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miércoles, 14 de mayo de 2025

Acompáñame esta noche +18

 

Acompáñame esta noche

Era tarde. Habíamos bebido de más y cuando miré el reloj los números me bailaban sin ser consciente de manera clara la hora que era.

La mezcla de alcohol golpeteaba en mi cabeza y en mi estómago, casi no me podía sostener en pie y empezaba a sentir el cansancio en mis piernas.

Me quería ir a casa, pero no estaba en condiciones para conducir, por lo que llamé un taxi intentando arrastrar lo menos posible las palabras con mi lengua, por la pesadez de la bebida.

Daniel vio mi torpeza intentando hablar con el taxista, repitiendo por encima del volumen de la música más de una vez las palabras casi incompletas, y acudió en mi ayuda. Agarrándome del brazo y llevándome hasta uno de los bancos del local, me ayudó a sentarme y se puso a mi lado con un vaso de agua.

Debo reconocer que el alcohol me envalentona, aumenta mis sentidos, aunque entorpezca mis acciones, y todo en mí se intensifica, empezando por mi carácter.

Me vuelvo melosa, mimosa, cariñosa y activa, desinhibiéndome por completo y comenzando a experimentar esa parte de mí que está más bien bajo control cuando estoy en mis plenas facultades cognitivas.

Puso la mano sobre mi muslo para intentar calmar mi golpeteo contra el suelo, y sentí una descarga eléctrica recorriéndome entera.

Me encaré con él, acercando mi cara a la suya y cogiendo su barbilla para acercarlo a mí, quedándonos fijamente mirándonos, a escasos centímetros el uno del otro.

-        Gracias. – Logré decir, sin saber entonces bajo mis efectos, que no me escuchaba, simplemente se fijaba en mis labios, con parte del labial rojo escarlata semicorrido y desaparecido en tantas copas como las que fui capaz de beber.

Sonrió, y yo con él, cuando solté su barbilla y le di unos golpecitos suaves en su muslo antes de coger el vaso de agua y bebérmelo con ganas por la sed. Pese a todo el líquido que había ingerido me sentía totalmente deshidratada.

Me ayudo a incorporarme, mis tacones me desestabilizaban, y me acompañó a la puerta a esperar el taxi un buen rato después.

Cuando el coche aparcó en la puerta, tiré de su brazo, indicando que me acompañase a casa.

Sonreía y se negaba, pero me colgué de su cuello con mis brazos y, muy cerca de su boca, le pedí que viniera conmigo, que no quería dormir sola. Casi rocé sus labios con mi boca, pidiendo su compañía, y él, algo más tenso y nervioso, pero un poco juguetón, cedió y me agarro del brazo para meterme en el asiento trasero del taxi.

Me sentía más segura con él, con uno de mis mejores amigos desde hacía muchos años, que sola en un taxi a plena noche y bebida.

Durante el camino volví a sentir esa descarga eléctrica mientras sus manos me sujetaban, y quizás por el alcohol, por los recuerdos, por el cariño, o por todo a su vez, me volví a enganchar de su cuello y gimoteé escondiendo mi cara en su cuello, donde olí su perfume, el olor que tan loca me volvía, el olor de un hombre, que es mi debilidad.

Estaba a su izquierda sentada, y eché mi pierna izquierda por encima de él y me moví lo suficientemente rápido para dejarlo sorprendido al verme montada encima de su cuerpo.

Noté su nerviosismo, que aceleraba el mío. Volví a gimotear en su cuello mientras me sentaba sobre él, totalmente pegada dejando reposar mi cuerpo sobre el suyo.

Instintivamente agarró mi cintura y me clavé más con él, sacando la cabeza y pegándome a su cara para mirarlo fijamente con la boca entre abierta, susurrando en su boca.

-        Dani… - Le pasé mis dedos por sus labios. – creo que estoy un poquito cachonda.

Pude notar levemente como su cuerpo reaccionó a mi confesión, notándolo entre mis piernas, latente, despertando, mientras tragaba saliva, notándolo en su garganta, y buscaba las palabras adecuadas.

-        Vaya por dios. – Dijo finalmente.

-        Y no quiero dormir solita… - Me restregué despacio contra su paquete que empezaba a mostrar dureza. – No quiero tener que tocarme hasta correrme… - cerró los ojos e inspiró profundamente. – Para después dormir sola.

-        Sue… - mi nombre en su boca me hizo volver a gimotear encima de él y me removí un poco, lo bastante para que mi falda se subiese. – Estás borracha.

-        Sí. – Reconocí mientras me reía y buscaba el filo de su camiseta bajo su barriga para meter la mano. – Pero también tengo ganas de follar… no sé dónde está el problema.

