Pedro se puso bien la corbata, y
susurró cerca de mi un “me gustaría haber podido usar esto
contigo” antes de irse. Creo que mis amigas también lo oyeron por
que su cara de sorpresa no tenía límites.
Cuando nos quedamos solas en el baño
Noelia me tendió un paquete de toallitas. “limpiate por que mira
que cara te has puesto, so guarra”.
Me miré en el espejo y me limpié como
pude las marcas de barra de labios llevándome con la toallita parte
de mi maquillaje. El moño había soltado algunos mechones y por más
que intente retocarlo para que no se percataran de mi bajón al
entrar al baño, creo que no tuve mucho éxito.
- Vosotras no sois mis amigas, sois dos hijas de puta... - Murmuré mientras las miraba con recelo y ellas empezaban a reírse. - ¿Cuánto habéis oído?
- Lo justo para saber que te ha puesto fina. - Comentó Noelia. - Si tienes hasta las gafas daleadas... te habrá puesto contra la pared.
- Esto no está pasando... - Y quise llorar. - Esto parece una broma.
- Mujer, tan poco es tan descabellado. - Llevas las medias arrastrando.
- ¿Cómo que no? - Señalé a la puerta y me agaché para quitarme las medias rotas y tirarlas a la papelera. - ¡Que es Pedro!
- Pues mira, lo que tuvo que haber pasado en secundaria y mira por donde a pasado ahora. - Vanessa poniéndo la guinda.
- Con lo que te gustaba... - Noe hurgando.
- Con la buena pareja que haciáis que todas lo comentábamos...y además siempre juntos... lo raro es que no pasara antes.
- ¿Por qué no me habiaís dicho ninguna que preguntaba por mi?
- Tu decías que estaba superado.
- Si... hasta que lo he visto y me ha vuelto a hacer el lío.
- Pues él quiere repetir... - y las risas de las dos se escucharon hasta en la mesa de los novios.
Me ayudaron a terminar de ponerme bien
la ropa, retocarme el maquillaje y ponerme un par de horquillas para
sujetar los mechones que se habían soltado y salimos del baño.
Marina desde su mesa nos miraba y nos ponía caras de interrogación
intentando averigurar que había pasado. Les pedí a las dos cacatuas
de mis amigas que no abrieran la boca de momento, pero claro... son
mujeres y esto no se lo podían callar. Era algo que soñaban con
contar desde que teníamos 14 años y yo suspiraba por mi gran amigo
especial.
Poco más de 10 minutos tardaron en
traer a Marina hasta mi mesa y echando el brazo por encima de
nuestros hombros, de Pedro y el mío, preguntó ¿Lo estáis pasando
bien?.
Yo quise esconder la cara bajo el
mantel, por que la sonrisa de oreja a oreja de mi amante en la silla
de al lado me estaba poniendo más colorada que los tomatitos cherry
que acompañaban la guarnición del cubierto.
Que por cierto, quise cambiarme de
asiento, pero Noelia no me lo permitió. Así que muy a mi pesar y a
mi verguenza me senté donde estaba el cartel con mi nombre. Osea, al
lado de él.
Entre caricias por mi muslo, miradas
insinuantes, comentarios indiscretos tipo "que tendrán los
baños en las bodas" y algún detalle más, pasó el resto de la
noche. Yo tenía unas cosquillas en mi estómago como hacía mucho no
tenía. Y opté por lo más fácil en ese momento. Beber. Perdí la
cuenta de las copas de vino que me había tomado (con lo mal que me
sentaba a mi el vino... al día siguiente querría morirme), las que
mezclé con unas cuantas copas de ginebra que me bebí en la barra
libre. Si a eso le sumo algunos chupitos que me tomé en el corrillo
de chicas... ahí estaba el resultado. Yo borracha como una cuba y
bailando de una manera casi obscena con todo el que se me acercaba. Y
quien dice todo dice toda, porque con las tres brujas de mis amigas
también bailé, por que después de todo las quería mogollón y una
bebida tiende a ser más cariñosa de lo habitual.
Pedro se acercó, o eso recuerdo, y
quería bailar conmigo. Yo le dije que sí, que vale, y empecé a
bailar con él como si nada hubiera pasado. Se pegaba a mi, nos
rozabamos, notaba su paquete tensarse cerca de la parte baja de
vientre, pegaba su boca en mi cuello, se movía restregándose
conmigo y me susurraba cosas que no consigo recordar... pero lo que
si recuerdo es que me estaba poniendo mala.
