Vino, metal y una pared
Os podría aburrir con un precioso cuento lleno de romanticismo digno de una película infantil de héroes que rescatan princesas y villanos envidiosos, pero como para eso está Disney, os dejaré mi pequeña historia todo lo opuesta a infantil.
Lo que empezó como una quedada de compañeros terminó como una cita en casa de Alberto conmigo subida encima de la mesa, copa en mano y con un pelín de inconsciencia y mucha calor.
Pero empecemos por el principio.
Era el cumpleaños de Alberto, que además se iba a ir del bar de copas en el que trabajabamos. Después de Navidad terminaría su contrato y a modo de despedida quiso celebrarlo con todos los hosteleros que tenía más confianza.
Luisa y yo fuimos el martes a última hora de un mes de Diciembre navideño a un Dunes a por algun vestidito mono. Nos arreglamos lo justo, pero es que teníamos que ir de tiendas a comprarle el regalo a nuestro compañero. Yo le regalé un par de cosillas de Star Wars y Darth Vader del que sabía era fan, de primera mano además, ya que nos podíamos tirar las horas muertas hablando de eso en los cuatro ratos que teníamos de descanso.
Cuando llegó el Jueves que se libraba y llegó las 6 de la tarde empecé a arreglarme para estar lista a las 9. Sería una cenita en su casa con un poquito de barra libre sin mucho desmadre.
Me puse el vestido de lana por encima de los muslos negro y con cuello de barco que dejaba los hombros al descubierto, con unas medias oscuras que llegaban hasta el muslo y un tacón mediano del mismo color. Me recogí el pelo con un par de trenzas que iban enredando cada vez más pelo hasta finalizarlo en un semirecogido. Un poquito de rayita en el ojo por aquí, rimel por allá y los labios en un rojo vino tinto.
Cuando nos encontramos todos en el portal y subimos, Alberto ya tenía preparada la mesa con varios platos de picoteo y en un lado del loft una mesa donde estaban varias bandejas con dulces que tenían una pinta...
Mis ojos se clavaron en las trufas, tenían que ser mías.
La cena se fue amenizando entre anécdotas, momentos nostálgicos por sus 5 años con nosotros y la inminente despedida.
El gusto musical de todos los allí presentes era muy variado, y estábamos acostumbrados a todos los estilos musicales por nuestro trabajo, aunque el más común de todos nosostros era el heavy metal y el rock. ¿Hay algo mejor que oír una guitarra en todo su pleno apogeo?
El ambiente nos acogió con Metallica sonando su gran Nothing else matters, seguido de the unforgiven, pero el enter sandman ya era harina de otro costal y se iba animando la cosa con ellos de fondo.
El vino iba y venía, pasando de mano en mano y sin darnos cuenta las copas y las botellas volaban entre aquel cordero asado que había quedado de muerte a Alberto. Cocinitas donde los haya.
Saltó ACDC con su highway to hell cuando los platos se iban vaciando y mi ansiedad por pillar la mesa de los postres había hecho hasta que se me olvidase darle los regalos. Si no es por Luisa voy directa a aquel altar de azúcar y chocolate.
Le encantó, aunque no tanto como a mí el back in black que saltó, sabiendo la que vendría después porque había oído esa lista de reproducción miles de cientos de veces y me sabía el orden de memoria.
Al fin. Los postres.
Tengo una sorpresa para todos con estos postres.
Sí, que están para chillarlos. - Dije yo relamiéndome.
No, que también. - Se rio. - Tienen sorpresa dentro.
¿Són huevos kinder? - Bromeé mientras le daba mi copa de vino blanco manchada de carmín y me agenciaba una trufa.
Me relamí, la llevé a mi boca y, no se me olvida que sonaba T.N.T cuando probé aquella maravilla digna de dioses.
Esperó mi reación él y los demás.
Si seguís mirando así me voy a comer hasta el mantel. - Advertí. - ¿A qué esperais?
No os he dicho lo que llevan...
Algo delicioso. - Dije poniendo los ojos en blanco lamiéndome los labios.
Bajo vuestra responsabilidad pues... - Y todos se acercaron a coger cada uno lo que más le apeteció.
