar el nerviosismo y no pararía de pensar
cosas que no quiero pensar con él y que sólo son accesibles bajo la cuna de
instagram.
Sólo yo y con quien me acostaba sabía lo que
ponía en mi tatuaje “observa
.y.. prueba“. Acaricié despacio las
runas y sonreí, siempre era una sorpresa cuando lo decía.
Cuando
volví al estudio para hacerme el nuevo tatuaje pasó su mano por encima de mi
vientre y me miró. Me sobresalté al contacto que no me esperaba, pero no le di
importancia.
v ¿Puedo verlo?
v Ya lo has visto, en
parte.
v Quiero verlo entero.
v Es algo íntimo...
v Llámalo curiosidad
profesional.
Y
por esa razón me bajé la cintura del pantalón y tapándome mi sexo le enseñé el
tatuaje de los cuervos y las runas.
Pasó
su mano por el, rozándome con la yema de los dedos, siguiendo el contorno de
Hugin y Munnin, hasta llegar a las runas que repasó varias veces mientras me
observaba “¿Qué significan?.
Pero
mi corazón se aceleraba al compás de mi respiración cuando sentí su tacto en mi
piel. Tan cerca... tan lejos a la vez. Carraspeé “Te lo
he dicho, no te conozco lo bastante para decírtelo“ y me aparté, dejando en
su cara una sonrisa.
Me
tumbé en la camilla para empezar el tatuaje nuevo, subiendo mi camiseta lo
posible para dejar las costillas al aire y darle mejor acceso y facilidad para
dibujar.
Se
puso a preparar todo lo que iba a utilizar y antes de venir hasta a mí se fue
al ordenador y puso música. Los primeros acordes de Nothing Else Matters eran muy reconocibles. Trague saliva... Iba a
jugar conmigo otra vez como la sesión anterior.
Sabía qué música era una debilidad para mi misma.
Su
mano estirando mi piel, con la otra acercando la aguja hasta a mí que vibraba
con fuerza y ahí estaba esa sensación de subidón cuando notas cómo la aguja te
roza y empieza a tejer un camino de tinta que te raja marcándote. Ese
nerviosismo de saber cómo quedará al final pero con la certeza de que no
quieres que termine nunca de pintar. Pasaba el papel por encima del dibujo para
limpiar la tinta sobrante y a su vez tocaba más de lo necesario para estirar la
carne y seguir tatuando.
La
música cambió y saltó a Highway to hell
recordándome a dónde iban mis pensamientos con este tío que empezaba a
despertar mi interés.
Apreté
los muslos en un acto reflejo cuando una de sus manos rozó un pecho casi sin
darse cuenta. Yo si que lo noté, igual que el escalofrío que me recorrió de
arriba abajo. Al ver mi leve movimiento giró la cabeza y vio mis piernas,
después me miró a mí “¿Todo bien?“,
asentí. Continuó. Pero no era tonto y sabía el efecto que estaba empezando a
ejercer sobre mí, por lo que a ratos me tocaba accidentalmente para hacerme
entrar en estado de nerviosismo.
Y
cuando sonaba Hand of sorrow levantó
la cabeza y se apartó de mí, observando su obra, satisfecho, mientras puso su
mano sobre mi vientre y descendió.
“Podría trabajar muy bien en
otro lado, sólo... debes dejarme“
Tragué
saliva y negué con la cabeza. Se puso en pie sin quitar la mano de mi cuerpo y
descendió
v Curioso ver dos cuervos
en esta zona.
v No son dos cuervos
cualquiera, son Hugin y Munin.
v ¿Debería decirme algo?
v ¿Tu no sabes de
mitología o qué?
v No mucho la verdad, pero
si qué tengo especial interés en tu tatuaje y porqué el sitio escogido.
v Eso es algo que...
v No me conoces lo bastante
para decírmelo. Ya, lo sé. Aún así me encantaría saberlo.
Tanteé
la idea de hacer una excepción, pero la deseché. Era algo muy íntimo, muy
significativo de mi personalidad y mi intimidad.
No
pude sacarme de la cabeza en todo el día el tacto de sus dedos sobre mi marca.