Héctor se acercó y dijo algo que no
logré alcanzar, pero que por la cara de Pedro no parecía haberle
hecho mucha gracia, asú así asintió y se retiró dejándome con
Héctor. Me agarró por la cintura, me pegó a él y sonrió.
- Casi no se despega de ti, temía que no me diera ocasión de bailar contigo. - Le pasé los brazos por el cuello. Reconozco que yo con unas copas de más estoy más cariñosa de lo que estaría sobría.
- Estoy un poco borracha así que más te vale que me agarres bien o me caeré encima tuya. - Entre lo que me costaba vocalizar y la música no sabía si me había escuchado, aunque la sonrisa de medio lado y la mirada pícara que me dedicó me hizo entender que si.
- Quizás no estaría tan mal eso de tenerte encima.
- No me provoques que ahora mismo mi autocontrol está rebajado con un porcentaje alto de alcohol.
- Pero... ¿ Tu tenías novio verdad? - Claro, lo tenía... pero también acabab de liarme con alguien esta noche. Me sentí mal, aunque le quité importancia pensando que tan seria no era nuestra relación... nos estabamos conociendo.
- Si... bueno, algo hay... nos estamos conociendo.
- Ya veo...-Bajó su mano por mi cintura hasta llegar a mi culo y apretó mi cachete con su mano, pegándome más a él.
- Héctor... - Y me dio la risa floja. - A ver que se te va de las manos esto...
- Hasta que tu quieras que se vaya.
Y así, entre roces, caricias,
comentarios lascivos y juguetones, se pasó la noche, hasta que lo
último que recuerdo fue a Pedro mirándome mientras salía del hotel
con Héctor. Podéis pensar que se aprovechó de mi, pero nada más
lejos de la realidad. Estuve zorreándole un buen rato hasta que me
canse de oír "Estás demasiado borracha y te puedes
arrepentir".
Me dejó en casa, me quité los zapatos
antes de subir la escalera (que al final las bailarinas no me
sirvieron de ná y me las dejé en el hotel donde se quedarían
Marina y su marido) y descalza, con el frío del marmol del suelo, me
espabilé lo suficiente como para robarle un beso a Héctor y
pillarlo desprevenido.
Llegué a mi habitación tambaleándome,
tiré los zapatos a una esquina, me saqué el vestido y me metí en
la cama. Lo último que pensaba fue en quitarme el moño o el
maquillaje.
Esa noche soñé muchísimo, tanto que
no recuerdo más allá que encontrarme en una habitación con Héctor
y Pedro y que ambos jugaran a la consola mientras yo leía un libro.
¿surrealista? no. Lo siguiente.
El sol me empezó a dar por saco a eso
de las 8, cuando me giré en la cama y me puse mirando hacía la
ventana. Después de cagarme en todo y dar muchos quejidos me fui
hacía la persiana y la bajé del todo. Volví a dormirme hasta las 1
de la tarde.
Cuando me levanté mi almohada parecía
una paleta de colores. Mi rimel se había fusionado con la sábana y
mi barra de labios maquillaba toda la almohada.
Cuando mi madre me vio en el salón su
cara era una mezcla entre risa, pena y susto. Me mandó al baño a
lavarme "esa cara espanto" y le hice caso. Es mi madre.
Al verme en el espejo comprendí a la
pobre mujer que me había parido, y después de lavarme con agua
templada varias veces, con agua micelar y algodón y echarme crema
hidratante, salí a comer.
Tenía una resaca que no podía con mi
alma. Me tomé un ibuprofeno con la comida y después me eché un
rato en el sofá a ver las fotos de la noche anterior. En todas me
veía mal. Y había más fotos de las que recordaba. Miré el grupo
de las mosqueteras y Marina no había dado señales de vida aún,
pero las otras dos habían llenado el chat a base de comentarios
ridículos sobre mi, Pedro y mi tonteo con Héctor.
Lo cual me hizo recordar que lo besé,
y cuando fui a mandarle un mensaje a este último pidiéndole
disculpas por mi patinazo de anoche, veo un "Buenas guapa".
Así que me hice la tonta y le hablé como si nada. También recordé
mi encontronazo con Pedro en el baño cuando aún estaba sobría y
miré su chat, leyendo el último comentario que era lo que me había
dicho momentos antes de ir al baño seguido de un "Eva" sin
más comentarios.