-        Que… - Cogió aire y cerró los ojos nuevamente, mientras con sus manos frenaba la mía que se había metido ya bajo la tela y le estaba acariciando el pecho. – somos amigos.

-        ¿Y? – Busqué con la otra mano el botón de su pantalón. – ¿hay alguna ley que lo prohíba?

-        El taxista… - Gimió levemente echando la cabeza hacia atrás – Nos está escuchando.

-        ¿Y me vas a rechazar delante de él? – Metí la mano bajo sus pantalones y acaricié la dureza que guardaba.

-        No te estoy… rechazando. – Agarró mis dos muñecas con sus manos. – Joder, para o…

-        ¿O? – Me incliné hacia adelante y pasé mi lengua juguetona por sus labios.

-        Que te voy a follar con público.

El taxista lo escuchó alto y claro porque carraspeó y dijo que habíamos llegado.

Me levanté de su regazo y saqué el dinero para pagarle. Me quedé mirando a Daniel, y me mordí el labio cuando agarré su mano y la puse en mi muslo, bajo mi falda.

-        Acompáñame… no quiero dormir sola hoy.

-        No es una buena idea.

-        Eso dímelo mañana cuando esté sobria.

Nos bajamos del coche y me recompuse la falda. Al llegar a la puerta y cerrar tras nosotros, me quité los tacones y subí descalza el corto tramo de 5 escaleras hasta mi piso.

Saqué la llave nerviosa, sin poder atinar en la cerradura, hasta que él la cogió y abrió por mí.

-        ¿Ves? Menos mal que me has acompañado.

-        Entra, anda.

Entramos en el piso y cerré la puerta tras él, dejé el bolso en el mueble del recibidor y tiré los tacones en el otro lado en el suelo. Me acerqué despacio hasta él, mientras me quitaba la chaqueta y la dejaba tras de mí.

Tragaba saliva mientras no podía dejar de mirarme y buscaba las palabras adecuadas para poder rechazarme, pero no lo consiguió. Me apegué a él y acaricié su paquete por encima de los pantalones, mientras me ponía de puntillas y me acercaba a su boca.

Mordisqueé su labio inferior, tirando suavemente con los dientes, solté y gemí.

-        Quiero follar. – Le confesé en la boca, por si aún no se había dado cuenta dado lo complicado que es que un hombre pille las indirectas.

-        Algo he notado… - acarició mi cabeza.

-        Y creo que tu también. – Metí la mano dentro de sus pantalones y abarqué con mi mano toda su erección, acogiéndola.

-        Llevas calentándome un buen rato, ¿qué esperas? – Sonrió acercándose a mi boca para besarme.

Pero me aparté.

-        No. – Me separé unos centímetros de él. – aquí. – Me señalé entre los muslos, dentro de la falda.

Me cogió y me puso de espalda a la pared y bajó por mi cuello, con la boca, entreteniéndose en mi escote, pasando la lengua mientras se agachaba hasta ponerse de rodillas.

Puso sus manos en mis muslos y ascendió con ellas arrastrando la falda hasta dejar mi piel al descubierto.

Acercó su boca y me dejó un camino húmedo de besos y succiones que me estaban haciendo poner los ojos en blanco, con mi mano aferrada a su cabeza y clavándolo contra mí. Ansiaba tenerlo entre mis piernas, en la parte que requería atención, necesidad, ganas y que se estaba empapando rápidamente.

Posó sus labios en mi sexo, por encima de la fina tela oscura de mi ropa interior y me mordisqueó suavemente hasta escucharme suplicar.

Apartó a un lado las braguitas y pasó su lengua de abajo a arriba, abriendo con sus dedos mis labios, recorriendo nuevamente con su lengua, despacio, deteniéndose, chupando, succionando, dando ligeros golpecitos que me estaban haciendo volverme loca.

Cuando abrí los ojos tras unos segundos para observarlo mientras me comía, nuestras miradas se cruzaron, y aquello me hizo volver a gemir, apretarlo más contra mí. Me mordí el labio cuando vi como llevaba uno de sus dedos a su boca y después a mi sexo, introduciéndolo despacio en mi interior, haciendo que me arqueara de placer, necesitando mucho más dentro de mí.

-        Más… - Pedí mientras con mi pierna apretaba su cuello contra mí. – Joder, más…

Metió dos dedos, follándome despacio mientras con su boca acompañaba y me devoraba. No frenaba en sus atenciones, y yo sólo ansiaba más y más.

Me abrí la camisa y saqué mis tetas del sujetador. Me las acariciaba mientras sentía sus manos y su boca entre mis piernas, mientras me acercaba al orgasmo, mientras me derretía bajo sus caricias.

