Ven,
cariño, ven a mí
Estaba desesperada, no sabía a
quién acudir y necesitaba soltarlo, desahogarme, liberarme de esta carga que me
estaba carcomiendo por dentro y que llevaba arrastrando meses. Por supuesto
sabía que podía contar con mi mejor amiga, pero es que sabía lo que ella me iba
a decir, dado su historial con los hombres.
- -
Por esto no te lo conté antes. – Dije mientras
ponía la lavadora. –Eres muy básica para esto, casi … pareces un tío salido.
- -
De esos que quiere que te empotren salvajemente
en la encimera de la cocina. – Respondió mientras miraba hacia la encimera del
fregadero.
Pero
recapitulemos. Os contaré desde el principio la charla que mi mejor amiga y yo
tuvimos el día donde mi cabeza empezó a desquebrajarse, comenzando a hacer caso
a esa campanilla susurrante de pelo azul.
- -
Tatiana, necesito hablar.
- -
Cuéntame. – Me indicó mientras daba golpecitos
en el sofá, justo después de echarse para atrás, poner los pies en la mesa tras
haber cogido su copa de vino.
- -
Para empezar, son las 12, te has levantado hace
un rato ¿no puedes desayunar algo normal y no vino?
- -
Me he tomado un café… - Dio otro sorbo y puso
los ojos en blanco. - ¿Qué pasa?
- -
Sabes que estoy saliendo con un chico desde
hace unos meses…
- -
Sí, es bastante mono, ¿Qué ocurre?
- -
Pues que veras… el sexo… - no sabía cómo
abordar esto. A Mis 30 años aún me resultaba un poco incómodo el hecho de sonar
demasiado “brusca”.
- -
¿Malo?
- -
No no, es que...
- -
La tiene pequeña. – Sentenció.
- -
¡No!
- -
Se corre rápido. – afirmo mientras cerraba los
ojos y asentía.
- -
¡Que no!. – Resoplé. – Déjame terminar.
- -
Coño si es que parece que vas a dar el discurso
del papa, ¡quieres soltarlo ya!
- -
¡Es virgen!
- -
Es virgen – Repitió moviendo la cabeza como si
acabara de dar con la clave de algo importante.
- -
Sí, Tatiana, es virgen. Ya sabes, que no ha
follao’.
- -
Que sí… - Se quedó pensativa. - ¿Pero cuantos
años tiene?
No sé que clase de cálculos
mentales estaba haciendo, pero había dejado la copa en la mesita y estaba
sentada como si fuese una niña pequeña resolviendo un puzle. Porque claro, a mi
amiga eso de la virginidad pasados los 20 no terminaba de encajarle.
- -
Menos que yo. – Quité la vista a la vez que me
pasaba un mechón por detrás de una oreja.
- -
¿Cuánto menos? – Me agarró del hombro. – Espera… ¿tu tenías los mismos que yo,
verdad?
- -
Sí. – Sabía que o le contaba todo o no terminaría
de acosarme. – Tiene 4 o 5 menos, ¡que más da!
- -
Fóllatelo tú.
- -
Sí, claro.
–Ahora la que cogía a copa de vino de Tatiana era yo. – No sé que hacer…
- -
¿Es que no quiere él? – miró al suelo muy
seria. – Madre mía, meses sin follar, yo me volvería loca.
- -
¿Podemos centrarnos en lo mío y dejar tu coño
para luego?
- -
Perdona. – me acarició la cabeza. – ¿Por qué no
lo habéis hecho aún?
- -
No lo sé, es todo complejo. No hemos tenido
ocasión por que nunca tenemos un sitio solos, luego está el tema de que es
virgen y lo veo cortado, pero en el fondo sé que quiere, joder como besa, cómo
toca y como se…
- -
¿Qué?
- -
Se empalma. – Puse los ojos en blanco. - Que
bruta eres, que hay que decírtelo todo.
- -
Yo probaría la técnica de la provocación.
- -
¿Más? – Di otro trago. – Si es que no termina
de lanzarse.
- -
Ponlo malito, que no pueda resistirse.
- -
¿Y cómo hago eso?
- -
Pues de primeras ven conmigo, que vamos a mirar
en mi cómoda que te puede servir.
Se levantó del sofá, me dio la
mano y me llevó hasta su habitación. Aquello parecía un santuario pagano
wiccano. Por más que veía los símbolos en su habitación y las calaveras, no
terminaba de acostumbrarme a esa afición suya de la brujería.