Eran dulces caseros hechos por él y su buena mano en la cocina. Estaban tremendos y te hacían olvidarte y evadirte de todo cada bocado que te trasladaba al paraíso.
Nos ofreció una copa con aquellos dulces pero dada mi experiencia en resacas, sabía que no era buena idea mezclar nada que luego me sentaba fatal, así que seguí con el vino.
El salón se ambientó con luces led que puso a modo de discoteca intima. Estabamos bastante agusto y las horas pasaban rápido casi sin darnos cuenta, pero pasar los 30 traía consecuencias ya en alguien tan castigados como nosotros. Castigados mentalmente porque pensabamos la realidad de que al día siguiente teníamos que trabajar.
Nuestros compañeros pronto se irían, pero yo me estaba poniendo ciega a vino y dulces y cada vez tenía más soltura, así que en un arrebato me quité los tacones y me subí encima de la mesa mientras sonaba Iron man de Black Sabbath, copa en mano y la boca llena de pintalabios y chocolate.
Me contoneaba mientras Luisa la muy perra me incitaba a seguir, gritando que me subiera un poco más el vestido para darle caña a los compañeros.
Se subió conmigo, se colocó detrás y ambas nos moviamos pegadas restregándonos la una con la otra como dos piezas de puzle que encajan a la perfección, dandonos una trufa la una a la otra sólo con la boca.
La música cambió a War pigs, muy propia, cuando nuestros compañeros allí presentes empezaban a decir burradas en plena confianza y envalentonados por el alcohol y sepa dios que más. Alberto no me quitab el ojo cada vez que daba un golpe de melena después de soltarme el pelo, bajando con mi cuerpo pegada a Luisa que me agarraba la cabeza y ponía la pierna en mi hombro acercándome a ella, para después subir rozando mi cara en sus pechos y ponerme a su altura, agarrándonos por la cintura y los hombros y bailando de forma provocativa.
Alberto se acercó con la bandeja de profiteroles de chocolate esta vez. y cogí uno que me comí, y ella otro que puso en mi boca. Me estaban rellenando como un pavo. Le chupe los dedos mientras ella se reía la muy cabrona y ellos empezaban a incomodarse de manera muy cómoda.
Subió el volumen hasta lo permitido para que Children of the grave nos pusiera más a tono y quisieramos seguir jugando un poco más.
Luisa puso las manos bajo mi vestido y las subió despacio hasta dejar a la vista mis medias con ese encaje en la parte alta. Le agarré las manos y le di la vuelta pegando mis caderas a su culo y engarzando sus brazos en mi cuello mientras bailábamos y rozaba mi nariz por su cuello.
Pese a ser bastante heterosexual, estaba disfrutando la escena revolucionando el gallinero de aquellos tres hombres que nos miraban sonriendo y gimoteando entre risas con la copa en la mano al más puro estilo machos derrochando testosterona.
Cuando ella se dio la vuelta y nos dimos un pico un par de silbidos nos hicieron sonreir, pero cuando hicimos el amago de darnos un morreo se subió la cosa de nivel dejándolos con las ganas.
Luisa me dio un azote y un beso en los labios y se bajó de la mesa.
Mañana a ver quien es la guapa que se levanta entera.
Yo también me voy.
Y yo.
¿Y tú? - Me retó Alberto
¿Sabes? Como me sigas sacando chocolate y vino no me vas a echar de aquí ni con agua caliente.
Tú misma. - Sonrío.
Nos quedamos a solas y me bajé de la mesa con ayuda de él, nos sentamos en el sofá, me eché para atrás, me puse cómoda y subí las piernas en sus rodillas.
¿Me vas a decir que sorpresa lleva dentro esta mierda tan buena?
¿Tu que crees?
No lo sé, pero siento que floto y que no hay preoupación alguna. - Me eché adelante hasta estar cerca de él. - Y quiero más.
María.
¿Qué? - Abrí mucho los ojos.
Lleva un poquito de Marihuana.
¡Pero serás hijo de puta! - y me eché a reir - Estoy demasiado colocada y borracha como para sermonearte, pero preparate para mañana maldito cabrón.