Le respondí un "Que" muy
seco, pero pese a que estaba en línea no me respondió. Lo que me
dio para crear una paranoia durante todo el día. Ahora hablaba con
Héctor pero Pedro no me hablaba. Un lío que no sabía como iba a
rreglar en las próximas 48 horas, que era lo que tenía hasta que me
volviera a casa.
Entre indirectas y coqueteos volví a
quedar con Héctor para tomar un café, quedamos en que el Martes me
recogería a las 8 en mi puerta para volver y que esta vez, como
había confianza y éramos "casi " familia, no me cobraría.
Nos encontramos con Pedro, y después de un momento incómodo, nos
sentamos en una mesa los tres a charlar sobre la boda. En todo el
rato no hubo ningún tipo de insinuación ni nada similar por parte
de los tres. Sin embargo el mal rato vino cuando me quedé a solas
con Pedro y Héctor fue al baño.
- Se os ve muy bien. - Dijo tras soltar su taza. - Pensaba que tenías novio.
- No es que te importara mucho ese detalle ayer.
- Te debería importar a ti y no lo hizo. - Toma patada en los ovarios.
- ¿Qué querías? Vi tu mensaje y te respondí pero pasaste de mi.
- Quiero repetir.
Pero cuando iba abrir la boca, Pedro,
hizo un gesto con la vista señalando al otro que volvía a la mesa.
Estuve más en mi mundo que en la
charla que mantenían ellos dos, y no paraba de pensar en sus
palabras. Quise salir de ahí y me fui, disculpándome con ellos, a
casa de Noe, que estaba a un par de manzanas de allí.
Tras hablar con mi amiga (que todas me
entenderéis, se les puede llamar brujas pero luego sabes que son las
únicas con las que te puedes desahogar). Opté por seguir su
consejo. "olvídate de todo y vuelve a casa como si nada, No
tiene por que enterarse. Ha sido una vez. Lo que pasa en la boda se
queda en la boda. Tampoco sois tan novios... os estáis conociendo".
Así que me convenció, aunque en mi cabeza no paraba de rondarme el
"quiero repetir" de Pedro y el beso de Héctor la otra
noche.
El día siguiente lo pasé con mi
familia y por la tarde me despedí de las chicas, me duché, hice la
maleta y me acosté pronto para madrugar.
Por la mañana Héctor me recogió,
metimos mi equipaje en el maletero, me monté delante y saqué los
auriculares. Me puse la música y me dormí un rato entre el
movimiento del coche y el calorcillo de la calefacción.
No se cuanto tiempo pasó, pero una
mano en mi pierna me despertó. Me quité la música y escuché
"Vamos a parar en un rato a tomar algo, ¿quieres?". Y así
fue, al cabo de unos 10 minutos paramos en un hostal de carretera y
tomamos un café.
- Oye Eva... - Empezó a remover el café. - El beso del otro día...
- ¿Qué beso? - Me hice la tonta.
- El de la noche de la boda... - Sonrió y me iba a derretir. - ¿De verdad no lo recuerdas?
- Emm... - Titubeé.- Levemente... estaba muy borracha. - Me tapé la cara.
- Ya, me di cuenta.
- Lo siento. Malinterprete un poco todo.
- Yo siento que no fuera a más, la verdad...
Ahí se me cayeron las bragas solas. Y
no sabía que decir, así que me callé mientras bebía más café
del que podía tragar.
- Que pena que tengas novio. - Y me dio la tos.
Pagó él y nos fuimos al coche.
Durante un rato estuvo conduciendo en silencio. La tensión se
palpaba en el ambiente y yo no podía dejar de mirarle de reojo.
Pensar cosas que no debía y pensar en Pedro. Porque esto es algo que
no me había pasado en la vida. Normalmente a mi no me hacen caso y
menos a dúo.
Hasta que se metió por una zona que no
me sonaba de nada. Pero me callé. Llegamos a una pequeña área de
descanso y paro el coche.
- Lo siento pero si no lo digo reviento.
- ¿Qué pasa? - Me asusté. - ¿Dónde estamos?
- Me gustas, Eva. Me gustas mucho y ese beso... joder, me dejó con ganas de más.
Se acercó a mi, me puso la mano sobre
la pierna y me apretó. Yo no sabía que decir, pero cada vez
estabamos más cerca...tan cerca que su respiración y la mia se
mezclaban a escasos centímetros de nuestras bocas. Un torbellino se
formaba en la parte baja de mi estómago y mi respiración se
entrecortaba.
