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miércoles, 25 de junio de 2025

Monitor de verano +18 Part I

 

Monitor de verano

Los veranos son un poco método de tortura para mi salud y, cuando estás apuntada a la vida sana y saludable, con ejercicio de por medio, cuesta más aún de llevar.

Aquella mañana entré sin mucho entusiasmo en el gimnasio, esperando que se me hiciese lo más ameno posible el tiempo ahí. Sin embargo, vi varias cosas que me hicieron descartar esa idea por completo. Mi monitor estaba de vacaciones, me habían dicho, y vendría un reemplazo al que no conocía de nada.

Soy una persona muy minuciosa con mis entrenamientos, pero más aún a la hora de conocer gente, ya que suelo evitar socializar, y cuando coincido con alguien para mantener cualquier tipo de vínculo, ya no me imagino cambiar a otra persona.

Me fui a los vestuarios y dejé mis cosas en la taquilla, volví hasta recepción para decirles que estaba lista, que me presentasen al nuevo monitor, y Álvaro me llevó hasta él.

La primera impresión fue todo lo buena que podía ser viniendo de un magnate del deporte. Moreno, alto, ojos oscuros, barba bien cuidada, brazos fuertes, una buena apariencia por… vale, ha quedado claro que el nuevo monitor era todo lo que una podía soñar, pero no aquí, donde me viese con los pelos bufados tras sudar como una cerda oliendo a cuadra.

Se presentó como Jorge, con una sonrisa que ponía más picardía en su cara, y yo no podía evitar sonreír como si hubiese dormido con una percha en la boca, asintiendo a todo, que sí. Me podría estar diciendo que me iba a tener 3 horas saltando a la comba, que ahí estaba yo, asintiendo satisfecha.

Las hormonas son muy malas, y mi fase lútea estaba llamando a mi puerta a manporros.

Como he comentado, el calor me afectaba de más, por lo que necesitaba bastante impulso para hacer mi entrenamiento diario. Se lo hice saber, y así vino conmigo intentando ayudarme en lo posible.

Le explique que hacía con Juanma, mi monitor habitual, para que él tuviese una idea de todo lo que hacía yo y no cargarme de más.

Una parte de mí, la más enferma debo decir, veía todo un poco sexual con él. Era incapaz de mirarle como a un monitor sin pensar en varias preguntas que me rondaban por la cabeza cuando lo veía moverse con soltura por el gimnasio, cuando sus músculos se tensaban bajo la camiseta que le marcaba, sus muslos seguían un camino que me hacían mirar un poquito más arriba, y su mandíbula se tensaba cuando cargaba más peso del que yo podía coger para enseñarme su técnica.

Sí, en eso pensaba precisamente yo, en su técnica. Pero creo que él y yo teníamos un concepto diferente de la técnica en cuestión.

Que me estoy yendo por las ramas, pero ahí estaba yo, sentada en la press de pecho para ponerme más tersa de la parte delantera, cuando él se acercó y se quedó mirando asintiendo.

Más tarde volvió, cuando estaba ejercitando abriendo y cerrando las piernas. Aquel día, di por concluido el entrenamiento bastante pronto porque iba a desfallecer a 40º a la sombra.

Me metí en los vestuarios y me di una ducha, saliendo con ropa limpia y liviana del gimnasio.

Los siguientes cuatro días fui bastante animada, porque sí, la idea de ver a Jorge era un plus extra de energía y entusiasmo, para qué mentir. Pero estaba cansada de mis entrenamientos y quería que fuese él el que me pusiese otro tipo de ejercicios.

Se lo comenté la tarde de antes por whassapp, porque sí, se lo di más pronto que tarde por si tenía “alguna duda”. Me había preparado una tabla de ejercicios que iba a poner a punto el quinto día, el viernes.

Después de calentar un poco como era lo habitual, me propuso hacer unos ejercicios con las pesas tumbada en el suelo. Agradecí enormemente que el gimnasio estuviese vacío a esas horas y que sólo estuviésemos él y yo y una clase que había encerrada haciendo algo con una música psicodélica.

Me tumbé en el suelo como él me había explicado y agarré con cuidado, pensando que eso era más pesado de lo normal para mí, pero confiando en su consejo.

Con su ayuda en todo momento, empecé la serie de ejercicios que él me propuso, pero cuando llegué a la segunda serie los brazos no me respondían, yo no podía con mi alma, parecía una perra jadeando y me notaba los bíceps como gelatina.

