Cómprame
A veces creo que mi trabajo de
dependienta es lo más aburrido del mundo, siempre lo mismo, esperar, cobrar,
poner buena cara y aconsejar cosas que no quedan bien nunca. Me da envidia ver
como alguna gente que viene, puede gastar lo que yo gano en un mes, en un día.
Pero no queda más remedio y yo trago con lo que me ha tocado.
Un miércoles como otro
cualquiera, las 10 de la mañana y mi café cargado sobre el mostrador mientras
termino de abrir la tienda y espero a la jefa. La cual viene cuando le da la
gana.
Me siento, por un momento,
observada, como si unos ojos se estuvieran clavando en mí y no supiera su
procedencia.
Miro cohibida a través del
cristal que da a la calle y veo que no hay nadie, así que me vuelvo al
mostrador a poner en marcha el ordenador.
Hoy debe de venir varios pedidos
de ropa masculina, la nueva sección que inauguramos la semana pasada y que,
hasta ahora no había tenido mayor importancia. Hoy íbamos a crear un pequeño
desfile por la tarde en el centro con la ropa que nos llegara nueva para darle
publicidad.
Mujeres y más mujeres es lo único
que entra, ningún hombre lo realmente atractivo digno de llevar esos trajes se
ha presentado aún.
Paso la mañana aburrida, mientras
miro el reloj y veo todo tipo de horarios por él. Las 1 de la tarde... una hora
más y estaré en casa, tirada en el sofá con los pies en la mesa y espatarrada
comiendo algo rápido.
Suena la campana del techo cuando
alguien entra en la tienda, no levanto la vista hasta que veo una mano masculina
sobre el mostrador. ¡Y qué mano! Mi fetichismo por las manos masculinas es una
perversión desde adolescente, pensar que pueden hacer con ellas en mi cuerpo,
cómo me tocarán, cómo me invadirán, cómo... "Cálmate" me digo mentalmente mientras bajo del
taburete y me pongo en pie.
Más que guapo es atractivo, muy
atractivo. Debería rondar los 40, alguna cana, barba cuidada, ojos oscuros y
vestido de traje y corbata.
Me quedo sin saber muy bien que
decir, prendada de él. Los hombres maduros siempre me han atraído pese mi edad,
y seguramente me saque unos más de 15 años por lo menos. "¿En qué le puedo ayudar, Señor”? Sonríe
mientras me señala a la zona de hombres. "Busco un traje que sea de mi estilo". Su estilo...
realmente pueden quedarle bien cualquier traje de la tienda. Le llevo a la zona
y le saco varios conjuntos, mientras siento como me observa estando detrás.
Estoy completamente nerviosa al sentirme tan vigilada y por alguna razón, me
pongo torpe, avergonzada y ...excitada al ver como ese tío de tan buen ver se
está fijando en mí por un momento.
En más de una ocasión miro hacia
atrás y le veo mirándome fijamente al culo, y no se corta o evita la mirada,
sino que sonríe haciendo que una sensación me acongoje por dentro y el estómago
me dé vueltas y suba hasta mi garganta para sentir una presión en ella. Me
pongo nerviosa, respiro entrecortada y aceleradamente. Siento como mi cara
empieza a arder y como tengo que bajar la vista por la vergüenza ante su
descaro.
Le doy las cuatro perchas con
varios trajes y le indico donde está el probador, me hace acompañarle alegando
que quiere alguien que le sostenga la ropa. "Dentro puede colgarlo" le digo mientras trago
saliva. "Preferiría que alguna
fémina me diera su opinión, podría quedarse señorita..." Reacciono
cuando comprendo que quiere mi nombre. "Soy
Kat" "Señorita, Kat, ¿Podría acompañarme por favor?".
Asiento como puedo ante su intimidante mirada y me siento frente el probador a
esperar que salga con el traje, para darle "mi opinión".
Tras unos pocos minutos escucho
que me llama y me pide que entre.