Me acomodé en el sofá y él empezó a masajearme los pies. Yo bebía vino, tenía un colocón importante y estaba bebida frente a un tio que en circunstancias normales tenía su morbo, pero que ahora era una bomba sexual follable para mis ojos.
"Lena, controlate que luego te arrepientes"
Pasé un poco el pie como quién no quiere la cosa por su paquete, que noté abultado. Me miró y le sonreí mientras le daba un sorbo a mi vino.
Heaven and hell sonaba en modo ténue envolviéndonos el instrumental, ambientando y caldeando la noche a solas. Porque si algo me ponía a tono a mí era el metal con una copa de vino en la mano mientras me quedaba observando una pared en la que se podían hacer muchas maldades.
Su mano subió por mi pierna hasta mi rodilla, apretó y me removí un poco abriendo las piernas, ascendió un poco más hasta el borde del encaje de las medias, y como si esperase una aprobación, subió un poco más hasta colarse entre mis muslos y sentir mi sexo desprender calor aún con la tela negra que me lo cubría. Pasó un dedo por mi coño, clavándolo aún con las braguitas, yo pasaba el pie por su entrepierna notando como se endurecía cada vez más y comenzó a acariciarme entre las piernas despacio esperando a mi reacción.
Yo tenía la copa pegada a los labios, a la espera del último trago antes de dejarla sobre la mesita.
Metió la mano en las bragas y notó lo empapada que ya estaba, y con mi sonrisa como invitación, comenzó a estimularme empapándose los dedos, haciendo círculos mientras yo me retorcía de placer y el tintineo del vino pese a ser poco estuvo a punto de derramarse.
Le di el último sorbo y dejé la copa caer sin importarnos a ninguno que se pudiera romper al impacto.
Yo abría más las piernas para darle acceso a mi sexo y tuvo la ocasión de meter un dedo en mi interior mientras con la palma de su mano me iba estimulando el clítoris. Cuando sentía que estaba a punto de correrme paró, sacó la mano y se chupo el dedo mientras me miraba.
Me bajé el vestido de la parte de arriba dejando mis tetas al aire libre, sobándome para él, y volvió a la carga con su mano en mis bragas, dándome el placer esta vez de correrme entre gemidos mezclados con la guitarra de fondo, arqueándome en el sofá revolviéndome como si estuviera poseida de tanto placer y tantas sensaciones que sentía.
Intenté recuperar el aliento, me puse de rodillas cuando pude encima de él y me rocé con su paquete subiendo mi vestido, poniendo mis tetas en su cara con Sweet Leaf de fondo.
Agarré su cabeza y lo apreté contra mí, notando su barba sollarme los pechos, dándoles mimos con sus labios y acogiéndolos con sus manos.
Restregó su cara entre mis pechos mientras esta vez me agarraba por el culo y me clavaba un poco más contra su cuerpo.
Me aparté, le cogí de la mano y lo llevé hasta la pared, poniéndome de espaldas a ella y le indiqué que se arrodillara. Puse una pierna sobre su hombro y supo el solito lo que tenía que hacer. Apartar a un lado la braguita tras subir el vestido y acercar su boca para darme un lametón mientras yo me agarraba con una mano a la pared y con la otra agarraba su cabeza, presionándolo contra mí.
Metió un par de dedos mientras me comía, me devoraba sin control, entrando y saliendo de mí hasta que sentía ese calor familiar embriagarme desde el pecho hasta la parte más íntima de mi ser, como se acercaba poco a pocco el placer estallando en un gemido y una liberación que acogió con su boca mientras me agarraba por los muslos y yo le obligaba a estar pegado con su cara a mi coño.
Se apartó cuando las fuerzas me fallaron unos minutos y me miró con su barba reluciente por mis fluidos, relamiéndose mientras sonreía.
Se puso de pie y y me fui agachando hasta estar de rodillas frente a él, que se apoyó con una mano en la pared mientras con la otra acariciaba mi pelo.
Fui desabrochando sus pantalones, con toda la calma y lentitud de la que fui capaz para que ansiase más el momento.
Bajé la ropa, dejándole en calzoncillos, acariciando por encima de la tela su potente erección, pasando la cara, los labios, acogiendo su paquete con la boca, con él apretándome contra él de manera desesperada.
