Dicen que uno de los mayores placeres de llegar a casa es quitarte los zapatos, andar descalza y tirarte en el sofá. Pero, ¿Qué hay del mayor placer de que vuelvan a casa y recibirle con las piernas abiertas?.
Estaba yo agotada, espatarrada y mirando el movil, entretenida con Twitter y las páginas de gifs que me estaban poniendo muy tonta.
Desabroché el pantalón y lo tiré en la silla, y mientras veía la pantalla yo me acariciaba despacio, sin ser muy consciente de que me estaba empapando.
Cogí las bragas y las junté en un hilo pequeño y me apreté con ellas, rozando, mientras me clavaba los dientes en el labio y respiraba profundo por la nariz.
Bajaba por la timeline viendo cada gif más explicito que el anterior.
Abrí mi mano por mi coño y abarqué todo con ella, apretando, metiendo un dedo bajo la tela y llevando la yema a mi entrada, rozando el dedo por entre medias de mis labios vaginales.
Estaba tan mojada que entraba con facilidad en mi interior... Salí de mi cuerpo y lo llevé a mi boca junto a otro dedo más.
Entonces oí el carraspeo de garganta de mi chico, que aquel día había venido antes. Me quedé sin saber que hacer, pillada como una niña traviesa haciendo algo malo. Pero observando su paquete y viendo lo que le gustaba, me saqué las tetas del sujetador y el jersey y me eché la braga a un lado invitándole a comer.
Se puso de rodillas y acercó su boca a mi coño, me rozó con ella, aspirando mi aroma, impregnandose de mi humedad, agarró mis tetas y abrió la boca para abarcar todo mi sexo con sus labios y jugueteó con su lengua de abajo arriba, dando toques en la zona que me hacía temblar, bajaba hasta mi entrada y metía su lengua juguetona en mi interior. Me chupó, me lamió mientras pellizcaba mis pezones y abandonó uno para llevar dos dedos hasta la entrada de mi coño.
Entraron con facilidad, los saco y abrió mis pliegues para comerme y jugar con su lengua mientras yo agarraba su cabeza con mis manos y le apretaba con mis piernas contra mí. Gemía descontrolada, me mordía el labio mirando hacia abajo y viendo cómo me observaba y sonreía, presa de la tortura placentera que me daba.
Metió tres dedos y comenzó a entrar y salir mientras su boca no dejaba de comerme hasta que no pude soportar más la presión y me apreté más contra él, gemí con la respiración acelerada y me corría en sus dedos y su boca.
Mientras yo intentaba respirar me dio un azote en el coño que me hizo sobresaltarme, se incorporó y se acercó a mi boca para decirme entre besos que daba gusto llegar a casa.
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