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domingo, 7 de febrero de 2016

Cómprame

Cómprame


A veces creo que mi trabajo de dependienta es lo más aburrido del mundo, siempre lo mismo, esperar, cobrar, poner buena cara y aconsejar cosas que no quedan bien nunca. Me da envidia ver como alguna gente que viene, puede gastar lo que yo gano en un mes, en un día. Pero no queda más remedio y yo trago con lo que me ha tocado.

Un miércoles como otro cualquiera, las 10 de la mañana y mi café cargado sobre el mostrador mientras termino de abrir la tienda y espero a la jefa. La cual viene cuando le da la gana.
Me siento, por un momento, observada, como si unos ojos se estuvieran clavando en mí y no supiera su procedencia.
Miro cohibida a través del cristal que da a la calle y veo que no hay nadie, así que me vuelvo al mostrador a poner en marcha el ordenador.

Hoy debe de venir varios pedidos de ropa masculina, la nueva sección que inauguramos la semana pasada y que, hasta ahora no había tenido mayor importancia. Hoy íbamos a crear un pequeño desfile por la tarde en el centro con la ropa que nos llegara nueva para darle publicidad.

Mujeres y más mujeres es lo único que entra, ningún hombre lo realmente atractivo digno de llevar esos trajes se ha presentado aún.
Paso la mañana aburrida, mientras miro el reloj y veo todo tipo de horarios por él. Las 1 de la tarde... una hora más y estaré en casa, tirada en el sofá con los pies en la mesa y espatarrada comiendo algo rápido.

Suena la campana del techo cuando alguien entra en la tienda, no levanto la vista hasta que veo una mano masculina sobre el mostrador. ¡Y qué mano! Mi fetichismo por las manos masculinas es una perversión desde adolescente, pensar que pueden hacer con ellas en mi cuerpo, cómo me tocarán, cómo me invadirán, cómo... "Cálmate" me digo mentalmente mientras bajo del taburete y me pongo en pie.
Más que guapo es atractivo, muy atractivo. Debería rondar los 40, alguna cana, barba cuidada, ojos oscuros y vestido de traje y corbata.
Me quedo sin saber muy bien que decir, prendada de él. Los hombres maduros siempre me han atraído pese mi edad, y seguramente me saque unos más de 15 años por lo menos. "¿En qué le puedo ayudar, Señor”? Sonríe mientras me señala a la zona de hombres. "Busco un traje que sea de mi estilo". Su estilo... realmente pueden quedarle bien cualquier traje de la tienda. Le llevo a la zona y le saco varios conjuntos, mientras siento como me observa estando detrás. Estoy completamente nerviosa al sentirme tan vigilada y por alguna razón, me pongo torpe, avergonzada y ...excitada al ver como ese tío de tan buen ver se está fijando en mí por un momento.

En más de una ocasión miro hacia atrás y le veo mirándome fijamente al culo, y no se corta o evita la mirada, sino que sonríe haciendo que una sensación me acongoje por dentro y el estómago me dé vueltas y suba hasta mi garganta para sentir una presión en ella. Me pongo nerviosa, respiro entrecortada y aceleradamente. Siento como mi cara empieza a arder y como tengo que bajar la vista por la vergüenza ante su descaro.

Le doy las cuatro perchas con varios trajes y le indico donde está el probador, me hace acompañarle alegando que quiere alguien que le sostenga la ropa. "Dentro puede colgarlo" le digo mientras trago saliva. "Preferiría que alguna fémina me diera su opinión, podría quedarse señorita..." Reacciono cuando comprendo que quiere mi nombre. "Soy Kat" "Señorita, Kat, ¿Podría acompañarme por favor?". Asiento como puedo ante su intimidante mirada y me siento frente el probador a esperar que salga con el traje, para darle "mi opinión".
Tras unos pocos minutos escucho que me llama y me pide que entre.

Ante mí le tengo con el pantalón, la camisa abierta y una corbata en la mano. "¿Cuándo la habrá cogido?" "Pensé que sería mejor probarlo con algunas corbatas, ¿no cree?" Trago saliva cuando me tiende la mano con ella "¿Puede ayudarme?" ¿Pero qué coño...?" pienso que esto es un sueño o una cámara oculta. Pero es un plato de muy buen gusto y no voy a poner pegas.

Comienzo a abrocharle la camisa por el cuello, descendiendo en cada botón y deleitándome con su torso y el vello que le adorna. De reojo veo como sonríe y sigue atento mis manos. Cuando voy a abrochar el último botón me agarra las muñecas "quizá debería traerme algún cinturón, creo que me está un poco suelto". Asiento con la cabeza y salgo de ahí abanicándome con la mano y agobiada, y completamente excitada por este momento tan tenso y vergonzoso para mí.

Cojo un par de correas en tonos oscuros, de cuero y elegantes, y vuelvo al probador. Le veo con la corbata puesta en el cuello, abierta y un botón, que le había abrochado, desabrochado, me sonríe y le entrego los cinturones. "¿Me ayuda?" Estoy tan intimidada que no me atrevo a rechistarle nada y accedo a ello. Toco la cintura de su pantalón y voy introduciendo la cinta por las tiras. Cuando están todas voy a abrocharle y me sujeta las manos "¿Cree que ya está? ¿Me queda bien?" "Sí..." Asiento tragando saliva con dificultad y muy nerviosa. "¿Por qué no se agacha un poco y lo ve mejor? Quizás no me haya puesto el cinturón correctamente, se la ve un poco nerviosa".

Cuando me agacho un poco siento su mano sobre mi cabeza, como me presiona sin ejercer


fuerza, pero poniendo control y dominio en ella. Miro hacia arriba abriendo la boca y soltando un suspiro. "¿Ve algo fuera de orden?" no sé si la pregunta va con segundas, pero, puedo ver como su paquete empieza a hincharse bajo mi mirada. Acerco la mano hacia la cintura del pantalón y agarro el cinturón mientras le miro, estirando un poco y acercándolo a mí y chocándose conmigo.