Me llevé un pezón a la boca y sentí su jadeo en mi coño. Le gustaba verme así y me lo hizo saber moviendo más sus dedos, entrando y saliendo más rápido de mi cuerpo, y llevándome a las alturas con su lengua.

Mi cuerpo estaba a punto de colapsar, me sentía cada vez más cerca, con más presión y necesidad de liberarme, no podía más, y aquel impulso de su boca dándome un chupetón mientras me follaba duro con los dedos me hizo correrme en su boca, gemir como una posesa y sentir mis piernas a punto de doblegarse como gelatina.

Se puso en pie, se acercó a mi boca y me susurró con su barba aún brillante:

-        ¿Puedo comerte la boca ahora?

Me agarré a su cuello, pegué mis labios a los suyos y mis piernas las enrosqué alrededor de su cintura, guiándolo hasta el sofá.

En el borde le empujé, se sentó en medio y me puse a su lado de rodillas con la falda por la cintura y mis pechos libres.

Saqué con desesperación su polla de los pantalones y me la llevé a la boca, llegando hasta mi garganta.

Le sorprendió mi reacción, supongo que esperaba más delicadeza, pero ansiaba llenarme la boca con ella y tocar el fondo hasta ahogarme.

La saqué despacio, apretando mis labios a su alrededor para que notara el roce, y lamí, de abajo arriba, moviendo con mi mano su fina piel mientras lo envolvía con mi boca y por dentro mi lengua lo acariciaba.

Subía, bajaba, con mano y boca, deleitándome con su cara de placer y notando sus dedos aferrados a mi pelo, frenando las ganas intensas que tenía de clavarme la cabeza contra él para ahogarme con salvajismo. Me aparté, tiró de mi pelo para ver mi cara y ver como un hilo de saliva me conectaba con su polla, y volvió a guiarme para meterla hasta mi garganta dejándome unos segundos sin aire, llenando todo el recorrido con mi labial rojo, marcándole, follándome la boca él mismo cuando adquirió el control.

En algún momento de aquellos minutos de intensidad de mamada, decidió quitarme.

-        No podré… aguantar mucho más a este ritmo.

Me incorporé, me bajé las bragas y me senté sobre él, rocé mi coño con su polla, que luchaba por entrar en mi interior, tan húmedos, resbaladizos ambos, me apegué con él notándola palpitar en mi sexo.

Pegué las tetas a su cara y las agarró, mientras yo sujetaba su cabeza, y le guiaba para que se frotara con ellas. Acogía mis pezones con su boca, las estrujaba entre sus manos, ponía su cara en medio y me besaba, me lamía, se hundía en ellas recibiendo ambos el placer del contacto.

Sentí mis ojos en blanco en más de una ocasión ante aquella oleada de placer, una tras otra, por lo que levantando una pierna me levanté lo suficiente para meter la mano, sujetar su polla y llevarla a mi entrada para sentarme con ella dentro.

Gemimos los dos cuando entró en mí, y nos quedamos quietos un instante, notando sus palpitaciones en mi interior, rozándome con sus dientes mis tetas, y descendiendo sus manos hasta llegar a mi culo y mi cintura, donde me agarró, me clavó más con él, y empezó él a moverse, follándome conmigo encima.

Instintivamente me movía con él y sentía que iba a romperme por la mitad con su polla dentro de mí. Paró unos minutos después y seguí yo moviéndome sobre él, follándomelo yo, mientras sus manos y su cara se perdía en mis pechos.

Llevé mi mano hasta su cara y seguí subiendo y bajando mientras sujetaba su barbilla y gemía en su boca.

-        Estoy a punto de correrme… contigo… dentro de mí. – Echó la cabeza hacia atrás. – Quiero sentirte a ti haciéndolo.

Me agarró la cintura y elevó las caderas para unificar nuestros movimientos, sintiendo poco a poco como nos acercábamos, a punto, muy cerca, casi… hasta que me corrí con el roce de su cuerpo y su polla en mi interior, clavé mis uñas en su pecho y gemía pegada a su boca, lo cual fue una ayuda para que él también se dejase ir y estallara dentro de mí, clavando sus dedos en mi cintura.

Descendimos el ritmo, cada vez más despacio, hasta vaciarnos el uno al otro, mutuamente, lento, acogedor, íntimo… y nuestra respiración fue regulándose poco a poco mientras reposaba sobre él.

Me aparté despacio y me tiré en su pecho, sin saber cómo ni cuando me quedé dormida.

Iba a ser algo curioso la mañana siguiente.

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