Para mi sorpresa se puso entre mi cuerpo, quedando debajo de él en medio de sus piernas y se agachó, para agarrar mis manos y ayudarme a continuar la serie de pesas subiendo los brazos, teniéndolo muy cerca, a él y a su cuerpo, casi rozándome los pechos.

-        Venga, uno más. – Pero yo no podía dejar de mirar su cuerpo encima de mí. - ¿Lo ves? Ya lo tienes.

Lo que tenía era un calentón como un demonio de verlo sobre mi cuerpo, marcando los músculos, rozándome y empezando a sudar.

Una parte de mí quería meter la cara debajo de su camiseta y recorrerlo, la otra parte me estaba diciendo que controlase las hormonas porque terminaríamos mal, que era lo común conmigo.

-        Dios, no puedo más… - Dije haciendo fuerza con las pesas hasta arriba con sus manos en mis muñecas.

-        Sí, sí que puedes, ¡venga!

En algún momento del intento perdí la fuerza y dejé caer mis brazos, agarrando él bien mis muñecas para que no me diesen en la cara, por lo que terminó acercando su cara mucho a la mía y me puse nerviosa. Y cachonda, para qué negarlo.

Cogí aire, inflando mi pecho hasta rozarle, haciendo que por unos instantes me mirase el top, que, en esa postura, por la gravedad, y el tamaño, dejaba salir un poco de carne de ambos pechos.

Sonrió lo suficiente como para darme cuenta, y se fijó en el rastro de sudor que llegaba hasta mi canalillo y hacía que mi ropa se pegase a mí.

Al sentirme expuesta de esa manera me tensé, mis pezones se endurecieron y él sonrió sin ocultarlo.

Llevó mis brazos por encima de mi cabeza para dejar las pesas en el suelo y por inercia mi pecho se elevó, mi respiración se aceleró y me agité, relamiéndome los labios por impulso, ante la sequedad que me estaba dando.

Se arrodilló encima de mí, despacio, casi pidiendo permiso mientras lo hacía, barajando la posibilidad de que yo me fuese a quejar, cosa que no pensaba hacer. Y noté como, a medida que teníamos contacto, se iba endureciendo, notándose su miembro erecto por debajo de la tela de los pantalones cortos y su respiración se hacía más profunda.

Yo seguía con los brazos extendidos y con sus manos posadas en mis muñecas. Me arqueé levemente dándole aprobación e incitándole un poco a que pensase igual que yo.

Solté las pesas y el recorrió mis bazos con sus manos, ¡y qué manos!, hasta llegar a la altura de mi boca. Pasó un pulgar por mis labios mientras nos mirábamos, y los abrí, atrapando su dedo, rozándole con la lengua.

Se mordió el labio, se tensó, y noté las venas de su cuello hincharse. Me cogió la mandíbula, se acercó hasta a mí y a escasos centímetros de mi boca puso la suya, sintiendo su aliento en mis labios, mirándome a los ojos esperando mi aprobación.

-        Deberías quitarte el top. – Me susurró en los labios, apartándose para mirar mis pechos que sobresalían y se marcaban bajo la tela. – Casi no te sujeta nada, y sólo te da calor.

-        O puedes ayudarme tú, que eres mi monitor.

Aquello bastó para que pegase su boca a la mía y me recorriese con su lengua, pegando leves mordisquitos en los labios, succionando el labio inferior mientras me volvía a devorar con ansia una y otra vez.

Notaba su miembro duro en mi barriga, amenazando con perforar la tela de sus pantalones, hasta que llevé mis manos a la cintura de su tela y tiré para dejar libre su erección. Miró, sorprendido, esperando cual sería mi siguiente paso.

Levanté un poco mi top por abajo y metí su polla entre mis tetas, ante su cara de sorpresa.

-        Si no me lo quitas tú, voy a tener que incitarte un poco… - Agarré mis pechos, presionando su masculinidad con ellos, y cuando le miré a los ojos con soltura casi le supliqué. – Fóllame las tetas.

Un sonido ronco de su garganta se escapó, acompañando los latidos que aumentaron en su polla.

Empezó un movimiento suave, apoyándose en el pecho mientras se frotaba conmigo, viendo salir la punta de su erección y llegando hasta mi boca, que le esperaba abierta, con la lengua fuera para lamerlo como recompensa.