Rebuscó en los primeros
cajones, empezó a sacar cosas que parecían sacadas de una revista de playboy, y
las fue tirando en la cama. Luego se acercó a mí sonriente con lo que parecían
unas medias en las manos.
- -
¿Medias? ¿quieres que lo ponga cachondo con
unas medias?
- -
No, boba. Las medias en sí no.
- -
No te sigo.
Después de explicarme su elaborado
plan porno, de darme ideas con cada uno de los modelitos que había sacado y de
contarme cosas que prefería no haber sabido, salimos de su habitación mientras
seguíamos hablando.
Me contó su última conquista,
y si digo última es tan última como que no iba a volver a verla porque se negó
a darle el teléfono.
- -
Empezó a decirme cosas muy siniestras tía… -
Negó con la cabeza mientras se acercaba a la encimera - fue horrible.
- -
¿Tanto miedo daba?
- -
Me dijo que podría ser el amor de su vida.
- -
Por esto no te lo conté antes. – Dije mientras la
veía poner la lavadora. –Eres muy básica para esto, casi … pareces un tío
salido.
- -
De esos que quiere que te empotren salvajemente
en la encimera de la cocina. – Respondió mientras miraba hacia la encimera del
fregadero. – Ahora enserio, Cati, no puedes follar con alguien y al día
siguiente despertarla a besos como si fuera tu media naranja.
- -
Se llaman sentimientos.
- -
Pues yo lo llamo empacho. Si quiero mimos me
busco un novio, no me acuesto con alguien con el que bailé anoche en una
discoteca.
- -
Dios… Te falta el rabo.
- -
Anoche lo tuve en todos lados y me lo pasé
bien.
- -
No me refería a… - Me tapé la cara – Déjalo.
- -
¿Cuánto lleváis sin veros? – Sacó un chupachups
del tarro de encima de la nevera
- -
Pues casi un mes.
- -
Madre mía, tienes que estar que te subes por la
pared.
- -
No puede venir y yo no puedo ir por el puto
trabajo que tenemos, y encima los horarios contrariados.
- -
Hazle una video llamada calentorra.
- -
¿Qué?
- -
Ponte lo que te he dicho, como lo he dicho, y
hazle una video llamada y sigue el plan. – Su cara malévola mientras se comía
el chupachups me delató una parte erótica que prefería no saber, ¡que habilidad
tenía!
Me fui de su casa más tarde,
con una bolsa de lencería que aún me pensaba si ponérmela o no. Iba a intentar
seguir su consejo, e iba a intentar buscar un hueco, aunque eso conllevara
pedir días libres en mi trabajo para ir hasta él y calentarlo. Estaba decidida
al menos a una de las varias partes del plan de seducción que Tatiana, había
elaborado minuciosamente. Si quería follar tenía que hacer caso a la experta.
¡Eso decía ella misma!
Pero yo en el fondo tenía un
lío en la cabeza que no sabía cómo llevar.
Aquella tarde me metí en el
baño y me pasé tres horas entre baño relajante, depilación exfoliante y un
sinfín de pijadas que me dijo Tatiana. Cuando acabé y me eché la crema
hidratante me puse la ropa interior. Unas braguitas de encaje negras minúsculas
por todos los lados que la mirara. Arriba el sujetador del mismo color y de
encaje también, semitransparente. Saqué el liguero de la bolsa de mi amiga y me
lo puse, fracasando en el intento un par de veces. ¿Por qué esa cosa era tan difícil
de poner? Después las medias y lo enganché tal me dijo ella.
Me miré frente al espejo… No
me reconocía ni yo. Joder, si es que se me pasó por la cabeza una cantidad de
cosas con él en ese momento y en esa habitación que, me estaba poniendo como
una moto.
Le llamé cuando llegó la hora
y me recibió, sonriente y cariñoso como él es siempre. Me había puesto la bata
de pelo encima, para que no me viera nada más abrir la llamada en ropa
interior.
Antes de nada, hablamos un
poco de nuestro día, de cómo lo habíamos llevado y volvió a surgir el tema de
vernos.
- -
Sabes que no puedo ir ahora mismo, y yo también
tengo ganas de verte y estar contigo, pero aún es pronto y…
- -
Llevamos 8 meses juntos y estamos muy bien.
- -
Ya… pero yo…
Supe que no iba a ir a ninguna
parte nuestra conversación, así que pasé al plan B. O T, de Tatiana y de tetas.