- Pero yo... tengo novio.
- Eso es un problema...
Me lancé a su boca. Esta vez no estaba
bebida, estaba decidida a que cuando volvviera a casa hablaría con
mi ligue y se lo contaría todo y pondría fin a esta relación sin
sentido. Por que cuando se quiere a alguien de verdad no te vas
liando por ahí con cualquiera que pasa, así que tan estable no
sería lo que teníamos.
Me agarró por la nuca, me pegó más a
su boca y su lengua jugueteaba con la mía, entrando y saliendo de mi
boca, lamiendo mis labios. Se apartó, se bajo del coche y me indicó
que le siguiera. Abrió la puerta de atrás y entré. El hizo lo
mismo y se sentó. Sacó su cartera y la dejó sobre el asiento. Me
puso encima de él, podía notar su excitación entre mis piernas
creciendo sin control, me agarró de la cintura y me apretó más aún
contra su cuerpo.
Puse las manos en su pecho y desabroché
los botones de su camisa mientras descendía con mis manos por el
vello de su cuerpo. En su cuello deposité pequeños mordiscos
mientras jugaba con mi lengua y él me agarraba del culo y metía sus
manos por debajo de mi falda. (que conveniente fui con la elección
de ropa esa mañana). Llevó su mano hasta mi sexo, y rozando con el
pulgar sobre la tela humedeció las bragas hasta que estuvo
satisfecho.
Yo quería más... abrí los botones de
mi camisa y dejé al descubierto el sujetador azul que llevaba.
Acerqué mis pechos hasta su cara y los apreté contra ella, notando
ansiosa en mi sexo como deseaba meterse entre mis piernas. Las saqué
del sujetador y las acerqué hasta su boca. Rozaba con la punta de su
lengua mis pezones y mordisqueba, cogiéndolas con las manos y
pasándolas por su cara. Yo agarraba su cabeza, metiendo los dedos
entre su pelo y apretándolo contra mi. Comencé un suave vaiven
sobre él, restregándome, subiendo y bajando mi cuerpo sobre el
suyo. Eché la cabeza hacía atrás mientras me mordía los labios y
él me tocaba.
No aguantaba más, me estaba
masturbando con los roces y le pedí lo que queríamos los dos.
"Métemela ya" Susurré en su oído.
Cogió su cartera, sacó un condón y
yo le desabroché el pantalón. La saqué y le puse la gomita. La
agarré con mi mano, subí y bajé sobre ella un par de veces
fijándome como en su boca se marcaban algunas muescas de
satisfacción, de deseo, de lujuria...La puse entre mis pliegues y me
acaricié con ella. Me temblaba el cuerpo, era una dulce tortura que
me llevaba a exigir más. Levanté un poco la cintura y me la metí,
sentándome sobre ella despacio mientras clavaba mis ojos en los
suyos.
Me movía lentamente, subiendo y
bajando sobre su erección, cada vez más fuerte, mas seguido,
mientras mis tetas rebotaban en su cara y él sacaba la lengua
intentando pillarlas en el movimiento.
Me olvidé de que estabamos en mitad de
la nada, en un coche y que cualquiera que pasara podría vernos a
plena luz del día. Apoyada en la parte de arriba del asiento me
impulsaba sobre él, llegando cada vez más al fondo, mordiendo mis
labios mientras intentaba reprimir un gemido.
Me agarraba de la cintura intentando
marcar el ritmo, presionándome más contra él en cada embestida,
esperando unos segundos para la siguiente penetración. Entre el sube
y baja y el roce no tardé mucho en llegar al orgasmo, apretándome
contra él y dejándome llevar con un gemido que ahogué en su
cuello. Poco después me siguó, acelerando el ritmo hasta que se
corrió.
Con la respiración acelerada y
entrecortada nos vestimos como pudimos en el asiento de atrás,
recobramos el aliento y nos pasamos a la parte de delante. El resto
del camino fui callada... ya hablaría bastante cuando me encontrara
con mi "rollete".
Ese "daleadas" en vez de ladeadas al comenzar el cap... xDD
ResponderEliminarMe hace gracia como pone como excusa para hacer a su novio cornudo el "nos estamos conociendo...", mujer, que llevas MESES, no días ni una semana... jajajajajajaja. Menos mal que ella misma se da cuenta después xD
Me ha gustado que el final fuese con Héctor y no repitiendo con el Pedro de los cojones, buena historia ^^