Me agarró del pelo, tirando de mí para que me acercase más, quería que mi lengua le recorriese mejor, y obediente cedí a su control, mirándole a través de mis gafas con una expresión de autentica lujuria. Porque le deseaba, deseaba darle placer, quería ver hasta donde podía llegar y donde podía terminar.

Sus embestidas entre mis pechos fueron aumentando, cada vez más profundidad, más presión, cada vez más dura, casi podía notar las venas de su polla pegadas en mi piel. Sentía como su erección estaba al borde del colapso y de explotar en mis pechos, por lo que me frené, saqué mis tetas del top, como él me había pedido, y me agarré las tetas con las manos sin poder cubrirlas enteras para masturbarle con ellas.

Su cara tenía la expresión del placer pintada, y su boca entre abierta jadeaba, dejando salir aquellos quejidos roncos que me estaban excitando y humedeciendo entre las piernas.

Aceleró el ritmo, agarrando mi cabeza con ambas manos mientras se movía, arriba y abajo, hasta que noté como se tensaba, me apretaba con fuerza y estallaba entre mis pechos llevándome gran parte en la cara y la lengua, que la tenía fuera. Me relamí mientras no dejaba de mirarme a los ojos, y me soltó la cabeza apoyándose en el suelo con las manos, totalmente fatigado.

Su pecho subía y bajaba por el frenesí y el sudor impregnaba su cuello, que deseé morder.

Se apartó y me dio la mano, para ayudarme a levantarme, y me dirigí al baño sacándome el top por la cabeza.

Se nos había olvidado a ambos por completo que había clases con gente, y que podrían salir en cualquier momento y sorprendernos.

Una vez en la puerta del baño me asomé, le miré y le incité a que viniese conmigo.

Cerré la puerta tras de mí cuando entró, tiré el top al suelo y eché el pestillo de la puerta, me quité las mallas con las braguitas y me quedé desnuda, caminando hacia la ducha. Abrí el grifo y se quedó mirando, esperando mi invitación.

Mientras el agua caía sobre mi cara me abrí de piernas y llevé una mano a mis pechos, bajando hasta el interior de mis piernas. Mirándole y con la lengua fuera relamiendo el agua que caía en mis labios, comencé a masturbarme delante de él, y comprobé tras su pantalón, que su polla estaba de nuevo lista para mí.

Dio un paso hacia delante para venir hasta a mí y le dije que no con la cabeza, y con la otra mano señalé a lo que estaba haciendo. Quería que me viera tocarme. Gemí, lo bastante alto como para que sólo él me escuchase, y cerré los ojos retorciéndome de placer mientras introducía mis dedos dentro de mí, despacio, rozándome con la palma de la mano el clítoris, sintiendo temblor por mi cuerpo ante el placer de tocarme y verme exhibida con él. Sacaba mis dedos, me acariciaba, volvía a introducirlos, y volvía a sacarlos para llevármelos a la boca, y lamerme mientras él se acariciaba la polla por encima de los pantalones.

Entonces sí, le indiqué con un dedo que viniera y que se pusiera de rodillas, abrí las piernas y pasé una por su hombro, indicándole que quería su boca en mi coño y notar su lengua recorriéndome, jugando, entrando en mi humedad.

Agarré su pelo húmedo y lo apreté contra mí mientras su lengua subía y bajaba, se apartaba para darme lametones, me succionaba, me recorría, me metía un dedo acompañado de su lengua recogiendo mi esencia, y después añadía un dedo más.

Follándome con sus dedos acompañado de su boca, no pude soportarlo más y me dejé llevar, corriéndome en sus labios, mientras gemía mordiéndome el brazo para no alertar a los que había fuera.

Las piernas me temblaban y apretaba su cabeza contra mi intentando exprimir al máximo su roce. Se apartó cuando supo que ya no podía más y había dado todo el placer que su boca tenía en ese momento, y me miró desde abajo, con mis tetas en medio, totalmente mojadas.

Se había metido con la ropa, se la quitó dispuesto a ducharse conmigo, pero yo quería más, pero eso es algo que continuó al día siguiente. Y si quieres saber que pasó, tendrás que esperar al próximo entrenamiento, ya que alguien llamó a la puerta y tuvimos que cambiar de planes.

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