Nuevamente volví a hacerme mil y una fotos de los tatuajes nuevos, y como suelo
hacer, siempre escasea la ropa frente a la cámara.
Recibí
un mensaje.
v Lo siento, pero estoy
obsesionado con ese tatuaje. Necesito saber que pone.
v Has visto miles de
tatuajes, no será la primera tía que ves con uno ahí... ¿Por qué esa obsesión?
– Y le puse varios iconitos.
v Ninguna de las que he
tatuado ahí tenía tanto secretismo detrás ni tenían un perfil similar al tuyo.
v ¿Qué perfil?
v Cómo eres, lo que subes,
tu comportamiento en persona... eres curiosa. He mirado todas tus fotos
intentando verlo completo y no se ve en ninguna.
v Sólo hay una manera de
verlo entero.
v ¿Cúal?
v Que te acuestes conmigo.
– Y más iconitos, y una hostia mental para pensar lo que acababa de decirle.
v Vale.
v ¿Qué?
v Que vale, ¿Cúando?
v Mañana mismo. – Dije con
más iconos dejando claro que estaba de coña.
v Oye que te lo digo
enserio.
v No te dejo que me
termines el tatuaje y voy a follar contigo...
v Quién sabe, por probar
que no quede. Ese tatuaje es mi nueva obsesión, y yo siempre consigo lo que me
obsesiona.
Y
tras varios comentarios fuera de tiesto dejamos de hablar. Hasta el día
siguiente. Y al otro... y al otro... y así hasta que al cabo de dos semanas
hablé con mi amiga y me dijo que en los próximos meses saldría de viaje, y que
no estaría cuando yo fuera a nuestra ciudad y no podría continuarme el tatuaje.
Y ella misma me recomendó que el mismo que me había hecho los dos anteriores
podría seguirlo, despues de todo sólo faltaba relleno y algo de color en la
frase.
Lo
tomé como una señal, pero el hecho de que un extraño, hombre, que me había
visto en una actitud sugerente y que encima había tonteado conmigo por
instagram me tocase ahí y me viese medio desnuda de cintura para abajo, no era
algo que me hiciera mucha gracia.
Me
puse en contacto con él.
v Oye, en caso de
terminarme el tatuaje tu, ¿Cúanto me cobrarías?
v Precio mínimo si me
dices lo que pone.
v ¡Y dale!
v Venga, ¿qué te cuesta?
v Me resulta raro que un
tío me tatue ahí porque tendría que estar más destapada y no es lo mismo que
con mi amiga.
v Pero si te he visto por
aquí más ligera de ropa de lo que estarias en mi estudio...
v ¡Por eso!
v Te tapas y solucionado.
v ¿Cuánto sería?
v Pásate mañana y evalúo.
Al
día siguiente fui, con el corazón en la garganta impulsado por los nervios.
Pero no con los nervios previos a la sesión como era habitual, no, esa
excitación era diferente. Una parte de mí deseaba sentirle tocándome
nuevamente, que guiara la aguja por mi piel, que me perforara y me marcara...
No
hablé mucho, sólo entré, saludé y me senté en la camilla mientras él estaba en
el ordenador.
Empezó
a sonar una canción de Black Delta
que me hizo recordar a una amiga que tenía un bar nocturno de copas, la cual me
contó una aventura que tuvo con un cliente, y lo que me llevó a pensar en por
qué estaba yo pensando en sexo ahora mismo.
v Desabróchate,
enséñamelo.
Abrí
el botón, bajé la cremallera y me bajé un poco la cintura de la braga lo
bastante para que se viera.
Llevó
la mano hasta el dibujo que había grabado en mi piel y pasó la yema de los
dedos por el hasta la parte más baja del tatuaje, casi rozándome mi sexo. La
música saltó a A Dangerous mind.
¿Había escogido cada canción acorde a la música que ponía en mis stories? Por
que era una casualidad enorme.
Me
encogí, agarré su mano cuando descendío un centímetro más y nos miramos.
v Abre la camisa, quiero
ver los míos.
