Un día decides aceptar la propuesta de tu amigo de internet, ese que conoces desde hace poco pero con el que coges confianza super rápido, y le dices que sí, que quedáis y os veis.
Llegué al hotel donde habíamos hecho planes para pasar un finde juntos mientras yo estaba de viaje y entré, dejando el bolso de viaje de mano en la entrada tras la puerta.
Pese a la alegría que el desprendía siempre le notaba un poco triste y el tonteo habitual que nos traíamos por la app, resurgió como vía de escape.
Cómo si nos conociéramos de toda la vida me dio un beso en la cara y estábamos bastante tranquilos.
Nos sentamos en el sofá de la pequeña habitación y saqué el móvil buscando su conversación de días atrás.
- Así que somos amigos de tristeza y abstinencia que se ayudan en este proceso, ¿no?
- Sí. Tu pareces tan tristemente desesperada por un polvo como yo.
- Empieza a rozar la palabra mes... Y yo empiezo a rozar la locura.
- Yo estoy triste.
- Eso veo, ¿Porqué?
- Por lo mismo que tu estás medio loca.
- Tu me quieres encalomar...
- Coño, pues claro...
- Uy lo que me a dicho...
Aparté mi móvil y el suyo y lo puse en la mesita, me subí encima de él y me senté de rodillas sobre su regazo y pasé mi delantera por su cara.
- Para mujer, que esto va a terminar mal.
- O no... Es que te veo muy triste.
Abrí mi camisa un par de botones, saqué un pecho del sujetador y lo pasé por su boca.
- Pezón en la boca para las tristezas... Abre.
Y me hizo caso.
Sentía como se endurecía bajo mi cuerpo y sus manos se movían hasta agarrar mi culo y clavarme con él, restregando su cara por mis pechos agarrando entre sus dientes el único pezón disponible.
Me moví adelante y hacia atrás, restregando mi coño con él envueltos los dos en nuestra ropa. Sobandonos, recorríamos el cuerpo del otro como la postura nos permitía. Era excitante, alentador, provocativo. No podíamos pero ahí estábamos, tonteando con una fricción explosiva que nos hacía sentir mariposas en lo más profundo de nuestro ser.
Nos comimos la boca, recorriendo los labios del otro con la lengua y mordisqueando para entrar con precisión y que bailaran nuestros lenguas, mientras el metía las manos bajo mi camisa para desabrochar mi sujetador.
Me aparté.
- Eso que piensas no de no.
Su cara era interrogativa y me puse a su lado, sacando mis pechos del sujetador y dejándolos a su vista, acariciando su muslo mientras mi mano subía y bajaba por él.
La llevé a su paquete, y acaricié por encima de la tela mientras observaba como se movía involuntaria bajo la ropa. Desabroché, metí la mano y la saqué. Dura, preparada y pidiendo atención la rodeé con mi mano y la dejé dentro de ella.
Me acerqué a su boca a lamer sus labios, rozarle con los míos, pillar su carne entre mis dientes, y estirar a la vez que comenzaba a mover mi mano. Bajando, subiendo, rozando la punta con mi pulgar y volver a repetir mientras gruñía en mi boca y yo seguía, haciendo un masaje con mi mano en su polla, pajeandolo mientras sonreía contra sus labios y le metía la lengua en la boca.
Acercó tímidamente su mano a mis tetas que observaba desde su asiento y apretó una.
- Pobre amigo en apuros.
Susurré en su boca.
Seguí bajando y subiendo con mi mano mientras le comía la boca y me masajeaba las tetas, pillando uno de mis pezones entre sus dedos y tirando, para abarcar la teta entera.
Agachó la cabeza y yo me estiré, para que mientras yo le pajeaba el tuviera acceso a mis pechos con su lengua.
Agarré su cabeza contra mí y bufó entre ellas, sin yo dejar de tocarle y acelerando el ritmo.
Agarré su pelo y tiré de él para obligarle a mirarme.
- Quiero hacer que te corras en mi mano y me salpique en las tetas.
Y aquello hizo efecto acelerante porque sentí como se tensaba le cambiaba la cara y yo me incliné para que la corrida que salió de él me salpicara los pechos.
Seguí más despacio, sintiendo los espasmos de su polla en mi mano hasta que cesó y pare con él.
Me fui a limpiarme y... Hoy no hay foto portada porque no se hizo foto de aquello.
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