Ante mí le tengo con el pantalón,
la camisa abierta y una corbata en la mano. "¿Cuándo la habrá cogido?" "Pensé que sería mejor probarlo con algunas corbatas, ¿no
cree?" Trago saliva cuando me tiende la mano con ella "¿Puede ayudarme?" ¿Pero qué
coño...?" pienso que esto es un sueño o una cámara oculta. Pero
es un plato de muy buen gusto y no voy a poner pegas.
Comienzo a abrocharle la camisa por
el cuello, descendiendo en cada botón y deleitándome con su torso y el vello
que le adorna. De reojo veo como sonríe y sigue atento mis manos. Cuando voy a
abrochar el último botón me agarra las muñecas "quizá debería traerme algún cinturón, creo que me está un poco
suelto". Asiento con la cabeza y salgo de ahí abanicándome con la mano
y agobiada, y completamente excitada por este momento tan tenso y vergonzoso
para mí.
Cojo un par de correas en tonos
oscuros, de cuero y elegantes, y vuelvo al probador. Le veo con la corbata
puesta en el cuello, abierta y un botón, que le había abrochado, desabrochado,
me sonríe y le entrego los cinturones. "¿Me
ayuda?" Estoy tan intimidada que no me atrevo a rechistarle nada
y accedo a ello. Toco la cintura de su pantalón y voy introduciendo la cinta
por las tiras. Cuando están todas voy a abrocharle y me sujeta las manos "¿Cree que ya está? ¿Me queda
bien?" "Sí..." Asiento tragando saliva con dificultad y
muy nerviosa. "¿Por qué no se
agacha un poco y lo ve mejor? Quizás
no me haya puesto el cinturón correctamente, se la ve un poco nerviosa".
Cuando me agacho un poco siento
su mano sobre mi cabeza, como me presiona sin ejercer
fuerza, pero poniendo control y
dominio en ella. Miro hacia arriba abriendo la boca y soltando un
suspiro. "¿Ve algo fuera de
orden?" no sé si la pregunta va con segundas, pero, puedo ver
como su paquete empieza a hincharse bajo mi mirada. Acerco la mano hacia la
cintura del pantalón y agarro el cinturón mientras le miro, estirando un poco y
acercándolo a mí y chocándose conmigo.
Sonríe, y me pongo en pie
quitándome de su control. Le paso las manos por el cuello y le coloco la
corbata mientras mantengo la mirada fija en su boca. "Joder que labios, como debe ser tenerle ahí..." y
me tenso, aprieto los muslos y se percata de que me muevo.
-
Ya está - Logro decir - Diría que le queda
muy bien este traje, ¿Se ha probado los otros?
-
Aún no, quizás necesite su ayuda nuevamente,
¿por qué no se queda?
Cohibida, nerviosa, torpe... no
puedo hablar y sólo me quedo quieta mirando al suelo, pero siento sus ojos
clavados en mí. Me coge las manos y las pone sobre su pantalón, en la zona
abultada que destaca.
"¿Podría ayudarme con eso?" algo en la parte baja de
mi vientre se contrae, y siento como mis bragas se humedecen por sus palabras,
su mirada, su osadía y su mano acercándome a él. Hago fuerza vana para apartar
mi mano de su agarre, pero se ríe, sabe que no quiero soltarme.
Me pega contra la pared y baja su
mano por mi pecho, y aunque me roce sólo por encima de la ropa, mi cuerpo se
estremece por el contacto, el morbo, el deseo de lo desconocido. Desabrocha el
botón de mi pantalón y mete la mano dentro, me toca el sexo por encima de las
bragas y sonríe en mi oído mientras me susurra "Vaya, eres una chica muy traviesa. Te va esto, ¿eh? Un cliente,
una dependienta... en el probador, deseando que te folle y te la meta mientras
te ves en ese espejo de al lado, viendo cómo me muevo dentro de ti y tu cara de
placer te delata. ¿quieres eso, Kat? ¿quieres ver cómo te follo aquí con esa
gente fuera? ¿Quieres verte en el espejo mientras te corres en mi polla?"
