Inocente dulzura Parte
3
Volvió a la mesa unos minutos después
que yo y llevaba la corbata tapada con la chaqueta, posiblemente para
evitar que se viera la marca de mi pintalabios en toda la tela. Tenía
una sonrisa de medio lado que me estaba poniendo el vello de punta.
Me preguntó Sam que qué quería comer. "carretera" pensé,
por que quería irme de allí cuanto antes, mi estómago no estaba lo
que se dice receptivo para la comida.
- Bueno, disculpad mi curiosidad pero, ¿tenéis planes esta noche? - Espero que no tenga la desfachatez de decir lo que creo que va a decir.
- Sí. - dije yo por inercia dejando a mi novio con la boca abierta.
- ¿A sí? ¿cuales? - No podía callarse claro, sino Sam reventaba.
- Descansar en el hotel.
- Había pensado salir un poco, enseñaros algunos locales de aquí, Sé que no estaba previsto en la reunión y que es un poco informal, Sam, pero quizás esto nos venga bien para determinar el tipo de negocio que tenemos entre manos. Verías un poco el ambiente, las zonas más transitadas y sería un punto favorable.
- No. - Y las palabras salieron solas otra vez de mi boca.
- Un momento, por favor.
Sam se levantó de la mesa y me llamó
para que le acompañara hasta la entrada. Me sentía observada,
avergonzada, nerviosa, tensa... mi móvil sonó. Por dios.
-¿Qué pasa? - Preguntó él.
-Nada, que creo que debemos descansar
en el hotel.
-Pero si me dijiste que no querías
estar encerrada. - Cerró los ojos como cuando un padre no sabe ya
que hacer con su hija adolescente.
-Pero no les conocemos de nada.
- ¿Y? ¿qué somos niños? Por favor...
- Pues ve tu.
- No, vamos los dos. Que siempre te quejas que no salimos por ahí. - me puso un dedo en la boca. - Por favor, quiero que salga bien.
Asentí. Y quería darme contra la
pared un cabezazo pero eso era desorbitado en un sitio público. Miré
el móvil.
"Bonitas vistas desde aquí.
Aunque desearía que esa raja del vestido fuese un poco más...
profunda."
Por un momento sentí mis piernas como
sin fuerza. Me iba a caer, a desmayar. No se si por el estrés, el
nervio o por que esto me estaba poniendo un poco excitada.
Volvimos a la mesa. Mi novio dijo que
aceptaba de buena gana la idea y quedamos a las 20:00 en una calle
cercana a nuestro hotel. La comida estaba siendo muy tensa. Por que
me daba la impresión de que él estaba disfrutando muchísimo con
aquella situación y que jugaba conmigo.
Roces debajo de la mesa, insistencia en
llenarme la copa de vino (cuando mi novio había dicho que si bebía
más acabaría acostándome pronto en plan broma), y varios
comentarios ambiguos que me hacían morderme la lengua.
Además teníamos el extra de mi móvil,
el cual vibraba con cada mensaje que él me mandaba. No los miraba en
el momento, para no dar mucho el cante, pero si hacía mis escapadas
al baño con excusas y rezaba para que no viniera él detrás.Cuando
llegué miré los 10 mensajes que me había dejado.
"¿qué pasaba si bebías mucho?"
"Que lástima que no te sentaras a
mi lado para explorar más aun la suavidad de tus piernas, por que
ese momento del baño ha sido tan... "
"Me encantaría follarte contra la
pared ahora mismo y taparte la boca con mi mano hasta que me la
tiñeras de rojo"
"¿has mojado ya las bragas?"
"vamos al baño un momento,
anda..."
No pude leer más. Mierda, iba a venir,
me iba pero ya. Pues no, no me iba por que era tarde. Entró en el
baño abriéndose la chaqueta. Cuando me vio sonrió, mirándome de
arriba a bajo. Intenté salir pero me agarró de la muñeca y tiró
de mi hasta el baño de mujeres.Cerró la puerta con el pestillo y me
puso en ella.
Presionó mi cuerpo con el suyo y me
tapó la boca susurrando que me callara. Movía las manos para
apartar las suyas.
- ¿Qué cojones estás haciendo? - Dije cuando logré apartar su mano. - Está ahí mi novio, y yo no hago estas cosas.
- Por internet sí. - Podía sentir su erección en mi vientre. - Sólo es un pasito más.
- Por internet es una cosa y ésto es otra. Yo no pongo los cuernos con el primero que se aperece.
- Sólo sería una vez. No tiene por que enterarse. Después de este fin de semana no nos volveremos a ver.
- ¡Que te he dicho que...- Me besó. Y aunque intenté quitarlo su manera tan salvaje de besarme y el forcejeo me estaba calentando por ahí abajo más de lo que quería.