- -
Mírame… - susurré desde el otro lado de la
pantalla del teléfono.
Me abrí la bata y la dejé caer
a mis pies, sentándome al filo de la cama y abriendo las piernas.
- -
Necesito tenerte dentro de mí, ya…
Vi como tragaba un nudo en su
garganta mientras carraspeaba y parpadeaba varias veces.
- -
¿Es que no tienes ganas de sentirme en tu
cuerpo por completo como la última vez? – Me tumbé en la cama, y paseé el móvil
recorriendo mi cuerpo de abajo arriba hasta mi cara, donde chupé un dedo.
- -
No… es… eso – Se removió en su asiento. – Es que
yo no sé aún…
Me levanté, puse el teléfono
en el mueble y me alejé para que me viera de cuerpo entero.
Me di la vuelta y me incliné
moviendo el culo, pasando por el interior de mis piernas la mano, para que la
viera desde esa posición y clave mis dedos en mi coño, moviendo unos milímetros
la tela del tanga que lo cubría, pero sin dejarle apenas ver y me posicioné
nuevamente. Me contoneé, a sabiendas que él no paraba de mirar, en silencio, y
me di la vuelta, junté mis tetas frente a la pantalla y me las sobé por encima
del sujetador transparente. Las moví, arriba y abajo, simulando una cubana
lenta, las solté, bajé mis manos sin dejar de moverme lentamente, tirando de
las tiras del liguero en cada pose, hasta llegar al interior de mis piernas.
Ahí pasé mis manos por mis muslos, moviendo una hasta mi coño, sobándolo por
encima de la tela, recogiéndola para tapar sólo una pequeña porción de mi sexo
y que viera lo más posible.
Percibí como entreabría la
boca y el pecho se le aceleraba, subiendo y bajando con dificultad.
- -
Aleja el móvil, quiero verte entero.
Me hizo caso, poniéndolo en la
mesita y comprobé su erección bajo el pijama, como intentaba disimularla
nervioso, casi avergonzado, intentando taparla con sus manos.
- -
Acaríciate por encima de la ropa. – Le pedí.
Y me hizo caso. Siguiendo yo
con mi propia calor y excitación de querer calentarlo, de verle así.
Me senté en la cama y me abrí
de piernas, paseando mis manos por mi cuerpo, acariciando el interior de los
muslos, poniéndome a cuatro patas sobre el colchón, agarrando la cinturilla del
tanga y bajándolo por mi culo despacio mientras gimoteaba y me contoneaba.
Su respiración acelerada y su
propia excitación se palpaba a través de la pantalla, y miré varias veces por
encima de mi hombro para comprobar cómo se acariciaba por encima de la tela agarrándosela
en más de una ocasión para apretarla, como intentando contenerla ahí dentro.
Llevé una mano a mi sexo y
acaricié, impregnándome de la humedad que sentía, sobretodo al ser observada. Me
agarré desde ambas nalgas y tiré, abriéndome para que viera mi coño en primer
plano, con el brillo de que de mí emanaba.
- -
Quiero tener tu boca aquí, saboreándome,
comiéndome, pasando tus labios por los míos, aprendiendo a comerme, metiendo
tus dedos en mi interior y que veas como me provocas.
Metí un dedo, lo saqué, me
rocé, y me di la vuelta, sentándome en la cama, mirando a la cámara mientras lo
chupaba y sacaba la lengua dándole lametazos, volviéndolo a llevar a mi sexo y
pasarlo por mi clítoris.
Eché la cabeza hacia atrás
cerrando los ojos, gimiendo mientras me mordía el labio y me pasaba,
posteriormente, la lengua por ellos.
Viendo como le tenía, me
incorporé, me llevé las manos al sujetador y empecé a sobar mis pechos por
encima de este, acercándolos a mi boca, pasando la lengua por encima de la tela
y acercándolos a mi barbilla.
Restregué mis tetas en mi boca
bajo su atenta mirada, las saqué del sujetador y comprobó el estado erecto de
mis pezones erguidos. Los pellizqué, los llevé a mi boca, envolviéndolos con mi
lengua y succionando cuanto me era posible debido a al tamaño de mis tetas.
Coloqué la lengua entre medias, dando lametones en ambas, de una a otra,
mientras las apretaba en mis manos y veía mis piernas abiertas con mi coño en
primer plano.