Desabroché
los botones y abrí el cierre del sujetador que era delantero, mientras sujetaba
la tela en los pechos y observaba su cara. Pasó los dedos “Van muy bien“.
Me
volví a vestir y me senté en la camilla esperando que me diera el presupuesto.
Por
mi cabeza pasaron situaciones de todo tipo, desde que su cabeza estuviera entre
mis piernas a que me cayera de la camilla por torpeza nerviosa. Pero cuando se
dio la vuelta con el móvil en la mano salí de mis pensamientos.
v ¿A dónde vas?
v Necesito echarle una
foto, tengo que tener alguna referencia.
v No, fotos no.
v Por favor... que no voy
hacer nada con tu foto.
v ¿Cuándo lo continuamos?
v Mañana, ¿Te viene bien?
v Perfecto.
Y
tras mucho pensar accedí, pero sólo que se viera el tatuaje y nada más y con la
condición de que al terminarlo la borrase y que si subía a su Instagram el
tatuaje no me mencionara ni diera pistas de quién era la persona tatuada.
Cuando
llegué a casa me fui directa a curarme los tatuajes y me hice otra foto, la
subí etiquetándolo me volvió a hablar. Recalcamos la cita al día siguiente y se
nos fue el tiempo en una charla sin sentido.
Era
miércoles, acababa de comer y estaba de camino a su estudio, el cual tenía en
su casa, para terminarme mi preciada obra de arte íntima.
Cuando
entré el corazón me bombeó con más fuerza asegurándome que en las próximas
horas iba a estar con ganas de morirme.
Cuando
escuché de su boca aquél “Tumbate y
bajate el pantalón“ tragué saliva. Esto no ha sido una buena idea. Me estoy
calentando como una quinceañera con este tío.
Me
bajé la ropa lo suficiente para que se viera el dibujo y pudiera trabajar. No
lo entendía, en situaciones normales con otro tatuador estaría en bragas y
estaría tan tranquila, quizás tanto cómo eso no, pero ya me entendéis. Sin
embargo con él, con el caso de que hemos estado tonteando por la red estoy más
vergonzosa de lo normal.
Enter Sadman sonaba cuando se acercó
a mí, me puso papel por encima del filo de las bragas y las bajó lo bastante
como para poder acceder al tatuaje. Las líneas estaban hechas, sólo faltaba
relleno en los cuervos. El contacto con la aguja me hizo sentir un escalofrío.
Siempre que me tatuaban se me bajaba la temperatura, me alteraba y me
emocionaba. Nunca me dolía, ni llegaba a ser molesto, pero pasaba de la
excitación a la risa en cuestión de segundos cuando la aguja penetraba en mi
piel.
Mi
estigmatofilia era cada vez más dominante conmigo misma y para los demás. A día
de hoy no existía tío con el que me hubiera líado que no llevara algún tatuaje
en su cuerpo, además tenía cierta obsesión por determinadas zonas en concreto.
Por esa razón cuando miré hacía abajo y pude ver el tatuaje de su cuello y del
interior de su brazo tuve que apartar la vista para no pensar en cosas que no
debía.
Una
de sus manos estiraba mi piel, colocando su brazo con la máquina por encima de
mis muslos, sintiendo como se movía lentamente a medida que trazaba el relleno.
Estaba tan cerca de mí que casi podía sentir su aliento en mi piel y eso hizo
que el vello de mi cuerpo se erizara por unos segundos.
Carraspeé,
me agarré a la camilla e intenté pensar en otras cosas, pero poco me duró el
limbo emocional porque, como era habitual en mí, algo en mi cabeza hizo click y
entré en el sótano de la risa. Empecé a reírme sin control y el paró, me sonrió
y se quedó observándome.
v Lo siento, es que a
veces me pasa esto con los tatuajes, me da por reír, no sé si es que me dan
cosquillas o que cojones me pasa.
v Y eso que no he bajado
más, síno si que sentirías cosquillas.
Y
me callé en seco. Saltó Sad but true y
volvió a trabajar. Todo iba relativamente bien, ni si quiera me dí cuenta de
que no estaba mirando la foto que decía necesitar de referencía.