"Ahh" abro la boca al sentir como sus dedos apartan
mi tela y me acaricia más íntimamente. Me tapa la boca mientras me toca,
evitando que suelte ruido alguno "Así
que te gusta, ¿eh? Bajo esa apariencia de niña buena y obediente te vuelve loca
estas cosas tan...lascivas" No sé qué me estaba haciendo perder
el poco control que había tenido, si sus palabras y vocabulario soez o sus
caricias con esas manos que captaron mi atención desde que le vi.
Se quitó de mí, me puso una mano
en la cabeza y me indicó que bajara. Con mi espalda en la pared no podía huir
¿acaso quería hacerlo? Hice caso de mi instinto que me indicaba que me rindiera
a él, y descendí, obediente, a proporcionarle el placer que me estaba pidiendo
su miembro. "Levanta las manos
y júntalas" me dijo cuando le quité el cinturón y se lo di. Me
ató las muñecas y con ellas así le desabroché como pude el pantalón, con su
paquete cerca de mi cara, haciendo que al liberarle me diera con su erección en
la boca. "Abre" Obediente,
hice caso mientras le miraba. "Así
pequeña, así. Mírame mientras te follo la boca, o mira al espejo si quieres ver
como lo hago".
Y miré, me vi en el espejo con el
pelo revuelto, la camisa con algún botón a medio caer, de rodillas, atada con
un cinturón de cuero negro y con el miembro de un desconocido entrando y
saliendo de mi boca mientras me la follaba hasta la garganta. El morbo, el
deseo, su atractivo... todos los ingredientes para no rechazar esa situación. Y
la excitación de verme... así. Su cabeza se echaba hacía atrás mientras me
agarraba con fuerza la mía, llegando hasta el fondo de mi boca y sintiéndome
invadida. Un rato penetrándome hasta que paró en seco dejándome sin poder respirar
con ella dentro. La sacó despacio, rozándome los labios, y me puso de pie, me
dio la vuelta, me bajó los pantalones y agarró mis cachetes del culo elevándome
un poco hacía arriba para entrar en mí.
Me veía en el cristal, y
resonaban sus palabras en mi cabeza "ve el placer de tu cara en el espejo, mientras te follo y te la meto
hasta el fondo", y me estremecía, suplicaba más. Ansiaba que siguiera más,
más fuerte, que me destrozara mientras era espectadora de mi propia película. observaba
su erección entrar y salir de mí, como sus manos se clavaban en mi culo y la
rojez que dejaba sus dedos me marcaba la piel. Mis manos apoyadas en la pared,
atadas, blancas apenas sin sangre de tanto aferrarme a ella. Llevó una de sus
manos a mi entrepierna, por delante, y me empezó a masajear el clítoris, hasta
que no pude contenerme más y me corrí en él, en un desconocido.
"Shh, calla, o te oirán" me aplastaba contra la
pared para que me callara. Pero por más que me mordía el labio intentando no
hacer ruido, mis quejidos se escuchaban y más duro me daba. Hasta que salió de
mí, me dio la vuelta y me empujó de rodillas otra vez. Masturbándose en mi
boca, me agarró del pelo y se corrió en mis labios, abriendo la boca y
suspirando. Mientras me miraba y sonreía escuché "Compro todo lo que he cogido, ¿Vienes incluida?".
Cariño,si quieres un polvo no hace falta que digas machistadas y gilipolleces. Ayyy, pobretica que no se come una rosca
ResponderEliminarEsta frase: "Le veo con la corbata puesta en el cuello abierta y un botón, que le había abrochado desabrochado", sobre todo la última parte, la veo mal escrita.
ResponderEliminarEl relato es morboso y excitante, aunque sabemos que en la realidad nunca pasaría (a ver cómo se recompondría la dependienta para salir de allí normal, que en los probadores no hay baños xD) no por eso deja de ser menor fantasía muy bien narrada ^^