Él seguía atónito, tocándose por
encima del pijama, y había aumentado el ritmo de sus caricias siendo más
bruscas hasta el punto, de que estaba masturbando mientras me veía.
- -
Ni se te ocurra. – Susurré mientras me ponía a
buscar en el cajón de la mesita mis juguetes sexuales. – Sólo quiero que
observes, seas espectador y que no hagas nada más. Después de todo, eres tú el
que siempre me frena.
Gruñó. Sabía que lo estaba
molestando, pero lejos de cortar la llamada, siguió acatando mis normas,
continuando con su mano en su polla lentamente mientras me miraba al otro lado
de la pantalla.
Llevé el vibrador a mi boca,
lo lamí, lo rocé por mis labios desde la base hasta la punta, deslizando mis
labios por él introduciéndomelo en la boca, a la vez que, con la otra mano, y
los pechos a la vista, me acariciaba el coño y me abría mis labios vaginales
para darle contacto visual directo con mi sexo.
Gemí, conforme entraba y salía
el dildo de mi boca, chupando con los ojos cerrados disfrutando como si fuese
su polla lo que mamaba. Hasta la garganta lo llevé y lo saqué, lleno de saliva
para llevarlo a mi coño. Rocé impregnándome de mi propia baba y fluidos, lo
puse en mi entrada y empecé a introducirlo despacio mientras abría la boca y le
miraba en la video llamada.
Palpé en mi cama en busca del
segundo vibrador, cogiéndolo y repitiendo el mismo proceso que con el anterior,
con la única diferencia de que esta vez, ya tenía uno entrando y saliendo de mi
coño.
Siendo empalada por el látex
por la boca y por mi sexo, le observaba, conteniendo las tremendas ganas que
sentía de sacarse la polla ahí mismo y pajearse mientras me miraba, sin
embargo, apretaba los dientes y los labios, aguantando hasta la respiración,
mientras intentaba mantener su rabo bajo el pijama.
Cuando pensó, seguramente, que
no podía sorprenderle más, bajé el segundo vibrador que tenía impregnado de
saliva desde mi boca hasta mi coño, y haciendo hueco lo introduje con el
primero, follándome con ambos vibradores mientras él gruñía, ya desesperado.
Me follaba yo misma bajo su
atenta mirada y él no podía hacer nada, ni satisfacerse, porque entendió a la
perfección que si osaba sacar su polla de los pantalones yo cortaría la llamada
y con ello el espectáculo que le estaba ofreciendo.
Seguí embistiéndome con ambos
dildos, a la vez que me incorporaba en la cama y veía el bamboleo de mis pechos
moverse entre mis espasmos y temblores, acercándome placenteramente al orgasmo.
- -
Así…- gemí. - quiero que me folles hasta
hacerme temblar así, con tu polla dentro de mí.
Perdida en mi propio placer
seguía escuchando los ecos de sus gruñidos de excitación. Estaba segura que
ahora mismo, en esta situación, podría hacerle correrse con solo un roce de mis
dedos.
Saqué ambos vibradores cuando
estaba a punto de correrme, dándole un plano directo de mi coño abierto por
ellos, y los llevé a mi boca, chupando los jugos que corrían por ellos, los
volví a impregnar de mi saliva y los volví a meter en mi coño juntos,
accionando, ahora sí, el botón de ambos para sentir como me atravesaba algo por
la columna, como me partía por la mitad el placer y gemí, sin control sintiendo
como me corría hasta quedarme exhausta y con las piernas temblorosas con
espasmos.
Nuevamente los puse en mi
boca, lamiendo la corrida mientras clavaba mis ojos en los suyos desde la
pantalla y veía su cara tensa y su erección estaba a punto de reventar el
pijama.
- -
¿Qué horario tienes mañana, entonces? –
Pregunté al rato con total normalidad, como si no hubiera hecho lo que acababa
de hacer.
- -
Yo… no sé – Consiguió decir tras un lapsus,
después de tragar saliva con dificultad.
- -
Dímelo mañana, anda. – Él parecía estar en un
estado de transición a otra dimensión, pues no era capaz de centrarse en la
conversación ni en lo que le estaba hablando, sólo hablaba por inercia.
Me despedí de él, sabiendo que
aquella noche iba a masturbase como si no hubiera un mañana con el calentón que
le había dado. Yo por mi lado, seguía con la segunda parte del plan de Tatiana.
Continuará
en la parte 2.
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