Paró
y se quedó observando el tatuaje, acariciando las runas despacio. Se pasó la
lengua por los labios y me miró:
v ¿Puedo?
v ¿El qué?
v Hacer lo que dice ahí.
v ¿Qué?
v Tu frase... ¿me
permites?
v No sabes lo que pone.
v Ahora sí. – Y me enseñó
la foto de su móvil donde salía el alfabeto rúnico.
Mierda.
Para eso quería la foto, con razón no la estaba siguiendo.
El
corazón me latía rápido, un cosquilleo se me instaló en el interior de los
muslos y subía como una cadena de descargas por mi cuerpo. Sus manos apretaban
mis muslos fuerte, notando sus dedos en mi carne. Subió por ellos hasta llegar
a la cintura de las bragas y tirar despacio de ellas mientras me miraba,
esperando un reproche o que lo parase, pero no lo hice.
Y
cuando empezó a sonar los acordes de The
unforgiven, recordé cómo, por azares del destino, sonó en la storie donde
una vez mostré mi tatuaje. Levanté las caderas, tiró de la tela despacio hasta
que las bajó a mis tobillos y las dejó pendiente de uno de ellos. Abrí las piernas,
aferrándome a la camilla mientras me incorporaba apoyándome en mis codos para
observarle.
Me
miró, recorrió mi sexo con su mano, bajó la vista hasta el y estuvo observando
unos segundos mientras se relamía los labios. Acercó la cara tormentosamente
despacio hasta que puso su boca sobre mi coño, saco la lengua y me lamió de
abajo arriba haciéndo que me estremeciera y clavase los dedos en el cuero de la
camilla.
Hundió
su cara, rozándome con su nariz y sus labios toda mi parte íntima. Esto no tenía
que estar pasando y sin embargo aquí estaba, intentando disfrutar sin dejarme
llevar por lo que es correcto y lo que no.
Puse
mi mano en su cabeza y le guié mientras movía mis caderas despacio para
complementar el trabajo de su lengua en mi sexo. Eché la cabeza hacía atrás
mientras disfrutaba de como me comía. Me mordí el labio, ahogando unos gemidos
que amenazaban con salir de mi boca y le apreté contra mí agarrando su pelo
mientras restregaba su cara por mi coño. Sentía el placer inundarme, cómo subía
la calor desde mis piernas hasta mi boca intentando salir con quejidos de
satisfacción. Desesperada me restregaba con su cara haciendo que la fricción
hiciera parte del trabajo. Me iba a correr, y sin importar dónde estaba abrí la
boca y empecé a gemir, mezclando mis dulces gemidos con los acordes de la
guitarra que sonaban de fondo, perdiéndome por completo en el placer y la
melodía, envolviéndome, al son de las notas musicales que me calaban hasta el
fondo, casi tan al fondo como su lengua, que entraba y salía de mí dejando leve
paso a sus dedos para follarme con ellos mientras me lamía y hacía que empezara
a temblar.
Se
apartó.
v ¿Pero qué cojones haces?
v He hecho lo que ponía en
tu tatuaje. Te he observado y te he probado, si quieres más tendrás que pedirlo
tú.
v No me jodas... – Eché la
cabeza hacía atrás, frustada, luchando internamente entre el orgullo y la
excitación. Necesitaba correrme.
Me
incorporé, me bajé de la camilla y me acerqué a su cuello, pasé los labios por
su oído, por su tatuaje y me fui hasta la clavícula, apartando la camiseta en
el proceso. Llevé la mano hasta su cintura, la metí por debajo de la ropa y
subí por su pecho con la yema de mis dedos mientras apretaba mi cadera contra
él.
Su
respiración se aceleró, gruñó cuando bajé la mano rápidamente hasta la cintura
de su pantalón y desabroché el botón de los vaqueros.
Con
un dedo palpaba por encima de la ropa sobre su miembro que a cada segundo se
endurecía más. Mordí su oreja y tiré con mis dientes de ella mientras sonreía
al sentir como se tensaba ante mi tacto.