¿Qué estaba haciendo? Esto tenía que
ser una puta broma. Su mano se deslizó por mi cintura hasta mis
muslos y tiró de mi falda hacía arriba. Me besó el cuello, me
olía, iba despacio, tranquilo, todo lo que yo no estaba en ese
momento, y lo vi como se agachaba frente de mi.
-¿Qué haces? Levanta de ahí.
Me agarró los muslos y acercó su cara
a mi entrepierna, pasando su nariz por mis bragas mojadas.
-¿Seguro que no quieres? - mordió por
encima de la tela. - estás empapada, nena.
-Levanta. - Tragué saliva e intenté
decirlo con la poca voz que tenía en ese momento.
-Oblígame.
Apartó las braguitas a un lado, sin
quitármelas, y pasó sus labios por mi sexo, acariciando con la
lengua. Yo por mi parte sólo podía hacer equilibrios para no
desmayarme o caerme. Me temblaban las piernas y no me sostenía con
los tacones. Agarré su pelo, y tenía una lucha interna conmigo
misma por si apretarle más contra mi coño o apartarlo. No podía
hacer nada, solo cerrar los ojos y morderme el labio disfrutando de
su lengua ahí abajo. Estaba tan, pero tan excitada que no creo que
tardara mucho en correrme. Él lo sabía. Se apartó, dejándome con
cara de idiota y temblorosa.
-Vale, paro. - dijo entre risas
camufladas por sus dedos, los que usaba para limpiarse los labios, -
Volvamos o esto parecerá raro.
¿Más? Pensé. Salió él primero
después de limpiarse en el lavabo los restos de pintalabios del beso
y yo tardé un rato en reaccionar y hacer lo mismo. Mi cara en ese
momento no la reconocía ni yo. Estaba en el limbo, como si estuviera
viviendo un sueño ahora mismo y pasaran cosas sin sentido alguno.
Estaba cachonda perdida y lo estaba
pasando realmente mal. Entre el vino y la situación me iba a morir.
No llegaría a casa con vida. Además delante del otro chico estaría
quedando como una meona, porque el señor X si que tenía excusa
"Tengo que atender una llamada", y ala. Pero yo estaba todo
el rato yendo al baño.
Acabé con más vino encima del que
quería, asíque me eché una siesta digna de mención. Cuando me
desperté Sam estaba envuelto en papeles y yo me puse un pantalón
corto y una camiseta de tirantes y bajé al bar a por algo de beber.
Me apetecía algo frío, hacía bastante calor.
Cuando entré apenas había gente,
estaba muy tranquilo. No como yo cuando vi sentado al señor X en la
barra, vestido con unos vaqueros y una camisa blanca remangada.
Cuando iba a salir ya era tarde, me había visto. Con la poca
entereza que tenía ahora mismo me acerqué a la barra y pedí un
batido grande helado y un café frío para llevar.
-Ni saludas, ni miras el móvil... que
seca estás conmigo. - Dijo volviendo su cara a mi y acercando su
taburete hasta estár a mi lado.
-Hola. - ni le miré. Bueno si, pero
de reojo. - Me voy ya. Y no, no he mirado el móvil, estaba dormida.
-¿Has dormido bien?
-Perfectamente.
-¿Mucho vino?
Se puso de pie y se colocó detrás de
mi. Por favor, cercanías no... Me agarró con una mano en la cintura
y acercó su boca a mi oído. "Ven al baño".
A día de hoy me pregunto por que lo
hice, por qué fui, por qué le hice caso y por qué soy tan imbécil.
Miré a mi alrededor para comprobar que
no me veía nadie "conocido" y fui hasta el baño. Sólo
había dos puertas, aquí no había vestíbulo, y no sabía en cual
entrar. Me quedé allí pasmada mirando, hasta que una mano salió
del de mujeres y me metió para dentro.
-Has venido. - Sonrió victorioso y me
empujó contra la pared. - ¿No has podido seguir haciéndote la
dura, no?
-Quería saber que querías – Fingí
rechazo.
- Ya, claro.
- Además, ¿tu qué haces aquí?
- Pregunté a tu novio donde os quedábais. Le dije que vendríamos a por vosotros mejor para enseñaros los locales que comenté.
Que hijo de puta más grande. Lo vi
llevar sus manos al bolsillo, sacar la corbata que le había manchado
de pintalabios y mostrármela sonriente.
-¿Te gustaba mucho esta mañana, no? -
cogió mis manos y las ató con ella. - igual puedo hacer que ahora
te guste más.
-Suéltame ahora mismo. - Madre mia.- O
gritaré.
-Oh, si que vas a agritar, pero no
pidiendo socorro, sino pidiendo correrte. ¿Recuerdas esa
conversación que tuvimos? Yo sí. Me gusta cumplir mi parte.