Sonríe, y me pongo en pie quitándome de su control. Le paso las manos por el cuello y le coloco la corbata mientras mantengo la mirada fija en su boca. "Joder que labios, como debe ser tenerle ahí..." y me tenso, aprieto los muslos y se percata de que me muevo.
-          Ya está - Logro decir - Diría que le queda muy bien este traje, ¿Se ha probado los otros?
-          Aún no, quizás necesite su ayuda nuevamente, ¿por qué no se queda?
Cohibida, nerviosa, torpe... no puedo hablar y sólo me quedo quieta mirando al suelo, pero siento sus ojos clavados en mí. Me coge las manos y las pone sobre su pantalón, en la zona abultada que destaca.
"¿Podría ayudarme con eso?" algo en la parte baja de mi vientre se contrae, y siento como mis bragas se humedecen por sus palabras, su mirada, su osadía y su mano acercándome a él. Hago fuerza vana para apartar mi mano de su agarre, pero se ríe, sabe que no quiero soltarme.
Me pega contra la pared y baja su mano por mi pecho, y aunque me roce sólo por encima de la ropa, mi cuerpo se estremece por el contacto, el morbo, el deseo de lo desconocido. Desabrocha el botón de mi pantalón y mete la mano dentro, me toca el sexo por encima de las bragas y sonríe en mi oído mientras me susurra "Vaya, eres una chica muy traviesa. Te va esto, ¿eh? Un cliente, una dependienta... en el probador, deseando que te folle y te la meta mientras te ves en ese espejo de al lado, viendo cómo me muevo dentro de ti y tu cara de placer te delata. ¿quieres eso, Kat? ¿quieres ver cómo te follo aquí con esa gente fuera? ¿Quieres verte en el espejo mientras te corres en mi polla?"

"Ahh" abro la boca al sentir como sus dedos apartan mi tela y me acaricia más íntimamente. Me tapa la boca mientras me toca, evitando que suelte ruido alguno "Así que te gusta, ¿eh? Bajo esa apariencia de niña buena y obediente te vuelve loca estas cosas tan...lascivas" No sé qué me estaba haciendo perder el poco control que había tenido, si sus palabras y vocabulario soez o sus caricias con esas manos que captaron mi atención desde que le vi.

Se quitó de mí, me puso una mano en la cabeza y me indicó que bajara. Con mi espalda en la pared no podía huir ¿acaso quería hacerlo? Hice caso de mi instinto que me indicaba que me rindiera a él, y descendí, obediente, a proporcionarle el placer que me estaba pidiendo su miembro. "Levanta las manos y júntalas" me dijo cuando le quité el cinturón y se lo di. Me ató las muñecas y con ellas así le desabroché como pude el pantalón, con su paquete cerca de mi cara, haciendo que al liberarle me diera con su erección en la boca. "Abre" Obediente, hice caso mientras le miraba. "Así pequeña, así. Mírame mientras te follo la boca, o mira al espejo si quieres ver como lo hago".

Y miré, me vi en el espejo con el pelo revuelto, la camisa con algún botón a medio caer, de rodillas, atada con un cinturón de cuero negro y con el miembro de un desconocido entrando y saliendo de mi boca mientras me la follaba hasta la garganta. El morbo, el deseo, su atractivo... todos los ingredientes para no rechazar esa situación. Y la excitación de verme... así. Su cabeza se echaba hacía atrás mientras me agarraba con fuerza la mía, llegando hasta el fondo de mi boca y sintiéndome invadida. Un rato penetrándome hasta que paró en seco dejándome sin poder respirar con ella dentro. La sacó despacio, rozándome los labios, y me puso de pie, me dio la vuelta, me bajó los pantalones y agarró mis cachetes del culo elevándome un poco hacía arriba para entrar en mí.

Me veía en el cristal, y resonaban sus palabras en mi cabeza "ve el placer de tu cara en el espejo, mientras te follo y te la meto hasta el fondo", y me estremecía, suplicaba más. Ansiaba que siguiera más, más fuerte, que me destrozara mientras era espectadora de mi propia película. observaba su erección entrar y salir de mí, como sus manos se clavaban en mi culo y la rojez que dejaba sus dedos me marcaba la piel. Mis manos apoyadas en la pared, atadas, blancas apenas sin sangre de tanto aferrarme a ella. Llevó una de sus manos a mi entrepierna, por delante, y me empezó a masajear el clítoris, hasta que no pude contenerme más y me corrí en él, en un desconocido.


"Shh, calla, o te oirán" me aplastaba contra la pared para que me callara. Pero por más que me mordía el labio intentando no hacer ruido, mis quejidos se escuchaban y más duro me daba. Hasta que salió de mí, me dio la vuelta y me empujó de rodillas otra vez. Masturbándose en mi boca, me agarró del pelo y se corrió en mis labios, abriendo la boca y suspirando. Mientras me miraba y sonreía escuché "Compro todo lo que he cogido, ¿Vienes incluida?".

2 comentarios:

  1. Cariño,si quieres un polvo no hace falta que digas machistadas y gilipolleces. Ayyy, pobretica que no se come una rosca

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  2. Esta frase: "Le veo con la corbata puesta en el cuello abierta y un botón, que le había abrochado desabrochado", sobre todo la última parte, la veo mal escrita.

    El relato es morboso y excitante, aunque sabemos que en la realidad nunca pasaría (a ver cómo se recompondría la dependienta para salir de allí normal, que en los probadores no hay baños xD) no por eso deja de ser menor fantasía muy bien narrada ^^

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