God is Dead sonaba cuando le pegué un tirón y su polla erecta me dio de lleno en la lengua que la tenía fuera para recibir el impacto. Acerqué la cara buscando con mi boca su miembro, deslicé la lengua desde abajo, sujetando sus huevos con mi mano, y volví a bajar los labios esta vez hasta ellos. Los lamí, besé y chupé mientras le pajeaba lentamente con la mano en mi cara, para volver a subir lentamente con mi lengua y envolver la punta con ella, apretar su polla con mis labios e introducirla despacio en mi boca hasta que tocó el fondo de mi garganta.
Me quedé unos segundos así hasta que sentí la respiración faltarme, y él me presionaba la cabeza contra su cuerpo gimoteando y mordiéndose el labio sin dejar de mirarme.
Joder... - Me apartó, agarró la cabeza con ambas manos y entró en mi boca con rudeza. - traga
Y empezó a follarme la boca hasta tocar el fondo de mi garganta mientras yo no tenía escapatoria con la cabeza pegada a la pared.
Yo me dejaba atragantar acariciando sus huevos con la mano y sintiendo el babeo de mi boca caer por mis tetas, con mi vestido en la cintura. Dio un empujón en seco hasta atragantarme y muy a su pesar salió de mi boca.
Necesito follarte ya o voy a llenarte la garganta.
¿Y donde está el problema de eso último?
En que te quiero follar primero ese coño empapado que tienes.
Me ayudó a levantarme y me puso de cara a la pared, se posicionó entre mis piernas, abrí los muslos y me la metió sin mucha floritura. Entrando ruda y salvajemente dentro de mí, embistiéndome, agarrándome por la cintura y el hombro. Fuerte, duro, rápido... parando unos segundos para volver a remeter.
Comenzó a sonar Paranoid cuando su cuerpo y el mío colisionaban en un baile sexual frenético. Sentía sus huevos rebotar en mi coño y el roce me estaba volviendo loca hasta el punto de que sólo podía suplicar más y más fuerte, sintiendo como si me fuera a romper en cualquier momento por la mitad con sus pollazos.
Salió y me dio la vuelta, me cogió en brazos y me penetró, embistiéndome ferozmente sin dejar de mirarme a los ojos y a las tetas, seguido de mi boca.
Quiero recordar cada puto segundo dentro de tu cuerpo y recorrerte para grabarte en mi retina. - Sus palabras, su follada... me volvía loca. - Quiero ver tu cara de placer cuando nos corramos juntos. Correrme dentro de ti, tú conmigo en tu interior.
Entraba y salía, feroz, rápido, profundo... aquello era una necesidad, una obsesión, unas ganas inauditas de sentirnos. ¿La maría, el vino, el deseo? Podían ser muchas cosas, yo sólo necesitaba un buen vino, metal y una buena pared ultimamente, y Alberto me lo ha dado todo en bandeja esta noche.
Siguió embistiendo profundamente con estocadas certeras sin llegar a salir de mí mientras yo gemia y me agarraba a sus brazos, dejándome hacer y dejando que él llevase el control ahora.
Estoy a punto de vaciarme dentro de ti... - Gimoteo con voz grave en mi cuello. - Ver tus tetas bailar asi no ayudan a mi autocontrol.
Correte dentro de mí... - Gemí mientras llevaba una de mis manos a mi coño y me acariciaba con rapidez para alcanzar el orgasmo lo más cerca posible a él.
Yo soy de reacción rápida y quizás aquel apretón de mi interior en su polla, mis gemidos y mi tensión corporal por el orgasmo cercano lo hizo tensarse y correrse dentro de mi a la vez que yo me volvía a dejar llevar.
La respiración de ambos estaba muy acelerada y llevó un par de minutos normalizarse cuando él salió de mi cuerpo y se quedó observando como chorreaba de él por mis medias hasta mis tobillos.
Me cogió en brazos y me llevó a su cama donde presos de toda quella noche inquieta nos quedamos dormidos.
Al día siguiente la ducha fue larga... ¿Queréis que os la cuente en otro relato? Ya sabéis que hacer.
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