Agarró mis manos atadas y las puso
sobre mi cabeza. Bajó la otra mano hasta mi pantalón corto y metió
la mano, se abrió paso por las bragas hasta acariciarme mi sexo, que
empezaba a mojarse más de la cuenta. Tocó con las yemas de los
dedos despacio, haciendo que mi boca se entreabriera gimiendo. Metió
un dedo entre los labios y lo movía despacio, lentamente, sintiendo
la parte mas sensible de mi cuerpo palpitar.
-Esto no está bien...no puedo...
hacer... esto
-Calla y disfruta. - Susurró en mi
boca, mordisqueando mis labios y dejándome a su merced ya por
completo.
No podía pensar, ni quería, por que
una parte de mi deseaba esto. Ceder a la tentación, saltarme lo que
siempre he considerado correcto, disfrutar en manos de otro y estar a
su merced. Me iba a sentir muy mal después de esto, así que ahora
disfrutaría el momento lo que pudiera.
Se abrió camino con un dedo hasta mi
interior, mi carne le acogió en mi zona mas privada, metía, sacaba,
y añadió otro dedo más. Las piernas me temblaban. Su boca bajaba
por mi cuello pegando mordiscos, lametones, marcando cada zona de mi
piel. Bajó con una mano un tirante dejándo un pecho al descubierto.
No llevaba sujetador y aquello pareció gustarle.
Su mano lo acogió con ganas, rozando
el pezón con el pulgar y endureciéndolo rápidamente. Lo llevó a
su boca, y mientras me masturbaba con sus dedos y me hacía respirar
de forma agitada, me miraba, con cara traviesa metiéndose el pezón
en la boca.
Verlo así, chupar, lamer, sentir como
sus dientes me rozaban, como sus dedos me acercaban hasta el orgasmo
que llevaba deseando desde este medio día, iba a matarme. Nuevamente
me dejó al borde del precipicio de placer que se avecinaba.
Le cogí del brazo con las manos aún
atadas y le hice que me mirara.
-¿A qué juegas? - pregunté medio
sollozando.
-Pidemelo. - Contestó en mi boca
mientras apretaba un pecho.
-No juegues conmigo...
-Sólo pidemelo, inocente dulzura.
-Quiero correrme...- Terminé diciendo
desesperada y frustrada.
Me dio la vuelta y me puso contra la
pared, agarró mis pantalones y los bajó hasta sacarlos. Con las
bragas hizo lo mismo, dejándome de cintura para abajo completamente
desnuda y expuesta. Era excitante, morboso, vergonzoso y sobretodo
prohibído, por eso una parte de mi estaba más excitada que nunca.
Subió mi camiseta y comenzó a
deslizar la lengua por mi columna, mientras acariciaba mi culo y lo
apretaba entre sus manos. Seguía bajando, más y más, hasta llegar
al inicio de mis nalgas donde rozó sus labios, mordisqueando mi culo
y para mi sorpresa azotándolo y haciendo que saltara de la impresión
con un "¡ay!" que provocó que me agarrara la cabeza y la
acercara a la pared más aún a modo de aviso de que me callara.
Agarró mis muslos, los separó lo
suficiente como para meterse entre ellos y pasear su lengua por mi
ingle, el interior de mis muslos y sobretodo... lo que más ansiaba.
Mi sexo.
Tenía las manos apoyadas en la pared
como podía, blancas de tanto apretarlas con la corbata puesta. Me
sentía tan, tan, tan vulnerable entre sus manos que sentía que iba
a desfallecer.
Me hizo elevarme durante el tiempo que
sentí su lengua acariciando mi clitoris, dos de sus dedos entrando y
saliendo de mi, y su otra mano marcando sus dedos en mi cachete. No
iba a ser fácil tapar eso. Temblaba cada vez más, me mordía el
labio intentando ahogar los gemidos que se me escapaban sin poderlo
evitar, y el roce de los pezones en la pared me estaba volviendo
completamente loca. Succionaba, lamía, chupaba, aumentaba la
velocidad de lengua y dedos haciéndome perder el control hasta que
no pude mas y me corrí, con su boca presionando mi sexo y sus manos
agarrando mi culo.
Durante un momento me costaba casi
respirar, no podía, la cara me ardía, igual que otras partes de mi
cuerpo más que encendidas. Podía oír su risa traviesa y como su
ego aumentaba con aquello. Maldito cabrón, pensé.
Se levantó rozándose por mi culo y
pegando su erección a el. Acercó su boca a mi oído y me susurró
"Vete con tu novio que te espera, aún tenemos una salida
pendiente esta noche.".
Ahora sí que no tiene excusa plausible... ya no es ni sorpresa, ni obligación, ni encerrona, ni el vino... fue por su cuenta y riesgo sobria y descansada al baño donde le esperaba... asique ahora ajo, agua, disfrutar y plantar cornamenta jajajaja.
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