Abrí
la mano y agarré su paquete, apretándolo en mi mano y acercando mi boca a la
suya. “¿De verdad me vas hacer pedirte lo
que quiero?“ Tragó saliva y lamí la parte baja de su barbilla,
mordisqueándola por encima de su barba. Se estremeció cuando metí la mano por
dentro de la tela y empecé a tocar piel con piel su polla dura. Subía y bajaba
muy despacio dentro de la final tela que lo cubría, tanto que me atormentaba
hasta a mí.
v Para... – Pidió
entrecortadamente. – O no me voy a controlar.
v No lo hagas. – Susurré
en su boca, lamiendo el labio inferior y mordisqueándolo tirando de el.
v Pídemelo.
v Fóllame. – Dije
finalmente en sus labios.
Abrió
mi camisa, cogió mis tetas con sus manos y con una facilidad impresionante
abrió el cierre central del sujetador. Dejando mis tetas al aire libre. “Así es como quería verlas desde que viniste
la primera vez“.
Bajó
hasta ellas y metió uno de los pezones en su boca. Chupó, lamió, primero uno,
luego otro, hasta que metió su cara entre ambas y las restregó con ella.
Agarré
su pelo, le apreté contra mí y eché la cabeza hacía atrás intentando sopesar el
placer y la excitación que en mí emergía nuevamente.
Saqué
su erección de los pantalones y me puse de rodillas. Mientras con mi mano subía
y bajaba por su polla, acerqué mi boca hasta sus huevos para meterlos en mi
boca, mirarle, y abandonarlos para ascender con la lengua por todo su miembro
hasta llegar a la punta. La rodeé, la rocé con los labios y la metí en mi boca
para subir y bajar por ella, apretando los labios mientras me ayudaba con la
mano.
Llevó
su mano a mi cabeza, acarició despacio recogiendo mi pelo en una coleta y me
empujó contra él, ahogándome. Me aparté dejando una cascada de saliva caer por
mi boca y cayendo en mis pechos. Me levantó, me dió la vuelta, me puso las
manos apoyadas en la camilla, inclinó mi culo y acariciando mis nalgas las
apretó, soltó un leve manotazo y pegó su polla a mi culo, mientras se
restregaba, accediendo a mis tetas en esta postura desde atrás.
Tanteó
mi entrada con los dedos, totalmente empapada, y llevó la punta de su miembro
hasta ella, abriendo mi carne para él iba metiéndose en mi lentamente, mientras
con su mano me agarraba de la barbilla llevando mi cabeza hacía atrás haciendo
que le mirara.
Empezó
un dulce movimiento entrando y saliendo de mí que me estaba haciendo perder la
cordura y cerrar los ojos. “Mírame...
mírame mientras te follo, Obsérvame tu a mí ahora“. Sus palabras, su voz
ronca excitada, los leves gruñidos que soltaba mientras me embestía hasta el
fondo mientras aumentaba el ritmo clavándose en mí, empalándome, empotrándome
como un animal, me hizo elevarme a las estrellas y gemir como una descosida
mientras que, coincidencias de la vida, volvía a sonar Metallica y su Nothing Else Matters (canción con la
que interactuamos la primera vez), me envolvía con su guitarra.
Poco
a poco nuestras respiraciones se aceleraban, se mezclaban, se elevaban luchando
por ver cual de las dos llegaba antes, perdiéndose en el placer del frote de
nuestros cuerpos, para correrme y sentir como chorreaba por mis piernas
mientras él seguía follándome sin piedad.
No
tardó mucho en acompañarme. Mis gemidos le habían guíado por ese camino como un
crío que va de la mano, y salió de mí para correrse en mi culo, sintiendo como
el calor me recorría piel abajo.
Apoyó
su cabeza en mi espalda mientras yo miraba fijamente a la camilla intentando
graduar la respiración, al igual que él, y cuando la música acabó susurró “Al
final has seguido el patrón que querías... tu tatuaje sigue en secreto“.
Definitivamente
tenía que haber esperado a mi amiga para terminarlo... o no.
Muy buen relato, muy erótico, subiendo en excitación para terminar en lo sabrosón. Muy bien orquestado todo y, he de reconocerlo, con una gran banda sonora de canciones escogidas jajajaja.
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